El caso Elias Rodriguez: antisionismo violento, odio mortal y el impacto del antisemitismo en EE. UU.
La acusación de crímenes de odio en el homicidio de dos funcionarios israelíes en Washington revela un estremecedor repunte del antisemitismo político en tiempos de creciente polarización.
La acusación federal contra Elias Rodriguez tras el brutal asesinato de dos funcionarios de la embajada de Israel en Washington ha puesto a la nación frente a una dolorosa pregunta: ¿Qué tanto ha permeado el antisemitismo en el discurso político y social estadounidense actual? Bajo la fachada de una consigna política, "Free Palestine", el asesino abrió fuego a sangre fría contra dos civiles —Yaron Lischinsky y Sarah Milgrim— alegando que lo hizo "por Gaza". Sin embargo, más allá de las ideologías, están los hechos: dos vidas truncadas y un acto acusado formalmente como crimen de odio.
Un ataque premeditado y un odio evidente
El 22 de mayo, Lischinsky y Milgrim, una joven pareja a punto de comprometerse, salieron de un evento en el Museo Judío Nacional de la capital estadounidense cuando fueron interceptados por Elias Rodriguez. Según documentos judiciales, el acusado había viajado desde Chicago con una pistola guardada en su equipaje facturado. No se trató de un arrebato espontáneo: había comprado el boleto al evento con antelación y fue visto merodeando cerca de la entrada antes de abrir fuego.
Testigos y videos de vigilancia confirmaron que el tirador no solo disparó inicialmente, sino que se aseguró de ejecutar a sus víctimas con disparos adicionales ya en el suelo. Aparentemente, incluso recargó su arma mientras caminaba apresuradamente lejos del lugar del crimen. Posteriormente, ingresó al museo y declaró: "Lo hice por Palestina, lo hice por Gaza, estoy desarmado".
Estas palabras espontáneas, así como sus comentarios ante los detectives de que admiraba al soldado que se inmoló frente a la Embajada de Israel en febrero de 2024, fueron incorporados al expediente por los fiscales como evidencia del motivo antisemita del asesinato.
¿Antisionismo o antisemitismo disfrazado?
Las palabras "Free Palestine" han sido empleadas globalmente como símbolo de resistencia política o apoyo a la causa palestina. No obstante, este es uno de los casos en que la consigna se convierte en escudo de un acto de odio. Elias Rodriguez no atacó bases militares israelíes, ni siquiera una entidad gubernamental; su objetivo fueron personas judías, concretamente diplomáticos que participaban en un evento cultural.
Analistas legales coinciden en que este tipo de lenguaje político, cuando se mezcla con violencia dirigida a personas específicas por su nacionalidad o religión, puede y debe ser considerado antisemitismo. El caso de Rodriguez se convierte así en uno de los más emblemáticos del retorno de crímenes de odio antijudío en EE. UU.
El resurgimiento del antisemitismo en América
Los ataques a personas judías han ido en ascenso en Estados Unidos. Según el Anti-Defamation League (ADL), solo en 2023 se reportaron más de 3,697 incidentes de antisemitismo, lo que representa un incremento del 39% respecto al año anterior. A raíz del conflicto en Gaza iniciado en octubre de 2023, se ha detectado una escalada considerable de discursos de odio en plataformas digitales y universidades norteamericanas.
La historiadora Deborah Lipstadt, enviada especial del Departamento de Estado para Monitorizar y Combatir el Antisemitismo, señaló recientemente en una conferencia en Georgetown que "un número alarmante de individuos están confundiendo legítima crítica política con odio étnico o religioso. Y están actuando en consecuencia".
Motivaciones personales, ideología importada
El hecho de que Rodriguez admirara públicamente al soldado estadounidense que se quemó a lo bonzo como protesta contra el apoyo militar a Israel, da pistas sobre una radicalización silenciosa. Este tipo de idealización del martirio político ha sido documentada por expertos como una puerta de entrada directa al extremismo violento. De hecho, las autoridades han calificado el atentado como previamente planificado con motivaciones ideológicas.
Rodriguez actualmente enfrenta nueve cargos en la corte federal de Washington, incluyendo homicidio con agravantes, uso de arma de fuego y crimen de odio con resultado de muerte. El Departamento de Justicia ha añadido hallazgos especiales que podrían abrir la puerta a una sentencia de pena de muerte.
¿Un caso aislado o reflejo de algo más profundo?
Aunque ataques como este no son frecuentes, sí son simbólicos. Representan el cruce peligroso entre la radicalización política, la xenofobia y el extremismo. No solo se ha producido muerte, sino que se ha reforzado un clima de miedo en la comunidad judía estadounidense.
Después del crimen, el área frente al Museo Judío se convirtió en un pequeño santuario de velas, flores y banderas de Israel en honor a Lischinsky y Milgrim. Decenas de personas se reunieron a llorar por una pareja con un futuro brillante que fue segado por una ideología de odio.
La justicia como mensaje
Este proceso judicial no solo determinará si Elias Rodriguez pasará el resto de su vida en prisión o enfrentará la pena capital. También marcará una línea divisoria entre la libertad de expresión y la incitación violenta. Esta será una prueba importante sobre cómo el aparato legal de EE. UU. maneja los crímenes de odio en un contexto post 7-O, cuando las tensiones entre comunidades judías, musulmanas y pro-palestinas están más enconadas que nunca.
En tiempos de polarización y redes sociales donde proliferan teorías conspirativas y desinformación, casos como este nos recuerdan que las palabras importan. Que las consignas usadas irresponsablemente pueden tener consecuencias sangrientas. Y que el odio no nace de un vacío: se alimenta de discursos públicos, líderes radicales y omisiones cómplices.
La historia de Yaron y Sarah debería ser una llamada de alerta para todos. No porque muriesen dos diplomáticos israelíes, sino porque fueron asesinados por ser judíos. Y eso, en pleno siglo XXI y en la capital de uno de los países democráticos más relevantes del planeta, no puede ser tratado como un caso aislado.