La Nueva Carrera Armamentística: ¿Estamos Regresando a la Guerra Fría?
El fin de la moratoria rusa sobre misiles de alcance medio desata inquietudes globales mientras se intensifican los enfrentamientos geopolíticos entre Moscú, Washington y la OTAN
Un paso atrás hacia la inestabilidad estratégica
El reciente anuncio del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, en el cual declara el fin de su moratoria autoimpuesta sobre el despliegue de misiles nucleares de alcance medio, podría marcar un punto de inflexión geopolítico tan peligroso como alarmante. No es solo una declaración diplomática; es una advertencia clara de que Moscú está dispuesto a reposicionar su arsenal militar si lo considera necesario. Y todo ocurre en un contexto donde el velo de la Guerra Fría parece volver a cubrir el horizonte internacional.
El contexto: despliegues, amenazas & tensiones renovadas
Según Moscú, la decisión responde directamente a las acciones de Estados Unidos y sus aliados respecto al desarrollo y despliegue de nuevos sistemas de misiles como el Typhoon y el Dark Eagle, que está previsto que lleguen a Alemania el próximo año. También han mencionado la participación creciente de la OTAN en la guerra de Ucrania como causa directa de sus acciones.
"Las acciones de Estados Unidos y sus aliados crean potenciales misilísticos desestabilizadores cerca de Rusia, representando una amenaza directa para la seguridad de nuestro país", afirmó el comunicado oficial.
¿Qué son los misiles de alcance medio?
Los misiles de alcance medio pueden viajar entre 500 y 5.500 kilómetros. Son más difíciles de interceptar y, por su velocidad y proximidad, requieren decisiones más rápidas y elevan peligrosamente la posibilidad de errores catastróficos. Este tipo de arsenal fue regulado por el Tratado INF (Intermediate-Range Nuclear Forces) firmado en 1987 entre EE. UU. y la URSS. Ese tratado, históricamente considerado como uno de los pilares del control de armas, colapsó en 2019 tras acusaciones mutuas de incumplimiento por parte de ambas potencias.
¿Qué implica el despliegue de los misiles Oreshnik?
Según informes militares rusos, los nuevos misiles Oreshnik que serán desplegados en Bielorrusia próximamente, tienen el alcance suficiente como para atacar cualquier punto dentro del continente europeo. Además, pueden portar cabezas nucleares y viajar a velocidades de hasta Mach 10, lo que los hace, según el Kremlin, "virtualmente imposibles de interceptar". Vladimir Putin ha descrito su uso en ataques convencionales como "tan devastadores como un ataque nuclear".
Un ciclo de amenazas mutuas
Por su parte, el expresidente estadounidense Donald Trump ha respondido con la orden de reubicar submarinos nucleares estratégicos como señal de disuasión. Esta decisión fue provocada por declaraciones del exmandatario ruso Dmitry Medvédev, quien advirtió a Trump que "cada nuevo ultimátum es una amenaza y un paso hacia la guerra". Medvédev también aseguró que la retirada rusa de la moratoria es simplemente "el resultado de la política anti-rusa de los países de la OTAN".
La reciente retórica de Medvédev, considerado el segundo del Consejo de Seguridad ruso, ha sido particularmente beligerante, posiblemente para ganarse el favor de Putin. Las amenazas nucleares no han sido poco frecuentes desde el inicio de la guerra en Ucrania. Esta postura ha llevado a algunos expertos a preguntarse si los mecanismos globales de control de armas están colapsando irremediablemente.
El rol de la OTAN y el apoyo a Ucrania
A esto se suman las constantes acciones de la OTAN, que ha comenzado a coordinar entregas regulares de paquetes masivos de armas a Ucrania. Estas operaciones han intensificado la tensión entre Rusia y Occidente. Solo la semana pasada, Países Bajos anunció un envío de 500 millones de euros en sistemas de defensa aérea y municiones. Alemania ha prometido adicionalmente dos sistemas Patriot, mientras que se espera que otras potencias europeas sigan el ejemplo.
Es significativo que gran parte de este material militar sea adquirido a Estados Unidos, país que cuenta con los sistemas armamentísticos más tecnológicos del mundo. Sin embargo, es importante destacar que la administración Trump ha suspendido el envío de armas a Ucrania, lo que puede tener efectos inesperados en el equilibrio bélico.
¿Un nuevo capítulo en la historia nuclear?
Desde la disolución del Tratado INF, expertos han señalado los crecientes riesgos de una nueva era de confrontación nuclear. Durante la Guerra Fría, la presencia de misiles de alcance medio en Europa originó una de las crisis más determinantes del periodo: la Crisis de los Euromisiles en los años 80. El temor a un apocalipsis nuclear llevó a Estados Unidos y la URSS a sentarse a negociar.
Hoy, sin embargo, la disposición diplomática parece haberse evaporado. Mientras el Kremlin multiplica sus maniobras militares y despliega los Oreshnik, y mientras la OTAN refuerza líneas de defensa en Europa del Este, se desdibuja el papel de organismos de control como la ONU o la AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica).
Actualmente, el Instituto Kiel, que monitorea el apoyo a Ucrania, ha indicado que Europa ha proporcionado ya más de 72.000 millones de euros en ayuda militar desde febrero de 2022, a diferencia de los 65.000 millones de EE.UU. Esta escalada armamentista, si bien pensada como disuasoria, corre el riesgo de desencadenar un conflicto irreversible.
Nuevas armas, viejos temores
Putin ha comparado el poder destructivo de estos nuevos misiles con fuerzas que antes solo se atribuían al armamento nuclear. Y aunque formalmente algunos ataques puedan ejecutarse con ogivas convencionales, el límite entre lo nuclear y lo no nuclear se vuelve difuso. Esta ambigüedad es, precisamente, uno de los mayores peligros para la seguridad global.
Con esta nueva estrategia rusa y la respuesta militar occidental, todo indica que el mundo ha entrado nuevamente en un ciclo de seguridad reactiva, en el que cada movimiento militar se convierte en provocación y cada provocación en motivo de represalia.
¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar?
Lo que parecía un conflicto regional en Ucrania se ha vuelto el epicentro de una reconfiguración geoestratégica global. La decisión rusa de levantar la moratoria sobre los misiles de alcance medio es más que un desarrollo militar: es una advertencia a Occidente, pero también a la comunidad internacional, sobre los peligros de perder los pocos acuerdos de control armamentístico que aún quedan en pie.
Con armas que pueden alcanzar blancos europeos en minutos, y con una retórica nacionalista creciente en Moscú, Berlín y Washington, estamos entrando en una espiral de incertidumbre donde bastaría un error de cálculo para desencadenar una catástrofe.
Ante este panorama, la diplomacia se presenta como el único antídoto al desastre. Pero cada vez es más débil la voz de los diplomáticos en un mundo en que las decisiones las toman generales y líderes populistas bajo presión.
¿Será esta la última oportunidad de poner freno antes de una catástrofe global? El reloj del Juicio Final vuelve a acercarse peligrosamente a la medianoche.