Roy Cooper y la nueva batalla por Carolina del Norte: ¿Serán los demócratas los nuevos campeones del votante obrero?

Una mirada crítica al relanzamiento de Cooper y el campo de batalla del Senado en 2026

El regreso político de Roy Cooper

En un momento estratégico para el Partido Demócrata, el exgobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, ha anunciado oficialmente su candidatura para el escaño vacante del Senado de Estados Unidos en 2026. Su mensaje, directo y centrado en la clase trabajadora, ha levantado el ánimo de los demócratas tras unos años marcados por derrotas electorales y pérdida de identidad en el llamado cinturón del trabajo.

Cooper lanzó su campaña con una declaración clara: "Sé que hoy, para demasiados estadounidenses, la clase media parece un sueño lejano". Este tipo de narrativa apunta a recuperar el electorado que alguna vez fue la base del partido: la clase media trabajadora. En tan solo 48 horas, Cooper había recaudado 2.6 millones de dólares para su campaña y más de 900,000 dólares para grupos afines, un arranque que ningún republicano puede ignorar leggeramente.

¿Por qué Carolina del Norte importa?

Carolina del Norte ha sido un estado pendular en las últimas décadas. Aunque Donald Trump ganó allí tanto en 2016 como en 2020, Cooper también logró dos victorias consecutivas para la gobernación del estado. Esto marca a Carolina del Norte como un campo de batalla crucial para ambas formaciones políticas, y particularmente estratégicamente importante para los demócratas que necesitan ganar cuatro escaños en el Senado para recuperar la mayoría.

El Partido Demócrata espera que la candidatura de Cooper no solo impulse su regreso al Senado federal, sino que también ayude a aumentar la participación electoral en otros candidatos en la boleta electoral, desde representantes estatales hasta iniciativas progresistas locales.

¿Populismo demócrata contra populismo trumpista?

La batalla política en Carolina del Norte presenta un curioso fenómeno: dos clases de populismo enfrentadas. Por un lado, Cooper se presenta como un outsider con sensibilidad hacia la economía del ciudadano común. Por otro, el republicano Michael Whatley —presidente del Comité Nacional Republicano y firma leal de Trump— se ha lanzado al ruedo acusando a Cooper de ser un títere progresista e incluso ha empleado argumentos tradicionales de Trump sobre inmigración y valores conservadores.

Whatley sostuvo que: "América está de vuelta, con una economía robusta, niños seguros y una nación fuerte. Estos son los valores que defenderé en el Senado". También presumió de logros atribuidos a Trump como la eliminación de impuestos sobre propinas y horas extra.

Pero más allá del discurso, ni Whatley ni cooper están exentos de populismo. Ambos apelan al votante medio, se distancian de las élites y trazan una narrativa anti-Washington, aunque lo hagan desde ideologías opuestas.

Roy Cooper: trayectoria sin derrotas, pero con cicatrices

Cooper, con 24 años ocupando cargos estatales y sin una sola derrota electoral en su historial, representa un perfil moderado que ha sabido ganar tanto en zonas urbanas como rurales. Nacido en una pequeña ciudad a 96 kilómetros al este de Raleigh, ha desarrollado un olfato político que le ha permitido conectar con el votante conservador moderado sin alejarse de la agenda progresista.

No obstante, el Partido Republicano ya ha comenzado a pintar a Cooper como un falso moderado. En un reciente anuncio de 30 segundos financiado por el Senate Leadership Fund, un narrador afirma: "Roy Cooper se maquilla como un moderado, pero no es más que otro radical liberal camuflado".

El terreno ideológico: ¿puede Cooper ganar el corazón del votante rural?

Históricamente, los demócratas han tenido dificultades para conectar con electores rurales en estados sureños, en parte por la desconexión que se percibe entre sus políticas y la vida diaria de estos ciudadanos. Sin embargo, como señala Thomas Mills, estratega demócrata de Carolina del Norte: "Roy entiende la Carolina rural. No va a ganarla, pero sí sabe cómo hablarle a esa gente".

Este tipo de conexión emocional es lo que podría marcar la diferencia en un estado con marcadas disparidades entre áreas urbanas altamente progresistas, como Asheville o Raleigh, y condados rurales profundamente conservadores.

Una batalla simbólica para los demócratas a nivel nacional

"Creo que nos hace mucho bien observar el ejemplo de Cooper", dijo Larry Grisolano, estratega de medios del Partido Demócrata y exasesor de Obama. Efectivamente, lo que está ocurriendo en Carolina del Norte trasciende sus fronteras: se ha convertido en un laboratorio para testear si un demócrata moderado-populista puede reconectar con el votante trabajador que se ha sentido abandonado por los partidos tradicionales.

El presidente del grupo American Bridge 21st Century, Pat Dennis, dedicó elogios al estilo de campaña de Cooper: "Su enfoque sobre la asequibilidad y su estatus de outsider realmente toca muchas fibras, especialmente entre aquellos que han sido ignorados por demasiado tiempo".

¿El modelo ideal para 2026?

Los analistas ven a Cooper como un posible modelo a seguir en otras partes del país. Según The Cook Political Report, más del 60% de los escaños cruciales en el Senado para 2026 se ubican en estados donde Trump obtuvo victorias notables en 2020. Esto significa que candidatos capaces de equilibrar autenticidad con un mensaje económico potente serán determinantes para definir qué partido controlará el Senado.

"Podemos atacar a los republicanos todo lo que queramos, pero si no tenemos candidatos que encarnen verdaderamente nuestro mensaje, no recuperaremos el poder", resumió Pat Dennis.

Lo que está en juego

  • Mayoría en el Senado: Los demócratas necesitan ganar cuatro escaños para recuperar el control, y Carolina del Norte podría inclinar la balanza.
  • Redefinir la identidad demócrata: Cooper representa un esfuerzo por regresar a las raíces del partido como defensor del trabajador.
  • Impacto en elecciones locales: Una candidatura fuerte podría ayudar a los demócratas a recuperar escaños en la legislatura del estado, donde los republicanos han mantenido el poder desde 2011.

Una batalla mediática sin tregua

A medida que se acerca 2026, la polarización se intensifica. Los republicanos no perderán tiempo ni recursos para deslegitimar a Cooper, mientras los demócratas lo empujan como símbolo del nuevo renacer moderno de su partido. Expectativas, dinero, publicidad segmentada, y una dialéctica constante sobre la clase media: esta será una de las carreras más observadas en el mapa electoral.

Cooper tiene la ventaja de la experiencia, de un mensaje afilado y de una imagen moderada. Whatley, en cambio, tiene la fuerza de una maquinaria republicana con la marca Trump como estandarte. El resultado es incierto, pero lo que es claro es que Carolina del Norte será el epicentro de la lucha por el Senado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press