De milagro médico a enemigo político: el sorprendente giro de Trump y RFK Jr. sobre las vacunas de ARNm

Una mirada profunda a la evolución del discurso republicano sobre las vacunas que ayudaron a controlar la pandemia

El milagro de 2020: Las vacunas de ARNm como salvavidas

En medio del caos global generado por la pandemia de COVID-19, Estados Unidos lideró, financiado por el gobierno y empujado por la iniciativa Operation Warp Speed, una de las respuestas científicas más rápidas en la historia de la medicina moderna: el desarrollo de vacunas contra el COVID-19 utilizando la revolucionaria tecnología ARNm (ácido ribonucleico mensajero).

En 2020, el entonces presidente Donald Trump no dudó en atribuirse el mérito de este avance. “Es un milagro médico”, proclamó en la Casa Blanca. El 8 de diciembre de ese año, mientras el país se prepara para el lanzamiento más ambicioso de vacunación masiva, Trump reflexionaba: “Ellos dicen que es algo así como un milagro y creo que es verdad”.

Las vacunas desarrolladas por Pfizer-BioNTech y Moderna utilizaron por primera vez en seres humanos esta tecnología de ARNm, que había sido investigada durante décadas. Antes de 2020, la mayoría de los ciudadanos no estaba familiarizada con el término. Pero de repente, se convirtió en la esperanza global: prometía inmunidad rápida, eficacia superior al 90% y una vía hacia la normalidad.

La maquinaria detrás del milagro: Operation Warp Speed

El general Gustave Perna, quien lideró la coordinación logística de la operación, describió la hazaña como única: “Normalmente se tarda entre cinco y diez años en poner una vacuna en el mercado. Miren lo que hicimos en meses”.

Ese impulso inicial, liderado por el gobierno de Trump y demostrado por personajes como su entonces secretario de Salud, Alex Azar, quien aseguraba que la mayoría de los estadounidenses (>70%) planeaban vacunarse, presentaba una administración unida en torno a la ciencia y el progreso médico.

Incluso el director de los CDC de ese entonces, Robert Redfield, afirmó en septiembre de 2020: “Una vacuna contra el COVID-19 es lo que devolverá a los estadounidenses una vida normal”.

La narrativa cambia: entrada de Robert F. Kennedy Jr.

Corte a 2024. Trump sigue siendo el rostro político del Partido Republicano, pero ahora su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr. —activista conocido por sus posturas antivacunas— ha cancelado 22 proyectos por un valor de $500 millones destinados al desarrollo de vacunas basadas en ARNm.

Esta decisión marca un giro sorprendente desde la narrativa de 2020. Donde antes había entusiasmo, ahora hay pausa. Kennedy declaró recientemente: “Debemos ser cautelosos con la implementación masiva de tecnologías no probadas”.

Lo irónico es que el ARNm se ha convertido en uno de los desarrollos más estudiados y verificados en la historia de la biotecnología. Su aplicación se está investigando para prevenir gripes estacionales, tratar diversos tipos de cáncer e incluso enfermedades autoinmunes.

¿Populismo antes que ciencia?

Trump ha demostrado ser un político compuesto por contradicciones. Tras su derrota en 2020, redobló su esfuerzo por posicionar su gobierno como “el gobierno que salvó el mundo con las vacunas”. Sin embargo, en sus discursos recientes ha evitado hablar del tema.

En un evento en diciembre de 2021 entrevistado por el entonces presentador Bill O’Reilly, Trump reveló haber recibido una dosis de refuerzo y fue abucheado por sus seguidores. Trató de calmar a la audiencia reafirmando: “Tomemos el crédito. No permitamos que nos lo quiten… salvamos millones de vidas”.

Pero dentro del movimiento MAGA (Make America Great Again), surgieron divisiones cuando la ideología antivacunas comenzó a ganar tracción entre sus bases, motivada por la desconfianza hacia instituciones y empresas farmacéuticas.

Datos duros: ¿Funcionaron o no las vacunas de ARNm?

No es solo retórica: la evidencia científica es abrumadora. Según los CDC y la OMS:

  • Las vacunas de ARNm evitaron más de 20 millones de muertes globalmente en el primer año de su implementación (The Lancet).
  • Más del 95% de las hospitalizaciones en EE. UU. entre 2021-2022 por COVID-19 ocurrieron en personas no vacunadas.
  • La eficacia inicial de Pfizer y Moderna contra formas graves del virus superó el 90%.

Además, la plataforma ARNm se está utilizando actualmente en pruebas con vacunas contra el VIH, malaria y varias formas de cáncer, incluyendo melanoma y cáncer de páncreas.

El choque político dentro del Partido Republicano

La decisión de Kennedy Jr. no solo implica un retroceso científico, sino que ha reabierto fracturas ideológicas dentro del partido.

Mientras Trump guarda silencio, algunos aliados como el senador Rand Paul (conocido por sus posturas libertarias y antivacunas) celebraron la cancelación como “una victoria para la libertad médica”. Por otro lado, figuras como Marco Rubio y JD Vance han mantenido un discurso ambiguo, evitando comprometerse fuertemente en uno u otro extremo.

La nueva narrativa pone en riesgo financiamiento clave para el futuro biotecnológico de EE. UU., incluyendo tratamientos oncológicos potenciales y vacunas contra enfermedades emergentes.

Las implicaciones de detener el avance del ARNm

La cancelación no solo afecta a futuras pandemias. También es un mensaje geopolítico. Mientras EE. UU. pausa su camino, China, Alemania (con BioNTech) y Japón invierten cientos de millones en desarrollar una segunda generación de vacunas de ARNm.

El reciente informe del Instituto Pew destaca que, si EE. UU. frena la inversión en este tipo de biotecnología, podría perder su liderazgo en ciencias biomédicas a nivel global.

El Dr. Anthony Fauci, retirado pero aún figura influyente, comentó en una entrevista reciente: “Si abandonamos el ARNm ahora, es como quemar los planos de un cohete porque aún no sabemos viajar a Marte”.

¿Qué está en juego realmente?

No se trata solo de ciencia, sino de cómo la ciencia se cruza con la política y la identidad nacional. La legitimidad de los datos, el poder de la narrativa populista y la necesidad imperiosa de ganar elecciones están superando a las urgencias de salud pública.

La paradoja es evidente: el presidente que fomentó una de las mayores gestas científicas de la medicina moderna, ahora observa en silencio cómo la semilla sembrada por su administración comienza a marchitarse por decisiones políticas internas.

Mientras tanto, millones de estadounidenses con enfermedades crónicas, vulnerabilidades inmunológicas o familiares perdidos en la pandemia siguen esperando que ciencia y política vuelvan a caminar del mismo lado.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press