Justicia, racismo y brutalidad: el caso de Rashaud Johnson estremece a Colorado

La muerte del comediante afroamericano en manos de la policía reaviva debates sobre abuso de poder, racismo sistémico y fallas en la atención de crisis de salud mental

Un nuevo caso que sacude a Aurora

La ciudad de Aurora, Colorado, vuelve a ocupar titulares nacionales y no por razones alentadoras. En esta ocasión, el nombre de Rashaud Johnson, un comediante afroamericano de 32 años, es el epicentro de una controversia que involucra brutalidad policial, racismo institucionalizado y falta de protocolos adecuados para abordar crisis de salud mental. Su muerte a manos del oficial Brandon Mills el pasado 12 de mayo ha generado una nueva ola de indignación social.

Los hechos: una escalada que pudo evitarse

Los detalles revelan una escena que, según los abogados de los padres de Johnson, denota negligencia criminal y racismo sistémico. Johnson, según los reportes, caminaba descalzo en un vasto lote de estacionamiento cerca del aeropuerto, en evidente crisis emocional. Los empleados del estacionamiento realizaron al menos cinco llamadas al 911 en un lapso de dos horas, alertando del comportamiento errático de Johnson.

El oficial Mills llegó al lugar de manera solitaria, sin asistencia especializada en salud mental. De acuerdo con la cámara corporal, cuando Johnson no respondió las órdenes verbales, Mills usó su bastón y Taser antes de que ambos se trabaran en una lucha en el suelo. Johnson logró tomar uno de los cartuchos de repuesto de armas del oficial, pero nunca portó un arma de fuego. Tras empujarlo, Mills lo amenazó con dispararle si no se detenía. Johnson avanzó lentamente, desarmado, y fue abatido a una distancia de unos cinco metros.

Víctima de una crisis ignorada

Johnson, además de ser comediante, enfrentaba problemas de salud mental. Su condición no fue evaluada ni se siguieron los protocolos usuales para intervenir en crisis psicológicas. Según abogadas especializadas, “el uso de la fuerza fue completamente desproporcionado a la amenaza potencial.”

El caso cobra aún más gravedad si se considera que el oficial esperó cinco minutos para recibir apoyo, sin prestar auxilio médico al herido, que agonizaba en el suelo. Solo una vez reducido y esposado, se colocó una mano en una de las heridas, cuando ya era demasiado tarde.

Respuestas oficiales y falta de claridad

La oficina del fiscal del distrito, encabezada por Brian Mason, aún no ha determinado si se presentarán cargos criminales. Mientras tanto, la policía de Aurora realiza su propia investigación interna. El abogado del municipio señaló que, como en todo caso, más allá de un video, hay hechos por establecer.

No obstante, la comunidad exige respuestas más contundentes. Como declaró la madre de Johnson, la veterana militar Taushica Carter: “Alguien que se creía Dios decidió quitarle la vida a mi único hijo”. Entre lágrimas, dijo no comprender cómo un agente entrenado decide ejecutar a una persona desarmada, en lugar de contenerla o prestarle asistencia.

Un patrón repetido en Aurora

La ciudad de Aurora no es ajena a la polémica por acciones policiales. Uno de los casos más impactantes y similares es el de Elijah McClain, un joven afroamericano asesinado en 2019 tras ser detenido violentamente por agentes y recibir una inyección letal de ketamina. La muerte de McClain generó indignación nacional y presiones para reformar a fondo el departamento de policía de Aurora.

Tanto en el caso de McClain como en el de Johnson, el denominador común es el trato violento, la ausencia de protocolos para crisis mentales y la letalidad contra personas negras que no representan una amenaza inmediata. Este patrón ha sido ampliamente denunciado por organizaciones como NAACP y Color of Change.

Números que gritan: violencia policial en EE.UU.

Según un análisis del proyecto independiente Mapping Police Violence, en 2022 al menos 1,192 personas murieron en Estados Unidos a manos de la policía. De esas muertes:

  • El 26% eran personas negras, pese a representar solo el 13% de la población.
  • Casi el 40% involucraban a personas en crisis mental o emocional.
  • En menos del 1% de los casos hubo condenas penales contra los agentes.

Estas cifras avalan el recurrente reclamo de las comunidades afroamericanas: la policía responde de forma letal con desproporción hacia ciudadanos negros, incluso cuando están visiblemente en vulnerabilidad.

¿Una justicia que nunca llega?

La desconfianza en las investigaciones internas y externas es alta. En muchos de estos casos —McClain, George Floyd, Breonna Taylor— el sistema reaccionó tras protestas masivas y presión pública. Pero los procesos judiciales suelen ser lentos, opacos e inefectivos, generando una constante sensación de impunidad estructural.

En palabras del padre del fallecido, Christopher Johnson: “Mi hijo no era un delincuente. Era alguien amado y parte de esta comunidad. Su muerte no solo no era necesaria, sino que representa una herida moral para todos”.

Desmilitarización, reformas y alternativas

Ante casos como este, las voces por reformas en la policía crecen. Una de las propuestas recurrentes es la adopción extendida de equipos multidisciplinarios que incluyan trabajadores sociales, psicólogos y mediadores, especialmente en llamadas relacionadas con salud mental. Además, existe presión por limitar o eliminar el uso de armas letales en estas intervenciones.

También se debate sobre la necesidad de:

  • Reducir el presupuesto armado de la policía y redirigirlo a programas comunitarios.
  • Implementar sistemas de rendición de cuentas más rápidos e independientes.
  • Aumentar el entrenamiento en resolución no violenta de conflictos.
  • Prohibir la intervención en solitario ante posibles crisis mentales o adicciones.

¿El final de la historia?

Mientras las investigaciones siguen su curso, el impacto sobre la familia Johnson y la comunidad de Aurora es profundo. La madre de Rashaud ha prometido que luchará hasta el final porque la muerte de su hijo tenga un propósito: “No puedo quedarme en el dolor, tengo que pelear por justicia, por él y por todos los que vendrán después.”

Activistas y defensores de los derechos civiles han convocado manifestaciones y vigilias en la ciudad para exigir justicia y honrar la memoria de Rashaud Johnson, quien se suma —dolorosamente— a la larga lista de personas racializadas asesinadas por fuerzas del orden en Estados Unidos.

“La ausencia de arma no equivale a ausencia de peligro”, dijo el jefe de policía en una rueda de prensa. Pero en una sociedad democrática, el deber de la policía no es eliminar peligros: es mediar, proteger y garantizar el derecho a vivir, incluso cuando alguien está en crisis.

Este caso no debería perderse entre estadística y burocracia. Rashaud no es un número: es una vida truncada que exige memoria, cambio y justicia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press