El arma secreta de los demócratas: cómo los 'walkouts' han moldeado la política en EE.UU.

Desde Texas hasta Oregón, abandonar los recintos legislativos se ha convertido en una estrategia poderosa y polémica para bloquear iniciativas partidistas

Un combate legislativo sin precedentes

El domingo pasado, los demócratas de Texas protagonizaron un nuevo capítulo en la historia política de Estados Unidos al abandonar el estado, evitando así que los republicanos aprobaran un nuevo mapa de distritos para la Cámara de Representantes. ¿La meta? Impedir que se sumen cinco distritos inclinados a favor del Partido Republicano antes de las elecciones de 2026.

Este tipo de tácticas, conocidas como walkouts, no solo constituyen actos de protesta, sino que también se han convertido en herramientas estratégicas para obstruir leyes que una minoría parlamentaria considera injustas o radicales. Aunque pocos lo saben, esta no es una maniobra exclusiva de Texas ni de nuestros días.

Texas: cuando el voto es una trinchera

En los últimos 20 años, los legisladores demócratas de Texas han recurrido al walkout en varias ocasiones clave. En 2003, un grupo huyó a Oklahoma y otro a Nuevo México para frenar un plan republicano de redistribución electoral. Aunque el intento fracasó, marcó un precedente. En 2021, repitieron la jugada viajando a Washington D.C. para evitar una ley que restringía el voto mediante la prohibición del voto en auto, en horarios nocturnos y con mayor presencia de supervisores partidistas.

“No estamos abandonando nuestras responsabilidades, estamos dejando un sistema amañado que se niega a escuchar a las personas que representamos”, dijo Gene Wu, presidente del Caucus Demócrata de la Cámara en Texas.

Oregón: cuando el pueblo decide castigar los ausentes

En Oregón, tanto demócratas como republicanos han usado el walkout desde los años 70. La diferencia es que el estado decidió ponerles freno. En 2022, los votantes aprobaron una enmienda constitucional que prohíbe la reelección de legisladores con más de 10 ausencias no justificadas durante una sesión legislativa anual.

En 2023, los republicanos llevaron a cabo un boicot de seis semanas—el más largo en la historia del estado—en respuesta a leyes que protegían el aborto y los tratamientos de afirmación de género para personas trans. El resultado: diez de ellos quedaron descalificados para postularse en el siguiente ciclo electoral.

Wisconsin: una batalla sindicalizada

En 2011, los senadores demócratas de Wisconsin cruzaron a Illinois para bloquear la votación de un proyecto que eliminaba derechos de negociación colectiva a empleados públicos impulsado por el gobernador republicano Scott Walker. Las manifestaciones fueron masivas: más de 100.000 personas llegaron a congregarse frente al capitolio de Madison.

Aunque el plan fue finalmente aprobado, tuvo un costo político gigante. Generó protestas nacionales, revocatorios y encendió el debate sobre los derechos laborales públicos en Estados Unidos.

New Hampshire: cuando cerrar las puertas se vuelve literal

En 2021, los demócratas del estado caminaron fuera del recinto para protestar la votación de una ley antiaborto, acusando a los republicanos de alterar el calendario legislativo a su favor. La respuesta fue drástica: el presidente de la Cámara, Sherman Packard, ordenó literalmente cerrar las puertas.

“¡Estoy cerrando las puertas ahora mismo para que todos permanezcan en la cámara!”, gritó Packard según registros del día.

Posteriormente, negó a los demócratas volver a entrar para votar.

Indiana: estrategia persistente pero eventual derrota

Ese mismo año, los legisladores demócratas de Indiana también se refugiaron en Illinois para bloquear un proyecto que prohibía las cuotas sindicales obligatorias. Al principio lograron detener la legislación, pero al año siguiente, los republicanos la aprobaron sin oposición significativa.

Este patrón—retirarse como táctica de presión—refleja que, aunque en apariencia se trata de un gesto simbólico, el walkout puede alterar calendarios y forzar la negociación política. Sin embargo, también puede terminar en sanciones, descalificaciones o esposas.

¿Son las ausencias una forma válida de oposición?

La estrategia de walkout tiene tanto críticos como defensores:

  • Para los opositores, es una forma de desertar del deber parlamentario.
  • Para los defensores, es un acto de resistencia civil donde el sistema mayoritario deja pocas opciones para las minorías.

En las palabras de Stacey Abrams, lideresa demócrata de Georgia: “Cuando no tienes el poder de los votos, usas el poder de tu voz. Y si esa voz se niega a firmar un quórum, eso también es una forma de votar.”

Datos que contextualizan el fenómeno

  • En al menos 11 estados de EE.UU., se han utilizado walkouts como forma de bloquear legislaciones desde el año 2000.
  • Oregón y Texas son los estados con más recurrencia histórica.
  • El costo económico de una sesión legislativa paralizada puede superar los $40,000 por día en salarios, costos estructurales, y retrasos en legislación clave.

Un espejo para la democracia

Aunque los walkouts pueden parecer maniobras antidemocráticas, también son síntoma de sistemas donde las reglas del juego no garantizan el diálogo obligatorio. Se trata de una forma extrema de disenso, una especie de botón de emergencia que, cuando se activa, refleja niveles profundos de polarización.

Y en la era actual, donde los márgenes políticos son cada vez más estrechos, no es descabellado pensar que esta herramienta se volverá aún más común... y polémica.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press