El Santuario que Sana: Veteranos con PTSD Encuentran Esperanza entre Monos en Mississippi
En el corazón rural del sureste de Estados Unidos, un grupo de veteranos militares y primates rescatados ofrecen una nueva lección sobre la sanación, la confianza y la compasión
Un refugio entre árboles y bestias amables
En los tranquilos campos verdes de Perkinston, Mississippi, donde el canto de los pájaros reemplaza el bullicio urbano y donde el tiempo parece fluir más despacio, ha crecido una comunidad inesperada que mezcla humanidad con animalidad. Es el Gulf Coast Primate Sanctuary, un santuario para monos que también se ha convertido en un santuario para el alma de varios veteranos de guerra estadounidenses que sufren trastorno por estrés postraumático (PTSD).
John Richard, un veterano del Ejército que ha lidiado con el PTSD desde hace más de 20 años, encontró en el abrazo de un mono araña llamado Louie un tipo de comprensión y sanación que las terapias convencionales nunca le ofrecieron. "Estar aquí me ha devuelto la fe", dice John. "No hay nada como esto".
Animales que curan heridas invisibles
El PTSD, o trastorno por estrés postraumático, afecta aproximadamente al 11% de los veteranos militares tras regresar de misiones, según datos del US Department of Veterans Affairs. Generalmente se trata con terapias cognitivo-conductuales, medicamentos y grupos de apoyo, pero no todos encuentran alivio en esas rutas tradicionales.
La historia de John no es única. April Stewart, fundadora del santuario y veterana de la Fuerza Aérea, también vive con PTSD debido a un trauma sexual sufrido durante su servicio militar. "Era como un cáncer que me estaba consumiendo", relata. Pero lo que comenzó como un esfuerzo por rescatar y proteger primates concluyó evolucionando en algo mucho más profundo: un espacio de recuperación emocional y espiritual para humanos marcados por el trauma.
15 acres de propósito compartido
El santuario abarca 15 acres, rodeados de bosques y campos, y alberga tres monos araña, dos monos ardilla y dos kinkajús—estos últimos, criaturas tropicales emparentadas con los mapaches. También hay perros rescatados, un par de gansos ruidosos, y un gato negro con espíritu curioso.
Las jaulas son más que recintos; son hogares adaptados con áreas climatizadas y amplios espacios al aire libre donde los animales pueden moverse libremente. Se trata de crear un entorno lo más natural posible, algo esencial para animales que alguna vez fueron mascotas pero que terminaron siendo víctimas del desconocimiento humano—una situación común, ya que los primates no son mascotas ideales. Necesitan espacio, estimulación y socialización que raramente se pueden ofrecer en un hogar promedio.
Veteranos, monos y una terapia no convencional: renaceres
“Ayudando a los monos a volver a confiar, también estamos aprendiendo a confiar de nuevo en nosotros mismos”, dice Stewart. Esta conexión entre humanos y animales establece un circuito de sanación bidireccional. Los primates, al superar sus propios traumas de aislamiento y abandono, reflejan el proceso de sanación que los humanos han de emprender.
Veteranos como Richard, que participan en la vida diaria del santuario, lo hacen voluntariamente. Cambian mantas, alimentan a los animales y mantienen los espacios, pero más allá de las tareas físicas, están reconstruyendo su sentido de propósito.
La comunidad crece: hacia la educación y concienciación
El santuario planea abrirse al público en el verano, ofreciendo recorridos educativos guiados. La meta es concienciar sobre la importancia de mantener especies exóticas fuera de hogares particulares y construir respeto por estos animales y por aquellos que han servido a través de las fuerzas armadas.
Stewart y su esposo —también veterano— formalizaron el proyecto en octubre con la ayuda de veterinarios especializados en animales exóticos. Formaron una fundación con estatus legal y están certificados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), lo que convierte al santuario en el único de su tipo en Mississippi.
Más allá de los límites del trauma
El impacto de este santuario va más allá de sus límites geográficos. Su existencia evidencia que la sanación no siempre viene en frascos o desde un diván. A veces, aparece en forma de un primate pequeño que emite suaves sonidos mientras envuelve su cola alrededor de ti.
“Louie me dice con sus gestos: ‘Te amo. Sé que estás bien. Sé que no me harás daño’”, afirma Richard. Ese acto de aceptación incondicional tiene un eco poderoso en aquellos que han sentido que el mundo humano les ha defraudado.
La ciencia detrás de la terapia asistida con animales
La terapia asistida con animales se ha convertido en un campo de creciente interés dentro de la psicología moderna. Un estudio de 2015 publicado en el Journal of Traumatic Stress encontró que los veteranos que interactuaban regularmente con perros registraban una reducción de hasta el 82% en los síntomas de PTSD. Aunque la mayoría de investigaciones se centra en perros y caballos, iniciativas como el santuario de Stewart abren nuevas perspectivas sobre el papel de primates rescatados como parte activa y responsable del proceso terapéutico.
Reto, resiliencia y resultados
Fundar y mantener un santuario de estas características no es tarea fácil. Desde la construcción de recintos, los permisos necesarios y el cuidado diario de animales delicados, todo exige recursos financieros, tiempo y una profunda vocación.
Aun así, para April y John, los retos son equivalentes a recompensas. “Los monos no juzgan. No te preguntan por tu pasado. Te miran con ojos limpios”, dice April. Esa mirada pura es, quizás, el inicio de una nueva vida para muchos.
“Este lugar no fue planeado como un centro de sanación para veteranos, pero es lo que se ha convertido”, concluye April Stewart, con la voz al borde de las lágrimas.
En una cultura que a veces pone demasiada fe en soluciones farmacéuticas y métodos institucionales, un santuario donde monos araña, kinkajús y veteranos sanan juntos parece un hermoso accidente. Un experimento natural del alma en el que la empatía, el cuidado y la coexistencia escriben nuevas formas de terapia.