La economía ‘booming’ de Trump: ¿realidad o espejismo político?

Análisis de las promesas económicas del expresidente frente a una realidad de empleo débil, inflación creciente y un riesgo político en ascenso

El espejismo del “milagro económico” de Trump

Durante su campaña y ahora nuevamente en su mandato, Donald Trump ha prometido una economía en auge, crecimiento sostenido y un renacimiento manufacturero. Sin embargo, los datos más recientes contradicen esas promesas. Con apenas seis meses de gobierno, los efectos de sus cambios económicos y comerciales comienzan a reflejarse, y no precisamente de forma positiva. El informe laboral del viernes pasado mostró una pérdida preocupante de 37,000 empleos en la industria manufacturera desde que se implementaron nuevos aranceles en abril. El crecimiento mensual de empleos cayó en picada, con apenas 73,000 en julio, 14,000 en junio y 19,000 en mayo. Esto representa 258,000 empleos menos en comparación con estimaciones anteriores.

La inflación como amenaza latente

Además del débil crecimiento laboral, la inflación muestra señales preocupantes. El índice de gastos de consumo personal (PCE) aumentó un 2.6% interanual, acelerándose desde el 2.2% de abril. Este aumento se ha visto especialmente en productos altamente importados como muebles, electrodomésticos y juguetes —justo el tipo de bienes afectados por los aranceles promovidos por Trump. Guy Berger, del Burning Glass Institute, sintetiza el sentimiento: “La economía simplemente está arrastrándose. No estamos perdiendo muchos empleos aún, pero tampoco estamos creando lo suficiente. Es una economía de ‘meh’ que continúa.

¿Un juego de tarifas o una tormenta de precios?

Trump ha recurrido agresivamente al uso de aranceles como herramienta de política económica. Este tipo de medidas, cargadas de simbolismo nacionalista, suelen tener apoyo inicial. No obstante, las consecuencias a largo plazo comienzan a sentirse en forma de altos precios para el consumidor y tensiones con socios comerciales estratégicos. Según Kevin Madden, estratega republicano, también están emergiendo preocupaciones políticas: “Una parte clave de manejar la ‘economía Trump’ es controlar la percepción pública.” Pero las cifras no mienten y el descontento comienza a reflejarse en las encuestas. Solo el 38% de los adultos aprueban el manejo económico de Trump, un número que ha caído dramáticamente desde el final de su primer término, cuando tenía la aprobación del 50%, según una encuesta de AP-NORC.

Buscando culpables: la Reserva Federal en la mira

En lugar de reconocer debilidades en su política, Trump ha arremetido contra Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal. A pesar de que la FED ha mostrado señales de preocupación por el mercado laboral, con algunos miembros votando a favor de recortes en las tasas de interés, el expresidente emplea esos movimientos para reforzar su narrativa de que el banco central se opone a la recuperación. No obstante, reducir las tasas podría fomentar más inflación. Es una apuesta arriesgada, especialmente teniendo en cuenta que el crecimiento del PIB en la primera mitad del año fue de apenas 1.3%, comparado con el 2.8% del año anterior.

Tarifas universales: el tiro de gracia para el consumidor

Antes de abandonar la Casa Blanca, el presidente saliente Joe Biden advirtió sobre la política arancelaria de Trump. Durante un discurso ante el Brookings Institution, Biden señaló: “Imponer aranceles universales sobre productos importados puede parecer castigar a otros países, pero en realidad castiga al consumidor norteamericano. Es un grave error.” Sus palabras se han vuelto proféticas. Con el tiempo, los aranceles se trasladan a los consumidores en forma de precios elevados. También distorsionan cadenas de suministro, afecta a empresas importadoras, y globalmente minan la confianza en la estabilidad de EE.UU.

Una economía intervenida al gusto de Trump

Hoy, la maquinaria económica de EE.UU. ha sido ampliamente modificada según el gusto personalista de Trump. Sus reformas incluyen:
  • Reforma fiscal que redujo la carga para las grandes empresas y personas adineradas.
  • Deregulación de diversas áreas, desde protección ambiental hasta seguridad laboral.
  • Aranceles en importaciones claves de países como China, México y aliados europeos.
  • Gastos sociales congelados en áreas como salud y educación.
Desde la Casa Blanca, el portavoz Kush Desai insiste en que se avecinan tiempos mejores: “Trump está aplicando la misma combinación de políticas de su primer mandato, pero ahora en una escala aún mayor. Lo mejor está por venir.”

¿Una apuesta política arriesgada o inteligente?

Mientras el sector empresarial tiembla por la falta de claridad en las políticas, varios estrategas republicanos reconocen que el plan de Trump es una apuesta de alto riesgo. Como lo expresó Alex Conant, estratega de Firehouse Strategies: “Que los efectos completos de la inflación no se sientan sino hasta 2026 es un problema serio. Ese año también es año electoral.” Esto significa que buena parte del legado de Trump como “líder económico” depende del corto plazo. Si los empleos no vuelven, si los precios continúan en alza y si la FED se ve obligada a actuar, el castillo de naipes podría derrumbarse en plena campaña por la reelección.

Una economía condicionada por los tuits presidenciales

Otro rasgo distintivo de esta presidencia ha sido la volatilidad de los mercados debido a los constantes mensajes que Trump publica en redes sociales. En más de una ocasión, anuncios sorpresivos de tarifas o reuniones con líderes extranjeros han desestabilizado índices bursátiles. Esto no es menor: el mercado financiero, a pesar de su robustez, requiere reglas previsibles. Los actores económicos no pueden planificar si cada decisión se toma unilateralmente vía una red social. La incertidumbre genera disminuciones en la inversión, planificación de empleo e innovación.

¿Dónde están los signos de recuperación?

Aunque Trump insiste en que la economía está “boomando”, los datos dicen otra cosa. El desempleo no ha subido significativamente, pero la creación de empleo ha caído, el crecimiento del PIB se ha desacelerado y los consumidores enfrentan mayores precios. Los únicos sectores que muestran signos de resiliencia son:
  • El sector energético gracias a la eliminación de regulaciones.
  • Las industrias ligadas al defense spending, una apuesta frecuente de los republicanos.
  • El comercio electrónico, aunque azotado también por la inflación generalizada y el aumento de costos logísticos.

Un espejo retrovisor poco útil y un futuro en veremos

Trump ha buscado, sin éxito, culpar a su predecesor de los problemas económicos actuales. Pero seis meses en el cargo son suficientes para que la narrativa de culpa hacia la administración Biden pierda potencia. El presidente, entonces, se enfrenta a una realidad que no controlará con discursos únicamente. Como dijo el estratega Kevin Madden, “la clave está en moldear la percepción pública”. Pero eventualmente, esa percepción se alinea con la experiencia cotidiana de millones de trabajadores y consumidores. Una economía vacilante, presidida por un líder imprevisible, podría no ser el comodín electoral que Trump espera. En esa paradoja reside el reto, y el riesgo, de su segundo mandato.

Fuente principal: datos económicos publicados entre mayo y agosto de 2025 por el Buró de Estadísticas Laborales (BLS) y AP-NORC Center for Public Affairs.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press