Odio, miedo y desinformación: la peligrosa tormenta en torno a los migrantes en Reino Unido

Entre protestas, violencia y fake news: el resurgir del sentimiento antiinmigrante que sacude a las comunidades británicas

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En los últimos años, el Reino Unido ha sido testigo de una escalada preocupante de tensiones entre sectores de la población que rechazan la presencia de migrantes y aquellos que defienden su derecho a una vida digna. Las imágenes vistas el pasado sábado en el centro de Londres son apenas una muestra de este fenómeno: una multitud ondeando banderas británicas y gritando consignas como "Scum" y "Britain is full" frente al Hotel Thistle City Barbican, donde se alojan solicitantes de asilo, mientras otro grupo de contramanifestantes coreaba "refugees are welcome here".

Una historia de tensión que no es nueva

Las protestas contra la presencia de migrantes en hoteles no son nuevas. Desde hace más de un año, se han registrado manifestaciones en diferentes puntos del país, como en Epping, localidad periférica de Londres. En esta ciudad, la acusación de agresión sexual contra un solicitante de asilo avivó las llamas del descontento de ciertos sectores locales. Sin embargo, estos disturbios no pueden verse en aislamiento. Vienen precedidos por una serie de disturbios y manifestaciones de corte xenófobo que tuvieron su punto culminante en el verano de 2024.

El verano que resurgió el odio

En julio de 2024, un triple asesinato estremeció al país: tres niñas fueron apuñaladas durante una clase de baile en Southport. Gracias al poder viral de las redes sociales, la desinformación se apoderó de la narrativa pública y apuntó a un supuesto migrante como autor del crimen. La realidad, sin embargo, era otra: el asesino era Axel Rudakubana, un joven británico de 17 años. A pesar de que la verdad salió a la luz posteriormente, la histeria colectiva ya había hecho efecto.

Según informes policiales, más de 24 localidades en Inglaterra e Irlanda del Norte presenciaron ataques coordinados contra hoteles que albergaban migrantes, además de mezquitas, estaciones policiales y hasta una biblioteca. Se lanzaron ladrillos, fuegos artificiales y se reportaron múltiples agresiones a personas no blancas. Todo esto alimentado por una narrativa de odio y miedo que se propaga fácilmente en entornos digitales.

¿Cómo se construye el enemigo?

Para entender cómo una parte de la sociedad británica ha llegado a normalizar estas manifestaciones de rechazo, es necesario analizar los mecanismos detrás de la construcción del migrante como amenaza. En entrevistas realizadas por grupos comunitarios como Hope Not Hate y Stand Up To Racism, se concluye que el perfil del "enemigo" es repetido en medios y redes como un hombre joven, venido en botes desde el Canal de la Mancha, indocumentado y potencialmente peligroso. Este estereotipo es extremadamente reductivo e ignora las múltiples realidades y tragedias humanas que enfrentan quienes huyen de la guerra, el hambre o la persecución.

Las cifras que desmienten los miedos

De acuerdo con ACNUR, el Reino Unido recibió aproximadamente 74,751 solicitudes de asilo en 2023, una cifra muy inferior a la de otros países europeos como Alemania o Francia. De ellos, una gran parte eran de nacionalidad afgana, siria, iraní o eritrea, pueblos con contextos políticos y sociales devastadores. Asimismo, menos del 0.1% de los delitos violentos registrados en el país entre 2020 y 2023 fueron atribuidos a solicitantes de asilo.

La narrativa de que "el Reino Unido está lleno" tampoco resiste análisis demográfico: según la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS), solo el 14% de la población en el país es extranjera, una cifra estable durante casi una década.

¿Quiénes están detrás de las protestas?

Si bien es cierto que las manifestaciones han convocado a ciudadanos locales, expertos advierten del papel clave de organizaciones de ultraderecha. Grupos como Patriots Coalition y Britain First han promovido activamente estos encuentros en redes sociales, en especial a través de plataformas como Telegram, donde la moderación es mínima.

El investigador Matthew Feldman, del Extremism Studies Group en la Universidad de Northampton, afirma: "Estos movimientos aprovechan la incertidumbre económica y la falta de oportunidades para moldear un discurso donde el migrante es el chivo expiatorio de todos los males sociales".

El papel tóxico de las redes sociales

La velocidad con la que se difunden rumores, teorías conspirativas y desinformación ha transformado a plataformas como Facebook, TikTok o X (antes Twitter) en armas de radicalización. Un estudio efectuado por el think tank Demos reveló que durante el verano de 2024 se generaron más de 450,000 interacciones sobre falsas noticias relacionadas con migrantes tan solo en Facebook, principalmente en grupos de carácter nacionalista.

A pesar de que las empresas tecnológicas han prometido moderar estos contenidos, la evidencia muestra que la supervisión sigue siendo insuficiente. Como consecuencia, ciudadanos comunes se radicalizan lentamente hasta llegar a justificar —cuando no participar directamente— en actos de violencia.

Un problema político, no solo social

Los liderazgos políticos tampoco escapan a la polémica. El gobierno conservador ha endurecido paulatinamente las condiciones de asilo. Una de las medidas más criticadas es el plan para deportar migrantes hacia Ruanda, considerado por organizaciones de derechos humanos como "inhumano" y contrario al derecho internacional.

Mientras tanto, figuras clave del ala dura del Partido Conservador han utilizado la retórica antiinmigrante como herramienta electoral. En declaraciones recientes, la actual ministra del Interior señaló que "el multiculturalismo ha fracasado", una afirmación que fue ampliamente rechazada por académicos y sectores de la sociedad civil.

¿Hay esperanza?

A pesar del panorama oscuro, muchas comunidades han respondido con solidaridad. En ciudades como Manchester, Bristol o Brighton, asociaciones de vecinos han creado redes de apoyo para ayudar a solicitantes de asilo a integrarse, aprendiendo inglés, accediendo a atención médica o simplemente compartiendo un café en comunidad.

Fundaciones como Refugee Council o Migrants Organise continúan su trabajo incansable contra viento y marea. El activista Zarah Sultana lo expresó así: "No podemos dejar que el odio defina quiénes somos como país. Deberíamos construir puentes, no muros".

En una sociedad cada vez más polarizada, el reto está en rehumanizar al migrante. Recordar que detrás de cada solicitud de asilo hay una historia de supervivencia, dolor y esperanza. Es momento de que la verdad, la empatía y el compromiso social prevalezcan sobre el miedo, el odio y las mentiras.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press