Conductores en Gaza: Héroes invisibles entre el caos, el hambre y la violencia

En medio del colapso humanitario en Gaza, los camioneros que transportan ayuda enfrentan asaltos, balas y desorden total sin garantías de seguridad

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Una labor esencial en medio de la desesperación

Desde que comenzó la guerra entre Israel y Hamas el 7 de octubre de 2023, la Franja de Gaza ha sido escenario de una devastación sin precedentes. Más de 61,000 palestinos han perdido la vida, según cifras del Ministerio de Salud de Gaza, y al menos dos millones de personas enfrentan hambre extrema. En medio de este colapso, los conductores de camiones de ayuda humanitaria desempeñan un papel crucial, pero casi invisible para el mundo.

Estos transportistas no sólo arriesgan su vida, sino que también se convierten en blanco de disparos, saqueos y violencia generalizada. La ausencia de orden ha generado un ecosistema donde reina la anarquía: gangas armadas roban la ayuda para revenderla a precios exorbitantes, civiles hambrientos se abalanzan sobre los camiones en movimiento, e incluso las tropas israelíes disparan hacia las multitudes en busca de control.

De repartidores de esperanza a objetivos móviles

Según Abu Khaled Selim, vicepresidente de la Asociación de Transporte Especial en Gaza, varios conductores han sido asesinados mientras trataban de entregar suministros humanitarios en las áreas más afectadas. Uno de ellos fue su propio sobrino: Ashraf Selim, padre de ocho hijos, quien murió el 29 de julio de 2025 por una bala perdida.

“Con el caos actual, todo está permitido”, explicó Selim. “Antes, había cierta seguridad. La policía dirigida por Hamas controlaba las rutas y castigaba a los saqueadores. Ahora, sin ese control, los conductores están completamente expuestos”.

Israel abre la frontera, pero la distribución continúa siendo mortal

Presionado por la comunidad internacional, Israel permitió el ingreso de más ayuda humanitaria la semana pasada, pero los obstáculos se mantienen una vez que los camiones cruzan la frontera. La ONU, a través de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA), señala que aunque entienden que la gente está desesperada, no toleran comportamientos violentos durante la distribución.

Juliette Touma, directora de comunicaciones de UNRWA, subraya que “inundar Gaza con ayuda es la única forma de disminuir la desesperación y proteger también a los conductores.”

“Salimos sin saber si vamos a regresar”

Ali al-Derbashi, de 22 años, dejó de conducir hace tres semanas. “Entre cuchillos, machetes y saqueos armados, esto ya no es una ruta de ayuda, es un territorio de guerra dentro de una guerra”, dijo. Durante una de sus misiones, fue emboscado y despojado de todo: carburante, baterías, comida, e incluso su teléfono. “Me golpearon, me humillaron, y aún así nadie hace nada”, lamenta.

En el mismo sentido, Anas Rabea relató cómo apenas saliendo del cruce de Zikkim, su camión fue invadido por la muchedumbre. “Sigues conduciendo a paso lento porque no quieres arrollar a nadie, pero no puedes ver nada. Cuando fui detenido por un grupo armado, me quitaron hasta la harina que llevaba para mi familia”, declaró Rabea. “Cada salida es una lotería de vida o muerte.”

El hambre como fuerza desestabilizadora

Uno de los principales factores que ha hecho que estos envíos se vuelvan tan peligrosos es la creciente hambruna en la región. Desde marzo de 2025, Israel suspendió toda importación hacia Gaza tras el colapso del cese al fuego, lo que dejó a la franja completamente aislada y dependiente de misiones de ayuda externa.

Hoy, cientos de personas se abalanzan sin recato sobre los camiones, como se observó el 4 de agosto cuando miles trataron de tomar ayuda desde la parte trasera de dos vehículos al sur del corredor de Morag.

Esto ha derivado en un mercado negro donde el saco de harina puede alcanzar el equivalente a varios días de salario. Las mafias emergentes han encontrado una nueva fuente de financiamiento y poder: el control del hambre.

Ni Israel ni Hamas ofrecen protección

Según Nahed Sheheibr, también de la Asociación de Transporte Especial, los ataques provienen tanto de las fuerzas israelíes como de clanes violentos de Gaza. Israel, por su parte, ha sido acusado de detener conductores y usarlos como escudos humanos, sin una respuesta oficial. Al mismo tiempo, los clanes locales han saqueado convoyes enteros, con 14 camiones atacados en un solo incidente reciente.

El conductor Hossni al-Sharafi indica que solo puede emplear choferes sin afiliación política y aprobados por Israel, lo que limita significativamente la capacidad operativa de su empresa. Él mismo fue retenido 10 días bajo interrogatorio sin explicaciones claras.

Una vida sin garantías y sin agua

Los testimonios son variopintos pero coinciden en lo esencial: no hay garantías mínimas para quienes transportan la ayuda. A la violencia se suma la falta de suministros para los propios conductores: sin comida ni agua, duermen dentro de sus camiones o en medio del desierto.

La impotencia de no poder entregar la ayuda a quienes más la necesitan, sumada al riesgo de morir o ser arrestado, convierte esta tarea heroica en una empresa suicida.

El costo humano de una logística sin Estado

Así como Gaza se desmorona por la ofensiva prolongada y la ausencia de gobernabilidad, la entrega de ayuda humanitaria se ha convertido en un reflejo de la catástrofe generalizada. La descomposición social, la violencia normalizada y el desgobierno convierten la logística en una pesadilla operativa y moral.

Como resumió un conductor, “no somos soldados, pero estamos en medio de una guerra. No somos comerciantes, pero nos roban como si estuviéramos vendiendo oro. No somos criminales, pero somos tratados como tales”.

Y mientras no se restablezca el orden y la dirección civil que permita la ayuda segura, estos hombres seguirán siendo víctimas en silencio de una tragedia que se libra más allá de las trincheras.

Fuentes:

  • Ministerio de Salud de Gaza
  • Entrevistas con trabajadores locales publicadas en diversos medios internacionales
  • Testimonios recogidos por organizaciones humanitarias y la ONU
Este artículo fue redactado con información de Associated Press