Gaza en el abismo: entre el hambre, la guerra y una ayuda humanitaria militarizada
El colapso en la Franja de Gaza se profundiza y la visita de un enviado estadounidense reaviva el debate sobre el fracaso internacional para proteger a los civiles
Una crisis humanitaria sin precedentes
Desde 2023, Gaza atraviesa una de las crisis humanitarias más graves del siglo XXI. Según The Integrated Food Security Phase Classification, el sistema internacional más confiable para medir la inseguridad alimentaria, Gaza ya no está al borde de una hambruna, sino que está viviendo una hambruna en tiempo real.
El conflicto entre Israel y Hamas, desatado tras el ataque del grupo islámico el 7 de octubre de 2023 que dejó 1.200 muertos en territorio israelí, ha escalado a niveles catastróficos. La respuesta de Israel ha resultado en más de 60.000 muertes en Gaza, según el Ministerio de Salud local.
Además, los enfrentamientos y la ocupación parcial del territorio han destruido instalaciones críticas, como hospitales y centros de distribución de ayuda. Lo que alguna vez fueron rutas de abastecimiento, hoy son caminos bordeados por desesperación, hambre y muerte.
La visita de Steve Witkoff: ¿ayuda o teatro geopolítico?
El 2 de agosto, Steve Witkoff, enviado especial del expresidente Donald Trump, visitó el sur de Gaza junto con el embajador estadounidense en Israel, Mike Huckabee. Ambos recorrieron centros de distribución de alimentos operados por la Gaza Humanitarian Foundation (GHF).
Witkoff fue enviado oficialmente para acelerar el envío de alimentos y planear nuevas estrategias que “salven vidas y pongan fin a la crisis”, según declaró la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. Sin embargo, muchos analistas cuestionan la efectividad real de esta visita, cuando desde hace meses las caravanas de ayuda son blanco de tiroteos, saqueos y bloqueos militares.
Militarización de la ayuda: distribuciones convertidas en sangrientos caos
Un informe reciente de Human Rights Watch califica el sistema actual de asistencia humanitaria como “fallido y militarizado”. Denuncia que los sitios de ayuda —todos bajo control del ejército israelí— se han transformado en escenarios de caos, estampidas y tiroteos.
Desde que GHF inició sus operaciones en Gaza, cientos de civiles han muerto cuando intentaban acceder a los limitados cargamentos de arroz, harina o leche en polvo. Según la organización, sus contratistas de seguridad armados solo utilizan gas pimienta o disparos de advertencia ante el descontrol de la multitud. Pero el número creciente de muertes contradice esos relatos.
Un convoy bajo fuego: testimonio de primera línea
El 30 de julio, un video publicado por la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) muestra una caravana de ayuda siendo atacada por disparos mientras cruzaba un paso fronterizo. La funcionaria de la ONU, Olga Cherevko, narró que fueron interceptados por “decenas de miles de personas desesperadas” que saquearon los camiones.
“Literalmente descargaron los camiones con sus manos desnudas, empujando y gritando, muchos colapsaron de inanición”, declaró Cherevko.
¿Dónde está la comunidad internacional?
La distribución de ayuda en Gaza se ha convertido en una pesadilla logística y ética. Si bien han comenzado a llegar suministros por vía aérea y a través de corredores alternos, la cantidad es dramáticamente insuficiente.
Por ejemplo, según cifras de la Cruz Roja Internacional, Gaza necesita al menos 500 camiones diarios de alimentos y suministros médicos. Hoy ingresan menos de 60, la mayoría en zonas controladas por Israel donde los civiles no tienen acceso garantizado.
Además, hay un fuerte problema de seguridad: al colapsar las estructuras estatales en Gaza, bandas locales se apoderan de parte de la ayuda. Luego cobran precios desorbitados: una bolsa de harina que debería ser gratuita se vende por más de 300 dólares en el mercado negro.
El peso de los datos: una emergencia con nombres y cifras
Según el Programa Mundial de Alimentos (WFP), más del 90% de la población de Gaza se enfrenta diariamente a niveles críticos de inseguridad alimentaria. Cerca del 75% son menores de 18 años. Cada hora de retraso en la entrega puede costar vidas infantiles por desnutrición.
- Más de 34 hospitales han sido destruidos desde octubre de 2023.
- Más de 1 millón de personas han sido desplazadas, muchas viven en tiendas improvisadas.
- La OMS estima que en los próximos dos meses podrían morir 3.000 niños por causas asociadas a la desnutrición.
El secretario general de la ONU, António Guterres, ha calificado la situación de Gaza como una “catástrofe moral” y pidió a todas las partes garantizar la entrada de ayuda sin condiciones. Pero los llamados diplomáticos siguen sin traducirse en acciones eficaces.
Hostilidades sin tregua: el conflicto que multiplica el sufrimiento
Mientras tanto, la guerra continúa. Hamas aún retiene a al menos 50 rehenes israelíes, de los cuales se cree que 20 siguen vivos. Israel, por su parte, ha mantenido intensos bombardeos y operativos terrestres denotando que no hay intención cercana de alcanzar una tregua duradera.
La última ronda de negociaciones en Qatar fracasó por desacuerdos sustanciales. Estados Unidos, inicialmente mediador, se retiró acusando a Hamas de dilatar los términos. Esto ha dejado a millones de civiles atrapados entre dos fuegos.
¿Qué debe cambiar?
El diagnóstico es claro, pero las soluciones requieren decisiones políticas valientes:
- Desmilitarizar completamente los corredores de ayuda. La asistencia humanitaria no puede coexistir con operativos militares.
- Un acuerdo internacional para monitorear la distribución, liderado por la ONU y el CICR.
- Cooperación con líderes locales no militantes para facilitar acceso a la población.
- Presionar a Israel y Hamas para alcanzar un cese al fuego humanitario inmediato.
En palabras de Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, “Gaza se ha convertido en el espejo más obsceno de nuestra incapacidad como humanidad para proteger las vidas inocentes en medio del conflicto”.
La historia juzgará a quienes, teniendo los recursos para intervenir, eligieron discursos huecos por encima de acciones concretas. Hoy, Gaza no solo necesita ayuda; necesita justicia, empatía y voluntad internacional real.