Campamentos juveniles en Texas: ¿cómo salvar vidas ante un clima cada vez más impredecible?

Tras las trágicas inundaciones del 4 de julio, los legisladores texanos buscan transformar la seguridad en campamentos infantiles con planes de emergencia más robustos

Las devastadoras lluvias que azotaron Texas el pasado 4 de julio no solo dejaron un saldo fatal de al menos 137 personas fallecidas, incluidos 27 jóvenes de un campamento, sino que también encendieron todas las alarmas en cuanto a la preparación y protocolos de los campamentos juveniles ante desastres.

Ante esta tragedia, que afectó especialmente a Camp Mystic en el condado de Kerr, la legislatura estatal está buscando soluciones concretas para evitar que una situación así se repita. En una audiencia de la Comisión de Cultura, Recreación y Turismo de la Cámara de Representantes, directores de campamentos del centro de Texas ofrecieron un análisis profundo de lo que falla y lo que debe cambiar.

¿Qué salió mal?

Jane Ragsdale, directora de Camp Heart O' The Hills y prima del director de Camp Champions, Steve Baskin, fue una de las víctimas mortales de las inundaciones. Su fallecimiento puso rostro humano a un fallo sistémico: se requiere más que una buena intención para proteger vidas.

Steve Baskin, quien también está en la junta directiva de la American Camp Association, destacó que muchos campamentos cumplen con la exigencia mínima estatal: tener un plan de emergencia escrito y visible. Pero esa documentación, dice, "no pasa de ser un simple checklist sin valor práctico si no se aplica, entrena y actualiza".

Planes ineficientes, estructuras insuficientes

Actualmente, la Texas Department of State Health Services solo verifica la existencia de un plan, sin evaluar si este es o no efectivo. Esto ha levantado críticas, especialmente cuando las áreas inundables aumentan y la frecuencia de tormentas severas es cada vez mayor.

Meg Clark, directora de Camp Waldemar, explicó cómo su campamento reaccionó la madrugada del 4 de julio. Aunque el río se desbordó, lograron evitar víctimas porque todas las cabañas estaban construidas fuera del plano de inundación. Además, ya tenían pautas claras de permanencia en refugio y un sistema eficiente de comunicación con los padres.

Reformas legislativas en marcha

Se han presentado al menos 10 proyectos de ley en la sesión especial legislativa que finaliza el 19 de agosto. Algunas de las propuestas incluyen:

  • Realizar simulacros obligatorios de evacuación.
  • Incluir chalecos salvavidas en cabañas junto al río.
  • Equipar campamentos con sirenas o radios meteorológicos independientes de la red eléctrica.
  • Exigir la participación activa de la Texas Division of Emergency Management al validar planes de emergencia.
  • Designar un "coordinador regional" o "quarterback" que actué como líder durante una catástrofe.

Sin embargo, los expertos son cuidadosos: cada campamento debe implementar soluciones adaptadas a su ubicación específica. No existe una receta única, y recomendaciones excesivamente genéricas podrían generar caos en lugar de protección.

Un plan debe ser multi-capa

La experiencia de estos campamentos ha demostrado que la protección efectiva pasa por capas redundantes de preparación: protocolos preventivos, sistemas de alerta, coordinación comunitaria y flexibilidad táctica.

Steve Baskin enfatizó que un plan debe distinguir entre una alerta de inundación y una advertencia de inundación, y las acciones del personal deben cambiar según el nivel de amenaza:

  • Alerta: preparación logística.
  • Advertencia: movilización inmediata o refugio interior.

¿Tecnología o tradición?

En Kerr County, la infraestructura digital es limitada. Clark mencionó que en Camp Waldemar utilizan dos sistemas distintos de radiofrecuencia para no depender de celulares. Además, aconsejó mantener el uso de dispositivos como walkie-talkies, radios meteorológicas de batería y, en algunas zonas, incluso cuernos de aire comprimido.

Y no todo es cuestión de tecnología. Ambos directores defendieron la política de no teléfonos móviles entre los niños durante el campamento. "Parte de la magia de estos espacios radica en desconectarse del mundo digital y convivir en comunidad," explicó Clark.

La cultura de la seguridad, una mentalidad

Clark recalcó que para evitar tragedias, la seguridad debe ser parte de la cultura del campamento. En Camp Waldemar, todos los veranos los 150 miembros del equipo reciben orientación especializada en clima extremo, evacuación y dinámica con los niños.

Además, los equipos de emergencia locales entrenan en el mismo campamento antes de cada temporada estival. De este modo, ya conocen la disposición de las instalaciones, el personal y los puntos críticos.

Tragedias evitables en la era del cambio climático

Las lluvias del pasado julio no fueron aisladas. Según un estudio reciente liderado por el World Weather Attribution Group, las lluvias fatales en Pakistán de 2022 también estuvieron relacionadas con el calentamiento global. Y no es casualidad, ya que 2023 y 2024 están en camino de ser los años más cálidos jamás registrados (según la NASA Climate).

Texas está experimentando el impacto del cambio climático en forma de eventos cada vez más extremos: huracanes, sequías, olas de calor e inundaciones en áreas antes consideradas seguras. Si los campamentos no evolucionan en su preparación frente a estas condiciones, las consecuencias seguirán siendo funestas.

Más allá de los campamentos: una llamada nacional

Estados como California o Colorado ya han empezado a implementar políticas más firmes tras tragedias similares. En 2021, en Colorado, una niña de 12 años murió arrastrada por una riada en un programa para jóvenes al aire libre. Desde entonces, los protocolos estatales se actualizaron para exigir guías formados en primeros auxilios específicos en clima extremo.

Texas puede y debe liderar este cambio a nivel nacional. Si bien es uno de los estados con más campamentos juveniles del país, su legislación en seguridad sigue siendo insuficiente, según datos del American Camp Association.

Un futuro seguro requiere acción hoy

Como dijo el legislador Will Metcalf al cerrar la audiencia: "No se trata de perder la esencia del campamento, sino de protegerla para futuras generaciones." Su reconocimiento a Clark y Baskin fue tan personal como institucional: sus hijas gemelas forman parte de esa generación.

La tragedia del 4 de julio ha dejado una cicatriz imborrable. Pero también puede ser el golpe de realidad que lleve a Texas a convertirse en referente nacional en seguridad infantojuvenil ante desastres naturales.

Porque proteger la infancia no basta con albergarlos; hay que resguardar también su futuro.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press