Murales gigantes en silos: arte monumental que transforma comunidades rurales
El artista australiano Guido van Helten lleva el arte urbano a las alturas del medio oeste de EE. UU., pintando silos que cuentan historias locales en estructuras olvidadas
Guido van Helten, un artista muralista australiano de renombre internacional, está cambiando para siempre el paisaje de las comunidades rurales de Estados Unidos. Su lienzo favorito: los silos de grano que alguna vez fueron el corazón económico de muchos pueblos, hoy convertidos en monumentales obras de arte que reflejan la identidad de estas regiones olvidadas.
Un arte que transforma estructuras olvidadas
En Minot, Dakota del Norte, Guido van Helten se enfrenta a su más reciente desafío: pintar un mural de 360 grados sobre los antiguos silos de Union, una estructura colosal construida en la década de 1950 y que había dejado de operar desde principios de los 90. Esta obra, financiada completamente por donaciones, tendrá un costo estimado de $350,000 dólares, de los cuales ya se ha recaudado el 85%.
La estructura, que domina gran parte del skyline de Minot, no sólo revive visualmente con la intervención de van Helten, sino que también cobra un nuevo significado al convertirse en símbolo de orgullo local. Según Derek Hackett, propietario del edificio, "es una gran manera de darle un nuevo rostro a una propiedad deteriorada y devolverle presencia al horizonte de nuestra ciudad".
Arte monumental, impacto local
Desde su primera intervención mural en un pequeño pueblo australiano de apenas 100 habitantes, van Helten ha visto el poder del arte como una herramienta para resignificar los espacios rurales. “Cuando usas estas antiguas estructuras para compartir historias, se convierten en parte del paisaje, y la gente lo adopta con enorme orgullo”, comentó el artista en una entrevista reciente.
Su enfoque no es simplemente decorativo. Él hace un trabajo de campo exhaustivo, conviviendo con residentes, investigando la historia del lugar, entendiendo su cultura y sus desafíos. Así, cada mural es resultado de un proceso colaborativo que representa fielmente a la comunidad.
De Australia a Minot: una visión global del arte comunitario
Originario de Brisbane, Australia, van Helten tiene ahora 38 años y ha hecho murales en todo el mundo, desde presas en su país natal hasta una torre de enfriamiento abandonada en la zona de exclusión de Chernóbil, en Ucrania. Sin embargo, ha encontrado en los silos del Midwest estadounidense un escenario ideal: enormes superficies verticales y comunidades con historias profundas por contar.
“Me gustan estos lugares alejados, comunidades que a veces pasan desapercibidas, consideradas por muchos como tierras de paso”, afirma. Minot, donde lleva trabajando desde mayo, es una ciudad de casi 50,000 habitantes ubicada cerca del yacimiento petrolero de Bakken y la Reserva India Fort Berthold. Su actual mural toma inspiración de estos paisajes vastos y las visiones culturales distintas sobre la posesión de la tierra, desde los ganaderos hasta las comunidades indígenas.
Un arte que se integra al paisaje
Van Helten se aleja del colorido típico del muralismo latinoamericano o del arte callejero moderno. Utiliza pintura silicato mineral, especialmente formulada para adherirse al concreto, y mezcla tonos específicos acordes al color del silo que va a intervenir. ¿Su objetivo? Que su arte "no compita con el edificio, sino que se integre armónicamente en el paisaje".
Esto le permite crear murales que perduran en el tiempo, tanto física como simbólicamente. Y como en todos sus proyectos, evita dar muchos detalles sobre el resultado final: prefiere que la imagen vaya apareciendo gradualmente, como se revela la historia viva del lugar.
Un mural para unir generaciones
En Minot, las imágenes comienzan a emerger lentamente en los silos: siluetas femeninas, un granero. Aunque aún queda mucho por pintar, cada trazo ya está generando conversación en la comunidad. Chelsea Gleich, portavoz del proyecto, expresa orgullosamente: “Es algo único nuestro, completamente de Dakota del Norte, no encontrarás nada igual en otra parte del mundo”.
Este sentido de pertenencia es una constante en el trabajo del artista. En vez de llevar una visión personal o universal, pone el foco en los relatos locales, en las voces colectivas. Al hacerlo, ayuda a construir puentes entre generaciones, entre culturas, entre pasados industriales olvidados y futuros revitalizados.
Datos que impresionan
- Más de 20 silos transformados por van Helten entre EE. UU., Australia y Europa.
- Alturas típicas de sus obras: entre 20 y 30 metros (hasta 75 pies).
- Cada mural puede tomar de 3 a 6 meses de trabajo, dependiendo del clima y la complejidad de la obra.
- El uso de pinturas de silicato garantiza que sus murales puedan durar más de 30 años sin deteriorarse.
Muralismo como herramienta de revitalización económica
En muchos casos, las intervenciones de van Helten se convierten en atractivos turísticos que revitalizan economías locales. En ciudades rurales con estructuras industriales abandonadas, estos murales traen consigo visitantes, prensa, e incluso nuevas inversiones. Algunas localidades australianas donde intervino anteriormente vieron incrementos del 30% en turismo local tras la instalación de sus murales (fuente: ABC Australia, 2019).
En EE. UU., el Midwest Association of Community Arts está considerando incluir el recorrido de murales rurales como parte de circuitos culturales oficiales, con el objetivo de fomentar el turismo interno y la apreciación del arte contemporáneo fuera de las urbes tradicionales.
¿Arte urbano fuera de las ciudades?
Paradójicamente, la obra de van Helten —ligada muchas veces con el street art— se aleja de las calles para situarse en los lugares donde la calle se funde con el llano abierto. Si bien sus raíces como grafitero son claras, hoy su arte resuena con otras etiquetas: arte público monumental, murales patrimoniales o incluso arquitectura pictórica.
Más allá de los nombres, el efecto está claro: dar nueva vida a lo que estaba olvidado o en ruinas, contar historias que resisten al tiempo y al olvido, pintar el alma de una comunidad sobre los muros rugosos del pasado.
Minot ya espera la inauguración oficial de su mural, que se podrá ver desde casi cualquier punto elevado de la ciudad. Será parte del paisaje, sí; pero también, parte de una nueva narrativa: la que dice que el arte no necesita museos cerrados ni grandes urbes para conmover y construir futuro.