Caimanes entre conflictos y abandono: el ocaso de una granja olvidada en Cisjordania

La inquietante historia de los cocodrilos del Nilo que fueron llevados como atracción turística y terminaron como víctimas de negligencia y tensiones geopolíticas

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En el corazón del Valle del Jordán, en la ocupación israelí de Cisjordania, una historia tan bizarra como reveladora se ha desarrollado durante décadas. No se trata de un conflicto político ni de un enfrentamiento entre comunidades —aunque también está impregnada de ambas cosas—, sino de una granja de cocodrilos del Nilo abandonada a su suerte por años, hasta que las autoridades israelíes decidieron, finalmente, ponerle un fin letal.

Un negocio turístico que se convirtió en pesadilla

En la década de 1990, un grupo de empresarios israelíes introdujo decenas de cocodrilos del Nilo en la pequeña localidad de Petzael, situada en el Valle del Jordán, con la esperanza de crear un atractivo turístico que generara ingresos y fomentara el desarrollo local. Estos reptiles, que en estado salvaje pueden alcanzar hasta 6 metros de largo y pesar más de 700 kilogramos, fueron alojados en un recinto construido especialmente para ellos.

Sin embargo, el sueño turístico se desmoronó con la intensificación de la violencia entre israelíes y palestinos en la región. La granja fue abandonada en 2013, dejando a los animales atrapados en un limbo legal, ambiental y moral. Aquellos cocodrilos, cuyo único pecado fue estar en el lugar equivocado, quedaron encerrados por más de una década en condiciones de abandono total.

El limbo legal y el supuesto valor de su piel

En un intento por reutilizar la granja, la propiedad fue adquirida por un empresario que aspiraba a exportar piel de cocodrilo para uso comercial. Pero en 2012, el entonces gobierno israelí aprobó una legislación que clasificaba al cocodrilo del Nilo como especie protegida, prohibiendo su crianza con fines comerciales. Este detalle selló el futuro incierto de los animales: ni podían ser vendidos, ni liberados, ni siquiera trasladados sin autorizaciones específicas.

De acuerdo con COGAT (el organismo de defensa israelí encargado de asuntos civiles en la Cisjordania ocupada), los animales fueron mantenidos en condiciones calificados como “abuso animal”. La falta de alimento constante y la dejadez en la atención veterinaria llevaron a comportamientos extremos: algunos cocodrilos recurrieron incluso al canibalismo para sobrevivir.

"No quiero pensar en lo que pasaría si un cocodrilo escapa y llega al río Jordán. Podríamos tener un incidente internacional", exclamó en 2018 el jefe de la comunidad local. El río se encuentra a solo 6.8 km de distancia.

Decisiones tardías: el fin de una especie símbolo en la región

Las alarmas se encendieron de nuevo cuando varios cocodrilos lograron escapar, lo que puso en alerta a las autoridades y terminó por acelerar una resolución. Este lunes, el gobierno israelí confirmó que había iniciado el proceso de eutanasia de los animales. Aunque no se ha revelado el número exacto de cocodrilos sacrificados ni los métodos empleados, se sabe que la medida incluyó la asesoría de expertos veterinarios para “minimizar el sufrimiento”.

Se estima que el gobierno israelí invirtió cientos de miles de shekels (más de 29,000 dólares) únicamente en reforzar las rejas del recinto, aunque estas nunca fueron suficientes para garantizar el bienestar animal.

ONGs internacionales de bienestar animal criticaron la medida de exterminio, señalando que hubo tiempo suficiente para reubicar a los reptiles en zoológicos certificados o reservas naturales en África.

Entre la burocracia y la geopolítica: ¿por qué no fueron reubicados?

La respuesta no es sencilla. La región en la que se encontraba la granja, dentro del territorio de Cisjordania ocupado por Israel, complica cualquier esfuerzo internacional de colaboración. Además, la repentina categorización de los cocodrilos como "protegidos" hizo que el traslado de estos animales a otras instalaciones se convirtiera en una pesadilla legal.

"En condiciones normales, podríamos haber llevado a estos cocodrilos a un santuario en Kenia. Pero debido a la complejidad geográfica y legal de la ubicación, eso simplemente no fue viable", declaró un vocero de la ONG Wildlife SOS.

El símbolo de una ocupación y sus contradicciones

La historia de los cocodrilos de Petzael no es un simple caso de negligencia animal. Es un símbolo más de las múltiples capas de contradicciones y burocracia que generan las políticas de ocupación israelí en Cisjordania. Un proyecto concebido para fomentar el turismo terminó convirtiéndose en una vergüenza nacional e internacional, y lo que pudo haber sido una curiosidad exótica, culminó como una denuncia silente de la incapacidad gubernamental de actuar a tiempo.

“Es una metáfora perfecta de lo que ha sido la ocupación: se crean realidades sin planificación a largo plazo, que luego se vuelven imposibles de manejar”, escribía en 2022 el periodista israelí Gideon Levy.

El futuro de los espacios olvidados

Organizaciones pro-derechos animales han exigido a las autoridades israelíes realizar un censo nacional de especies exóticas mantenidas en condiciones similares. Ya ha habido reportes de animales salvajes en jaulas rudimentarias en otros asentamientos, con escasa supervisión veterinaria y sin permisos internacionales.

Mientras tanto, el terreno en Petzael permanece clausurado y bajo vigilancia. Se desconoce qué ocurrirá con la infraestructura de la vieja granja. Algunos plantean demolerla, otros convertirla en una especie de memorial del descuido colectivo. Sea cual sea el próximo paso, la historia de estos cocodrilos debe recordarnos que la negligencia, combinada con la tensión geopolítica, no solo cobra víctimas humanas, sino también animales invisibles para la mayoría del mundo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press