Texas y el arte del rediseño político: Cómo la redistribución electoral se ha vuelto el nuevo campo de batalla estadounidense

La lucha por el control de la Cámara de Representantes vive un nuevo episodio con un plan republicano que busca redibujar los mapas de Texas favoreciendo su mayoría. ¿Estamos ante una nueva versión del gerrymandering moderno impulsado por Trump?

En medio de tensiones partidistas, acusaciones de manipulación electoral y una palpable urgencia política, Texas ha vuelto a ocupar el centro del huracán político estadounidense. Con una propuesta para redibujar sus distritos electorales mucho antes del próximo Censo de 2030, el estado gobernado por republicanos podría marcar un precedente capaz de cambiar la estructura electoral del país por décadas.

¿Por qué ahora? La lógica política detrás del movimiento

El gobernador de Texas, Greg Abbott, convocó una sesión especial de 30 días para redirigir la atención hacia un tema que, históricamente, solía abordar cada década con base en el Censo: la redistribución distrital.

¿La razón? Un llamado explícito del expresidente Donald Trump. Quien ha presionado públicamente para redibujar los mapas de varios estados que podrían otorgar a los republicanos cinco escaños adicionales en la Cámara de Representantes en las elecciones de 2026.

"La redistribución distrital no es solo un ejercicio técnico. Es una batalla por el poder", señaló Michael Li, experto en leyes electorales del Brennan Center for Justice. Y Texas resulta ser el ejemplo perfecto.

El plan republicano: consolidación y anticipación

Actualmente, los republicanos controlan 25 de los 38 distritos de Texas. Bajo el nuevo mapa, diseñado claramente con motivaciones partidistas según admitió su principal impulsor, el representante estatal Todd Hunter, se crearían 30 distritos donde Trump habría ganado por al menos 10 puntos porcentuales en 2024, según simulaciones oficiales.

Esto dejaría prácticamente cero distritos verdaderamente competitivos. Lo que históricamente fue un estado con zonas de confrontación electoral, con el nuevo diseño se convertiría en un territorio casi completamente polarizado geográficamente: rojo en su mayoría, y algunos enclaves demócratas encapsulados.

La respuesta demócrata: resistencia y denuncias

Los demócratas han calificado la medida de "una farsa política". Varios legisladores han cuestionado las prisas del proceso, la mínima exposición pública y el hecho de que el comité encargado del rediseño no hizo públicos los mapas hasta después de varias sesiones de audiencias.

Durante una tensa comparecencia, el representante demócrata Jon Rosenthal preguntó retóricamente: "¿Realmente el liderazgo estatal cree que la gente de Texas es así de ingenua?". Su protesta no recibió respuesta directa del presidente del comité, Cody Vasut, quien simplemente indicó que el debate completo en la Cámara sería "en unos días".

Aunque algunos legisladores han evaluado boicotear la sesión especial para evitar el quórum necesario para aprobar leyes, el propio Abbott podría simplemente convocar otra sesión especial.

Un precedente peligroso: ¿se expandirá la tendencia?

Los demócratas temen que, si el plan texano avanza, otros estados con legislaturas republicanas puedan seguir el mismo camino incluso antes del Censo de 2030. Tal como advirtió la legisladora estatal Gina Hinojosa: “Esto no se trata únicamente de Texas. Es una estrategia nacional disfrazada de legislación local.”

California y Nueva York, ambos controlados por demócratas, están analizando posibilidades similares. Aunque ambos recurren a comisiones independientes para trazar distritos, ahora enfrentan presiones políticas crecientes para saltarse sus tradiciones en vista de la jugada texana dirigida por Trump.

¿Qué es el gerrymandering y por qué es importante?

El término "gerrymandering" proviene del siglo XIX y se refiere a la manipulación interesada de los mapas electorales para beneficiar a un partido sobre otro. Aunque el Tribunal Supremo ha reconocido que el rediseño electoral por motivos partidistas no está explícitamente prohibido a nivel federal, también ha advertido sobre los efectos nocivos de esa práctica.

En 2019, el caso Rucho v. Common Cause estableció que los tribunales federales no pueden intervenir en casos de manipulación partidaria, limitando cualquier posible revisión a los tribunales estatales. Así, Texas tiene luz verde para seguir su curso mientras los demócratas tienen las manos atadas.

Radiografía del nuevo mapa: adiós a los distritos competitivos

  • Bajo las líneas utilizadas en 2022 y 2024, había 2 distritos en los que Trump ganó por menos de 10 puntos, y aun así los demócratas se impusieron en las elecciones a la Cámara.
  • Con el nuevo diseño, no habría ningún distrito con margen por debajo de 10 puntos porcentuales.
  • En Austin, una ciudad profundamente progresista, se fusionarían distritos representados por demócratas, reduciendo su poder general.
  • Algunos distritos se extienden hasta 547 kilómetros para unir zonas urbanas liberales con regiones rurales conservadoras.

Estos cambios, además de limitar la competencia política, también diluyen el poder electoral de minorías como los latinos y afroamericanos, cuyos votos pierden peso cuando se dispersan en distritos controlados por mayorías blancas conservadoras.

¿Un modelo para Trump y sus aliados?

El rediseño de mapas no obedece únicamente a dinámicas locales. Forma parte de una estrategia político-electoral nacional. Desde que dejó la presidencia, Trump ha continuado posicionándose como líder de facto del Partido Republicano, exigiendo lealtades y estrategias que mantengan su influencia intacta hasta, y quizás después, de 2028.

Al señalar directamente a estados como Texas para “asegurar la mayoría republicana” en el Congreso, Trump ha redefinido la redistribución como un arma electoral inmediata. Es decir, no hay que esperar un censo nacional: si hay una oportunidad para cambiar las reglas del juego, hay que tomarla.

¿Farsa legal o democracia en juego?

El hecho de que incluso republicanos como el representante Hunter admitan que el proceso tiene motivaciones “partidistas” y no demográficas debería alarmar a todos los defensores de una democracia representativa. Como ha expresado el New York Times en un editorial reciente, "si se premia esta estrategia, será un juego válido para ambos bandos y el final de los distritos verdaderamente competitivos".

En un sistema político polarizado y profundamente dependiente de estructuras institucionales que garanticen el equilibrio, una redistribución con fines partidistas anticipada puede significar la erosión de la legitimidad electoral.

¿Y ahora qué?

El plan avanza con rapidez. Se espera que la Cámara Baja de Texas vote en los próximos días sobre la propuesta. Si aprueba, y con el Senado también bajo control republicano, Abbott podría firmarla en cuestión de horas.

Pero las implicaciones van más allá. Activistas ya preparan demandas legales en tribunales estatales. Grupos de derechos civiles han advertido sobre la discriminación estructural que el nuevo mapa puede generar. Y una futura mayoría demócrata podría usar la misma táctica en otros estados.

Estamos en la antesala de un nuevo modelo de política electoral en Estados Unidos. Si Texas abre la puerta legal y estratégicamente, el resto del país podría pasar por ella. Y eso cambiaría las reglas del juego electoral para siempre.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press