El drama de El Teniente: ¿cuánto cuesta el cobre chileno cuando se paga con vidas humanas?

Análisis sobre el colapso en la mina subterránea más grande del mundo y lo que revela sobre la industria minera en Chile

Una tragedia en las entrañas de los Andes

El pasado jueves, una sacudida de 4.2 grados en la escala de Richter desencadenó un colapso en la mina subterránea de cobre más grande del mundo: El Teniente, operada por la empresa estatal chilena Codelco. El saldo fue trágico: cuatro de cinco mineros atrapados fueron hallados muertos y uno continúa desaparecido.

El accidente ha conmocionado no solo a Chile —país que lidera la producción mundial de cobre— sino también a la comunidad internacional, planteando serios cuestionamientos en torno a la seguridad laboral, la explotación intensiva de recursos naturales y las consecuencias humanas de una industria vital para la economía global.

El Teniente: historia de una gigante minera

El Teniente no es cualquier mina. Se encuentra ubicada en la Región de O’Higgins, a unos 100 kilómetros de Santiago, y ha estado en funcionamiento por más de un siglo. Sus túneles subterráneos se extienden por más de 3.000 kilómetros y producen cerca de 460.000 toneladas métricas de cobre anuales, según datos de Codelco.

Desde su nacionalización en 1971 bajo el gobierno de Salvador Allende, El Teniente ha sido un símbolo de soberanía energética y económica, enmarcada en la política del "sueldo de Chile" atribuida al cobre. Pero detrás de esa inmensidad subterránea hay otra realidad: una peligrosa rutina de jornadas prolongadas, maquinaria pesada, presión económica y riesgos sísmicos.

Cuando la tierra tiembla: ¿culpa de la naturaleza o de la minería?

El sismo de 4.2 grados que desencadenó el colapso está siendo investigado tanto por organismos geológicos como por la Fiscalía chilena. El epicentro se ubicó cerca de la zona minera y se estudia si se trató de un fenómeno netamente natural o si fue inducido por actividad minera intensa, una posibilidad que la comunidad científica no descarta.

Según un informe de la Universidad de Chile, las actividades de minería subterránea, como detonaciones, excavaciones y uso de explosivos, pueden generar movimientos sísmicos locales. Aunque de menor magnitud que los terremotos tectónicos, estos "sismos mineros" pueden ser letales cuando ocurren en estructuras debilitadas o poco supervisadas.

Un rescate contrarreloj

Las labores de rescate en El Teniente fueron titánicas. Equipos especializados trabajaron durante 72 horas contínuas, perforando rocas con maquinaria pesada guiada por dispositivos GPS instalados en la vestimenta de los mineros. A pesar de estos avances tecnológicos, los esfuerzos solo permitieron encontrar con vida a uno de los cinco mineros inicialmente atrapados.

El director de la mina, Andrés Music, confirmó que los trabajadores fallecidos ya han sido identificados y que las investigaciones están en curso para determinar responsabilidades. La búsqueda del minero aún desaparecido, Moises Pavez, continúa sin descanso.

¿Seguridad o lucro?

La pregunta de fondo tras esta tragedia apunta al modelo de seguridad industrial en la minería chilena, especialmente en minas estatales como las de Codelco. Chile tiene protocolos de seguridad comparativamente avanzados dentro de América Latina, pero diversos informes han mostrado que en momentos de alza del precio internacional del cobre (actualmente por encima de los 4 dólares por libra), las faenas tienden a acelerar ritmos de producción, lo que puede traducirse en reducciones no oficiales en protocolos de seguridad.

La empresa canceló la presentación de sus resultados financieros del primer semestre para concentrar todos los recursos en la emergencia. Sin embargo, la percepción social y sindical es clara: “No basta con lamentar; necesitamos garantías tangibles de que nuestras vidas valen más que una tonelada de cobre”, señaló Roberto Pizarro, vocero del sindicato de trabajadores mineros de El Teniente.

Una industria estratégica... pero peligrosa

Chile representa el 27% del suministro global de cobre y se estima que el cobre chileno será aún más demandado en los próximos años debido a la transición energética, ya que es un componente vital en vehículos eléctricos y paneles solares.

Pero este auge no ha ido de la mano de mejoras sustanciales para los trabajadores. En los últimos 10 años, más de 130 mineros han muerto en faenas chilenas, de acuerdo con cifras del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin).

Chile ha sido exitoso en colocar al cobre en los mercados del mundo, pero no ha protegido lo suficiente a quienes lo sacan de las rocas”, afirmó la experta en minería y medio ambiente María José Tapia del Centro de Estudios para el Desarrollo Sustentable.

¿Qué falla institucional hay detrás de esta tragedia?

El problema no es únicamente técnico, sino social e institucional. Los sindicatos apuntan a que Codelco funciona con una estructura jerárquica inflexible y que las alertas de seguridad muchas veces no son escuchadas cuando implican detener producción.

Además, la empresa funciona bajo un modelo de “objetivo anual de producción” con metas cuantificables y premios ejecutivos asociados al cumplimiento de estas. Al igual que en otras industrias extractivas, este modelo puede empujar a ignorar alertas.

¿Y ahora qué? El dilema de continuar a toda costa

El accidente en El Teniente llega en un momento complicado para el gobierno chileno, que ha apostado fuertemente a fortalecer Codelco como eje de su política económica. Aunque hubo una evacuación inmediata de más de 3.000 personas tras el colapso, las operaciones en áreas no afectadas fueron rápidamente reanudadas, lo cual ha sido criticado por algunos sectores sindicales y ambientalistas.

Asimismo, algunos parlamentarios del oficialismo han solicitado una moratoria temporal en operaciones subterráneas hasta realizar auditorías internas independientes, pero la propuesta aún está en debate. Por ahora, la prioridad sigue siendo encontrar con vida al último minero desaparecido.

¿Cuánto vale una vida en la cadena de suministro global?

La tragedia de El Teniente ensombrece el brillo rojo del cobre chileno. En un mundo hambriento de tecnología verde, movilidad eléctrica y redes inteligentes, el cobre es el oro del siglo XXI. Pero poco se discute sobre lo que ocurre en su origen: jornadas de 12 horas, trabajo a más de 1.200 metros bajo tierra, y un ecosistema laboral donde muchas veces el ritmo del mercado es más importante que el pulso de un ser humano.

Como bien dijo una vez el Nobel chileno Pablo Neruda: "Los hombres somos tierra que anda". Hoy, esa tierra sangra en los rincones oscuros de una mina que le ha dado riqueza al país, a costa —una vez más— de vidas humanas.

¿Podrá Chile, algún día, extraer su riqueza sin enterrar a sus hijos en el proceso?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press