Israel, Gaza y un Conflicto sin Fin: ¿Una Guerra Contra Todos?

Líderes militares israelíes se rebelan contra Netanyahu mientras Gaza se hunde en el hambre y la desesperación

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Una guerra que ya no convence ni a sus propios generales

En un momento crítico de uno de los conflictos más prolongados y degradantes del siglo XXI, varias de las voces más influyentes en la seguridad de Israel —exdirectores del Shin Bet, el Mossad y las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)— han roto el silencio para pedir el fin de la guerra en Gaza. En un video de apenas tres minutos difundido esta semana en redes sociales, estos altos mandos cuestionan abiertamente la estrategia del primer ministro Benjamin Netanyahu y acusan a la ultraderecha israelí de mantener al país "rehén" para prolongar un conflicto que consideran insostenible.

"Esto está llevando al Estado de Israel a la pérdida de su seguridad y su identidad", sentenció Ami Ayalon, exjefe del Shin Bet.

Otro exjefe del mismo servicio de inteligencia, Yoram Cohen, fue aún más directo: "Si alguien imagina que podemos alcanzar a cada terrorista, a cada túnel y a cada arma al mismo tiempo que se rescata a los rehenes, creo que es una fantasía".

La respuesta de Netanyahu: más guerra

Mientras tanto, lejos de considerar una retirada o siquiera una pausa humanitaria, Netanyahu ha prometido intensificar la ofensiva. Ha convocado a su Gabinete de Seguridad para definir la siguiente etapa de la guerra, y presiona al ejército a tomar el control total de la Franja de Gaza, de la cual Israel ya controla un 75% según medios locales.

No obstante, esto podría generar un mayor aislamiento internacional para Israel, profundizar la crisis humanitaria y poner en riesgo a los rehenes aún retenidos por Hamas. Incluso se ha reportado que el jefe del Ejército, el teniente general Eyal Zamir, se opone al plan y podría ser sustituido si no se alinea con la visión del primer ministro.

Un campo de batalla manchado de hambre y muerte

En Gaza, la situación humanitaria se ha tornado catastrófica. Tras casi 22 meses bajo asedio, la población palestina está al borde de una hambruna generalizada. De acuerdo con reportes de la ONU, cientos de civiles han muerto desde mayo cuando intentaban acceder a ayuda humanitaria —ya sea a través de camiones, puntos de distribución o paquetes lanzados desde el aire.

El organismo israelí COGAT, encargado de coordinar la entrega de ayuda, anunció una nueva estrategia: involucrar al sector privado mediante un sistema controlado de comerciantes locales que venderán productos básicos a través de transferencias bancarias. Se espera que esto aligere la presión sobre las organizaciones humanitarias internacionales.

No obstante, defensores de derechos humanos y testigos afirman que los palestinos continúan siendo asesinados por disparos supuestamente disuasorios del ejército israelí. Tan solo el martes, 25 personas murieron en el centro y sur de Gaza, entre ellas 12 que esperaban ayuda cerca de un centro de distribución humanitaria.

Testimonios desde la desesperación

Desde Khan Younis, Mohammed Qassas describe un panorama apocalíptico: “Tengo hijos pequeños, ¿cómo se supone que los alimente? Nadie muestra misericordia. Esto parece el fin del mundo”. Qassas relató cómo la gente debe luchar, literalmente, para obtener alimento de los camiones de ayuda. “Si peleamos, conseguimos comida. Si no, no conseguimos nada”.

El sistema actual es percibido como una mafia. Algunos acaparan cientos de kilos, mientras otros apenas consiguen unas pocas onzas. Las escenas de hombres regresando a casa cargando harina junto a cadáveres o heridos se han vuelto cotidianas.

Otro residente, Yusif Abu Mor, asegura que los sitios de ayuda se han convertido en trampas mortales: “Esta ayuda está manchada de humillación y sangre”.

Israel y el riesgo de una crisis moral interna

La fractura en el liderazgo israelí no puede subestimarse. En un país donde la seguridad nacional ha sido históricamente el cimiento ideológico de su unidad, el hecho de que figuras clave del aparato de defensa cuestionen la estrategia oficial supone un terremoto político y moral.

Las duras críticas al gobierno de Netanyahu no provienen de activistas o figuras marginales, sino de archiveros del Estado profundo israelí. Exlíderes que construyeron —y aún moldean— la doctrina del poder israelí ante sus vecinos. Su señal de alarma plantea una pregunta urgente: ¿hasta cuándo podrá mantenerse una guerra sin el respaldo interno necesario?

Ayuda humanitaria: envoltorios de esperanza sin sustancia

Los lanzamientos aéreos de ayuda por parte de países amigos no han sido suficientes ni eficientes. Tanto la ONU como organizaciones de ayuda señalan que estas operaciones son costosas, riesgosas y capaces de distribuir cantidades mínimas en comparación con los convoyes terrestres.

A pesar de que se han flexibilizado algunas restricciones para permitir la entrada de productos esenciales por parte del sector privado, tanto la Media Luna Roja Palestina como Médicos Sin Fronteras advierten que las condiciones para la distribución segura no están garantizadas. El acceso sigue siendo esporádico, y la violencia es una amenaza constante.

En este escenario, el temor de que los rehenes caigan también en la espiral de hambre ha sido un factor que preocupa a los familiares israelíes, quienes critican tanto a Hamas como al gobierno israelí por no haber encontrado una solución negociada después de casi dos años de conflicto.

Netanyahu: atrapado entre la espada de la derecha y la pared del ejército

Netanyahu apuesta por demostrar fuerza para frenar la presión política interna —especialmente de su base de apoyo ultraderechista— y la internacional, cada vez más escandalizada por las consecuencias del conflicto. Sin embargo, su capacidad para mantener el equilibrio es incierta.

Los desacuerdos dentro del gabinete de seguridad y con los mandos militares podrían precipitar una crisis política. Varios analistas políticos israelíes han sugerido que si Zamir dimite o es retirado tras oponerse al avance total sobre Gaza, podría desatarse una cadena de dimisiones y rupturas dentro del mismo Likud, el partido de Netanyahu.

Internacionalmente: un consenso creciente por el alto al fuego

Una creciente coalición de países, desde potencias europeas hasta socios regionales como Egipto y Jordania, reclaman un alto al fuego incondicional. Naciones Unidas ha elevado el tono de sus denuncias, y entidades como Human Rights Watch y Amnistía Internacional advierten de posibles crímenes de guerra, tanto por parte de Hamas como del gobierno israelí.

El aislamiento diplomático de Israel se intensifica. Incluso aliados tradicionales como Estados Unidos han moderado su postura, especialmente ante presiones electorales y de opinión pública contrarias al apoyo incondicional a Netanyahu.

¿Hacia un punto de no retorno?

En esta etapa del conflicto, la pregunta ya no es quién ganará, sino cuánto se está dispuesto a perder. En vidas, respeto internacional y equilibrio regional. Con una Gaza devastada, un Israel dividido y una comunidad internacional alarmada, la guerra parece estar devorando incluso a quienes la comandan.

Más allá del conflicto armado, el riesgo más grande podría ser perder la brújula ética. Y en esa batalla, el silencio ya no es una opción.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press