Terror y tensión en Montana: la cacería del exsoldado que conmociona a Anaconda
Michael Paul Brown, un veterano con historial militar y problemas de salud mental, es buscado por asesinar a cuatro personas en un bar. La comunidad teme mientras se prolonga la operación de búsqueda.
Una mañana trágica en The Owl Bar
El pasado viernes 1 de agosto, la pequeña comunidad de Anaconda, Montana, sufrió una de las peores tragedias de su historia cuando una ráfaga de violencia dejó cuatro personas muertas en el Owl Bar, un icónico establecimiento local. El presunto responsable: Michael Paul Brown, un exsoldado estadounidense de 45 años con antecedentes militares, problemas de salud mental y una conexión directa con el bar donde ocurrió la masacre.
Las víctimas fueron identificadas como Daniel Edwin Baillie (59), Nancy Lauretta Kelley (64), David Allen Leach (70) y Tony Wayne Palm (74), todos residentes de la comunidad. El ataque fue ejecutado con un rifle, supuestamente propiedad de Brown, poco después del amanecer.
Una comunidad en estado de shock
Con apenas 9,000 habitantes, Anaconda es una de esas poblaciones donde "todo el mundo se conoce”. No es casualidad que la reacción haya sido de absoluto horror y conmoción.
Testigos relatan que, tras los disparos, los negocios locales cerraron sus puertas, y los habitantes se refugiaron dentro de sus casas. Tanto el miedo como la incertidumbre se instalan en una comunidad que no está familiarizada con este tipo de violencia.
“Estamos todos heridos. Es como perder a alguien de la familia,” expresó David Jabarek, residente de Anaconda. La sensación general es de ansiedad, especialmente porque Brown sigue prófugo.
¿Quién es Michael Paul Brown?
Brown tuvo una carrera en las fuerzas armadas. Se desempeñó como artillero de tanque en el Ejército de EE.UU. de 2001 a 2005 y fue desplegado en Irak entre 2004 y 2005. Posteriormente, formó parte de la Guardia Nacional de Montana hasta su salida en 2009. Su último rango fue el de sargento.
Según su familia, incluidos testimonios de su sobrina Clare Boyle, Brown ha luchado por años con trastornos de salud mental. La familia había intentado en repetidas ocasiones que recibiera asistencia psicológica especializada, sin éxito.
El atacante también era vecino directo del bar, lo que sugiere que conocía bien a algunas de las víctimas. Su fotografía más reciente, divulgada por las autoridades, lo muestra desgastado, descalzo y vistiendo únicamente un pantalón corto negro.
Una huida peligrosa y calculada
Después del tiroteo, Brown huyó inicialmente en una camioneta blanca, luego la abandonó para robar otro vehículo equipado con ropa, zapatos y artículos de campamento. Esta acción apunta a una huida premeditada y un conocimiento profundo del terreno.
La búsqueda se ha centrado en las montañas del suroeste de Anaconda, áreas donde, según las autoridades, Brown solía acampar y cazar durante su juventud. Dado que podría estar armado, el área ha sido cerrada al público por el National Forest System.
“Estamos buscando cada opción posible, cada sendero, cada escondite”, declaró el fiscal general de Montana Austin Knudsen.
Operativo de búsqueda a gran escala
Más de 100 oficiales, entre locales, estatales y federales, están involucrados en la persecución, con uso de helicópteros, drones y patrullas a pie. Muchos residentes afirman haber escuchado el zumbido constante de los helicópteros durante todo el fin de semana.
Las búsquedas iniciales se centraron en la zona de Stumptown Road, pero se han expandido significativamente según se obtienen nuevas pistas. La operación sigue en curso y es actualmente una de las más activas del estado de Montana.
El FBI y la Oficina del Sheriff del Condado de Deer Lodge mantienen una línea activa para reportes de avistamientos. Se ha ofrecido una recompensa de $7,500 por información que conduzca al arresto de Brown.
Un patrón preocupante: armas y salud mental
Este caso reabre el debate, frecuente en Estados Unidos, sobre la relación entre el acceso a armas y la salud mental. Según datos del Instituto Nacional de Salud Mental, al menos 1 de cada 5 adultos estadounidenses experimenta problemas de salud mental en un año dado.
La cuestión se complica cuando muchos de estos individuos, incluidos veteranos de guerra, tienen acceso a armas de fuego mientras atraviesan episodios de inestabilidad emocional o desórdenes psicológicos no tratados.
Existen más de 400 millones de armas en manos de civiles en EE.UU., según estimaciones del Small Arms Survey. En estados como Montana, donde las prácticas de caza son comunes, el porcentaje de población armada es aún más alto que el promedio nacional.
La militarización del trauma
El expediente militar de Brown refleja un perfil común en diversos perpetradores de eventos violentos: excombatientes con estrés postraumático (TEPT) no tratado. Aunque no se ha confirmado oficialmente si Brown fue diagnosticado con TEPT, familiares afirman que arrastraba trastornos desde su retorno de Irak.
Casos como este invitan a reflexionar sobre la necesidad de un sistema de salud militar más sólido para la reintegración social de los veteranos, en vez de simplemente conducirlos al anonimato civil tras años de servicio bélico.
El temor se instala en Anaconda
Lo que más perturba a Anaconda no es solo la violencia del acto, sino el hecho de saber que el responsable todavía está libre, posiblemente escondido en las montañas que rodean la ciudad.
Escuelas locales suspendieron clases, y muchos negocios mantienen horarios irregulares. La tensión es palpable. “Anaconda no será la misma hasta que lo encuentren”, dice Nancy Morgan, comerciante local.
Una historia que aún no tiene final
A medida que se extiende la búsqueda, crece también el debate nacional sobre la necesidad urgente de protocolos preventivos en salud mental, control de armas y políticas de seguimiento para exmilitares.
Brown se convirtió en una amenaza latente para toda la región, y su historia parece un espejo de otros sucesos similares en comunidades pequeñas estadounidenses: una combinación peligrosa de aislamiento, armas y negligencia institucional.
El caso aún está en desarrollo, y la nación observa con atención. Anaconda espera, con temor y esperanza, el día en que la calma regrese a sus calles. Mientras tanto, el mensaje entre sus habitantes es unánime: “No olvidaremos a nuestras víctimas. Necesitamos justicia.”