Cambio climático y desastre en Pakistán: la historia que no queremos repetir

Estudio revela que las lluvias monzónicas en Pakistán fueron exacerbadas por el calentamiento global, causando estragos humanos y económicos en un país que apenas contribuye a las emisiones globales

Una catástrofe climática anunciada

En las últimas semanas, Pakistán ha sufrido una de sus peores tragedias meteorológicas recientes: lluvias torrenciales que desencadenaron devastadoras inundaciones, dejando al menos 300 muertos, cientos de desaparecidos y más de 1.600 viviendas destruidas. Y como si la devastación no fuera suficiente, un nuevo estudio ha confirmado que estos fenómenos climáticos fueron amplificados por el cambio climático provocado por el ser humano.

La atribución científica de eventos extremos es un campo relativamente reciente, pero innovador. En este caso, el análisis proviene del grupo World Weather Attribution (WWA), una red internacional de científicos climáticos que se dedica a analizar cuánto influyen las emisiones antropogénicas en fenómenos meteorológicos extremos. Según sus hallazgos, las lluvias monzónicas registradas entre el 24 de junio y el 23 de julio de 2025 en Pakistán fueron entre un 10% y un 15% más intensas debido al calentamiento global.

“Todo lo que quedó fue barro y escombros”

Saqib Hassan, un empresario de 50 años, perdió su casa y las de 18 familiares en Sarwarabad, una localidad al norte del país. “Todos nuestros animales, nuestras granjas... se lo llevó todo el agua en cuestión de horas”, relató por teléfono. Según sus cálculos, sus pérdidas familiares ascienden a más de 100 millones de rupias (360.000 dólares). Eso sin contar el trauma psicológico y la desesperación.

Hassan y su familia solo tuvieron como aviso emergencias lanzadas desde los parlantes de una mezquita cercana. Eso fue todo. Desde entonces, sobreviven con raciones de comida equivalentes a 177 dólares y siete tiendas de campaña proporcionadas por el gobierno.

2025: un año que llegó antes de lo previsto

El científico climático Jakob Steiner, basado en Islamabad, alertó de que el comportamiento extremo del clima en la región ha superado todas las proyecciones. “Muchos eventos que preveíamos para 2050 ya están ocurriendo”, declaró. Steiner, también investigador en la Universidad de Graz, Austria, subraya que el impacto está siendo particularmente brutal en regiones montañosas e hidrográficamente vulnerables como las áreas del Himalaya en Pakistán, Nepal e India.

Una lluvia más intensa significa que estructuras precarias, como puentes y represas hidroeléctricas, simplemente no resisten. En julio, varias represas fueron destruidas por inundaciones en Nepal, y en el norte de India un alud dejó al menos cuatro muertos y cientos de desaparecidos.

Pakistán: víctima de un crimen que no cometió

Irónicamente, Pakistán solo emite menos del 1% de los gases de efecto invernadero globales, pero históricamente ha sido uno de los países más afectados por los estragos del cambio climático. En 2022, otro evento monzónico sin precedentes dejó más de 1.700 personas muertas y pérdidas estimadas en 40.000 millones de dólares.

Según la Organización de las Naciones Unidas, los fondos globales de adaptación y para pérdidas y daños siguen siendo dramáticamente insuficientes. Los países más afectados por el cambio climático, como Pakistán, apenas reciben una fracción de lo que necesitan para adaptarse a un mundo en rápida transformación.

Ciudades en riesgo: el crecimiento urbano descontrolado

Uno de los datos más reveladores del estudio de WWA es la relación directa entre la vulnerabilidad urbana y el número de muertes. Más del 50% de los fallecimientos fueron causados por el colapso de viviendas construidas en zonas propensas a inundaciones. “La mitad de la población urbana de Pakistán vive en viviendas frágiles expuestas a riesgos climáticos”, explicó Maja Vahlberg, investigadora del Centro Climático Cruz Roja/Creciente Rojo.

En ciudades como Karachi, Lahore e Islamabad, el crecimiento descontrolado, la falta de regulación y la escasa resiliencia estructural multiplican los efectos de cada tormenta. Con viviendas construidas con materiales no resistentes a la humedad extrema, muchas de estas estructuras se convierten en trampas mortales ante cada fenómeno meteorológico.

El costo humano y económico de la indiferencia

El drama de Pakistán también visibiliza una injusticia global: los países más pobres están pagando el precio de un problema generado principalmente por los países más ricos. Según datos del Global Carbon Atlas, Estados Unidos y Europa han contribuido con más del 50% de las emisiones históricas acumuladas de CO₂. Aun así, los fondos comprometidos por estos países en cumbres climáticas como la COP26 y COP27 siguen sin materializarse a la escala requerida.

Recientemente, Mariam Zachariah del Imperial College London, coautora del estudio de WWA, destacó: “cada décima parte de grado que aumente la temperatura global hará que las lluvias monzónicas sean aún más intensas”. Y por eso, agregó, la transición hacia energías renovables no solo es una opción: es un imperativo ético internacional.

¿Qué podemos aprender?

Pakistán es, en muchos sentidos, un microcosmos de los desafíos que enfrentaremos en el resto del planeta si no tomamos medidas urgentes. El caso de Sarwarabad no es un simple desastre natural; es una alerta roja global sobre cómo la vulnerabilidad estructural, la pobreza y la negligencia política se entrelazan con las crisis climáticas.

Mientras países industrializados continúan postergando la reducción de sus emisiones, millones de personas —como Saqib Hassan y su familia— enfrentan la amenaza constante del desplazamiento forzado, la pobreza extrema y la muerte. La crisis climática no es solo meteorológica; es social, económica, moral y profundamente política.

El futuro que aún podemos evitar

La historia aún no está escrita. La comunidad internacional tiene el conocimiento científico, la capacidad técnica y —si decide actuar— los recursos para mitigar el impacto de fenómenos extremos. Eso incluye:

  • Construcción de viviendas más resilientes a inundaciones
  • Mejoras en los sistemas de alerta y evacuación
  • Fondos de respuesta inmediata a desastres
  • Inversiones masivas en energías limpias
  • Implementación de políticas climáticas localmente relevantes

Y también implica ampliar la voz de aquellos afectados. Cuando Hassan tiene que reconstruir la vida de toda su familia en una tienda de campaña, nos lanza una pregunta directa: ¿Dónde está la justicia climática?

Es una pregunta que no puede quedar sin respuesta. Porque mientras unos países debaten cuotas de carbono en conferencias internacionales con aire acondicionado, otros ven sus hogares arrastrados por un río embravecido.

Voces desde el epicentro

No quiero compasión, quiero acción”, dice Hassan. Su voz, y la de cientos de miles en Pakistán, Nepal e India, debe convertirse en parte central de cualquier conversación sobre cambio climático. Porque el cambio climático ya no es una amenaza futura: es una realidad presente —y urgente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press