¿Cómo el fútbol americano escolar puede estar vinculando lesiones cerebrales a tragedias sociales?

Una mirada profunda al caso Tamura y el oscuro legado de los traumas deportivos no tratados

El caso Tamura: una tragedia anunciada

El 2024 fue testigo de una tragedia que dejó perpleja a la opinión pública: Shane Tamura, un joven de 27 años, mató a cuatro personas en un edificio de oficinas en Manhattan que alberga instalaciones relacionadas con la NFL, antes de quitarse la vida. Aunque no fue jugador profesional de fútbol americano, Tamura jugó durante su adolescencia en escuelas de California, y dejó claro —en una nota póstuma que llevaba en su billetera— que culpaba a la liga por encubrir los efectos de las lesiones cerebrales.

¿Qué es la Encefalopatía Traumática Crónica (CTE)?

La encefalopatía traumática crónica (CTE por sus siglas en inglés) es una enfermedad cerebral degenerativa asociada con impactos repetitivos en la cabeza. Se han documentado cientos de casos en jugadores de fútbol americano, siendo diagnosticada comúnmente de manera póstuma. Según el Boston University CTE Center, de 376 cerebros de exjugadores de la NFL analizados, el 92% mostraban signos de CTE. El vínculo entre lesiones cerebrales sufridas en deportes de contacto y trastornos psicológicos como la depresión, agresión o inclinaciones suicidas se ha investigado ampliamente, aunque sigue siendo tema polémico en muchos ámbitos deportivos.

La historia de Tamura: señales previas ignoradas

En 2022, la madre de Tamura realizó una llamada al 911 señalando que su hijo estaba en crisis emocional. Sufría de migrañas crónicas, insomnio, depresión y, lo más alarmante, había mencionado pensamientos suicidas. También señaló que su hijo tenía un arma en su mochila. No fue la única vez: en 2024, Shane fue nuevamente hospitalizado por razones psiquiátricas, tras hacer amenazas hacia sí mismo durante una llamada con su madre. La policía de Las Vegas, al liberar los documentos, detalló que Tamura había estado bajo tratamiento médico y poseía varias recetas activas, incluyendo medicamentos psiquiátricos y para epilepsia.

El vínculo con el fútbol y el resentimiento hacia la NFL

Aunque no tuvo carrera profesional, Tamura jugó fútbol americano durante su paso por la secundaria en el sur de California. En la nota encontrada en su billetera, mencionó tener CTE y acusó a la NFL de "ocultar los peligros reales que afectan al cerebro por jugar fútbol". Esto recuerda a casos emblemáticos como el de Aaron Hernandez, exestrella de los New England Patriots, quien se suicidó en prisión tras ser condenado por asesinato y fue diagnosticado póstumamente con CTE severo. O el de Junior Seau, leyenda de los San Diego Chargers, quien también se quitó la vida tras sufrir años de deterioro mental.

Un sistema médico y legal con fisuras

A pesar de su historial médico y dos internamientos psiquiátricos, Tamura pudo adquirir legalmente un rifle y un revólver, e incluso logró cruzar el país hasta Nueva York sin levantar alarmas. ¿Cómo es posible que una persona con historial tan documentado tuviera acceso legal a armas y no activara mecanismos de alerta? Hasta este año, su historial no bastaba para impedir una compra legal. Tan solo recientemente las leyes estatales han empezado a permitir que oficiales de seguridad puedan confiscar armas en casos de retención psiquiátrica urgente. Aunque necesarias, estas leyes siguen siendo demasiado recientes y limitadas.

¿La punta del iceberg?

Este caso pone el foco sobre un problema recurrente en Estados Unidos: los vínculos entre trastornos mentales no tratados, violencia armada y el rol que juega el contexto (en este caso, el deportivo). La cultura deportiva muchas veces glorifica la fortaleza física sin dimensionar los daños que puede acarrear el trauma repetitivo.
"He played high school football like his life depended on it, and maybe it did," dijo un amigo anónimo en declaraciones a medios locales. "But no one talks about what happens to these kids later, when the brain damage shows up."

La NFL y la polémica sobre CTE

La NFL ha estado bajo escrutinio desde que en 2005 el Dr. Bennet Omalu diagnosticara a Mike Webster, exjugador de los Steelers, con CTE. Su trabajo inspiró la película Concussion (2015), protagonizada por Will Smith, que critica a la liga por minimizar los efectos del trauma cerebral. En 2016, la NFL finalmente reconoció públicamente la vinculación entre el fútbol americano y la CTE, pero lo hizo con cautela. Desde entonces, ha destinado más de 100 millones de dólares en investigación médica, pero críticos aseguran que aún hace falta una reforma más radical que abarque desde las bases escolares del deporte.

¿Y la responsabilidad desde el ámbito escolar?

El caso Tamura también obliga a revisar lo que ocurre en los niveles más bajos del deporte. La alta competencia y el culto social hacia el fútbol americano hacen que niños de apenas 12 o 13 años ya estén sometidos a impactos repetitivos sin monitoreo neuropsiquiátrico robusto. En 2021, un estudio publicado por la revista JAMA Neurology indicó que jugadores que comenzaron a practicar fútbol antes de los 12 años mostraron deterioro cognitivo más severo que quienes comenzaron después.

¿Posibles reformas?

Frente a este panorama, expertos han propuesto:
  • Monitoreo obligatorio de salud mental para jugadores de deportes de contacto, empezando desde la secundaria.
  • Inversiones federales en investigación sobre trauma cerebral en adolescentes.
  • Leyes más estrictas sobre acceso a armas para personas con historial psiquiátrico documentado.
  • Revisión curricular de los deportes escolares para hacerlos más seguros.

Un dolor que se repite

La historia de Shane Tamura no es un episodio aislado, sino un reflejo de un sistema fallido que une negligencia médica, armamento accesible y una glorificación del dolor físico como símbolo de valía. Cada impacto sin reporte, cada migraña ignorada, cada lágrima no atendida, forma una espiral lenta pero mortal. Mientras haya jóvenes sometidos a golpes constantes bajo la mirada silenciosa de instructores, ligas y hasta padres sedientos de gloria, estaremos condenados a revivir esta misma tragedia una y otra vez.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press