La revolución silenciosa del fútbol: ¿pueden los jugadores destronar a la FIFA?

Una demanda colectiva amenaza con sacudir las reglas del mercado de transferencias: más de 100,000 futbolistas podrían reclamar compensaciones millonarias

Una revolución legal desde Países Bajos

El fútbol profesional europeo podría estar al borde de una transformación histórica. ¿La razón? Una demanda colectiva interpuesta por la fundación neerlandesa Justice for Players contra la FIFA y cinco federaciones nacionales: las de Países Bajos, Francia, Alemania, Bélgica y Dinamarca. La organización afirma que cientos de miles de futbolistas —tanto hombres como mujeres— podrían haber perdido ingresos a causa de reglas de traspasos impuestas por la FIFA desde 2002.

Según Lucia Melcherts, presidenta de la fundación, “todas las jugadoras y todos los jugadores profesionales han perdido una parte significativa de sus ingresos debido a las regulaciones ilegales de la FIFA. El sistema favorece desproporcionadamente a la FIFA, que posee un poder unilateral excesivo. En cualquier otra profesión, uno puede cambiar de trabajo voluntariamente”.

Las raíces del conflicto: el caso Diarra y el precedente Bosman

Esta demanda no surge de la nada. En diciembre de 2023, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó que ciertas regulaciones de traspasos de la FIFA no se ajustan al derecho comunitario, especialmente en lo relativo a la libre circulación de trabajadores y a las leyes de competencia.

El caso detonante fue el del exfutbolista Lassana Diarra, quien en 2013 firmó un contrato con el club ruso Lokomotiv Moscú. Sin embargo, al año siguiente, y descontento con supuestos recortes salariales, Diarra terminó su contrato. La FIFA y el TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo) fallaron a favor del club, y el jugador fue obligado a pagar 10,5 millones de euros. Esto, alegó Diarra, perjudicó su futura empleabilidad, ya que las normas de la FIFA hacían al siguiente club responsable de la paga.

Este caso ha sido comparado con el famoso caso Bosman de 1995, que tuvo implicancias radicales en el fútbol europeo. Gracias a aquella decisión del TJUE, se removieron restricciones a futbolistas extranjeros en ligas nacionales y se permitió a los jugadores cambiar de club libremente tras expirar sus contratos.

100,000 futbolistas y $10 mil millones en juego

La magnitud de la demanda actual es asombrosa. Justice for Players estima que más de 100,000 jugadores podrían haberse visto afectados por las regulaciones impuestas por la FIFA. La consultora Compass Lexecon calcula que las pérdidas podrían alcanzar un 8% del total potencial de ingresos que estos profesionales dejaron de percibir durante sus trayectorias. En una industria cuyo mercado de traspasos supera los 10 mil millones de dólares anuales, ese 8% representa una cifra colosal.

La amenaza está lanzada: si se determina que esas reglas fueron ilegales, los jugadores podrían reclamar compensaciones retroactivas a gran escala. Y no solo del ente rector mundial, sino también de federaciones nacionales cómplices en la aplicación de esas normas.

El poder desmedido de la FIFA

El fútbol profesional se ha regido durante décadas bajo la égida de la FIFA. Este organismo, aunque no estatal, posee un poder regulador que supera al de muchas instituciones nacionales. Establece reglas laborales, impone sanciones, media conflictos internacionales y controla las licencias de clubes, entrenadores y jugadores. En ningún otro sector económico una entidad privada ha poseído tal grado de control sobre una industria global.

La arbitrariedad de estas reglas ha sido objeto de críticas desde hace años, pero hasta ahora pocos actores se habían atrevido a enfrentarlas jurídicamente. La combinación de temor a represalias y el carácter fragmentado de la comunidad futbolística impidió movimientos coordinados. Esta demanda coletiva, sin embargo, podría marcar un hito irreversible.

¿El inicio del fin del ‘mercado de traspasos’ tal como lo conocemos?

La naturaleza de las transferencias futbolísticas es singular: cuando un jugador desea cambiar de club bajo contrato, este debe pagar una cifra —a veces exorbitante— al club en posesión del pase. Esa cantidad, negociada entre instituciones y no entre trabajadores, convierte al futbolista en objeto de transacción, aproximándose peligrosamente a una lógica mercantil que algunos equiparan al semiesclavismo moderno.

Como afirmó el economista laboral Stefan Szymanski, “el mundo del fútbol se ha protegido demasiado tiempo de leyes modernas de empleo. Esta demanda puede forzar el cambio que el deporte necesita desde hace décadas”.

Consecuencias inesperadas y riesgos sistémicos

Si la demanda prospera, sus efectos podrían ser múltiples:

  • Indemnizaciones retroactivas: miles de jugadores tendrían derecho a reclamar valoraciones salariales bonificadas.
  • Disolución del sistema de transferencias: los clubes podrían verse obligados a negociar directamente con los jugadores prescindiendo de tarifas de pase.
  • Modificación radical de contratos: los términos que limitan las salidas y permiten sanciones podrían volverse ilegales.
  • Pérdida de hegemonía de la FIFA: sería su primera derrota legal masiva ante un colectivo organizado de jugadores.

Por otro lado, algunos expertos advierten que la desaparición del sistema de transferencias también pondría en riesgo la financiación de clubes menores, que dependen de la venta de talentos juveniles a entidades más poderosas para sostenerse.

Una batalla más amplia: ¿deporte o industria?

El trasfondo de esta disputa va más allá del fútbol. Es la reiteración de un conflicto clásico entre pasión y capital. ¿Es el fútbol una actividad guiada por valores de mérito, identidad y comunidad… o una máquina de dinero con reglas anacrónicas que explotan a los trabajadores?

Mientras las ligas estadounidenses exitosamente promueven modelos salariales con topes y agencia libre real, el fútbol europeo sigue enfocado en traspasos millonarios, cláusulas herméticas y contratos unilaterales. Un contraste evidente que se verá desafiado por esta demanda.

La palabra final, en manos del Tribunal

Por ahora, el mundo del fútbol observa expectante. Las primeras audiencias podrían tener lugar a finales de 2024. De resultar favorable, el precedente sentaría las bases para miles de demandas individuales y la reconstrucción del sistema normativo del fútbol. Una FIFA debilitada, federaciones nacionales presionadas y clubes sin certezas laborales podrían ser el nuevo escenario de un deporte en crisis silenciosa.

El eslogan de Justice for Players lo resume todo: “En cualquier otra profesión, uno puede cambiar de trabajo cuando lo desea. ¿Por qué en el fútbol no?”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press