El juego geopolítico de los aranceles: cómo los impuestos comerciales de Trump están afectando a los consumidores
Con aumentos históricos de aranceles a bienes importados, los hogares estadounidenses enfrentan mayores precios, tensiones diplomáticas y un panorama económico cada vez más polarizado
Un regreso a los aranceles del pasado
Estados Unidos ha iniciado un nuevo capítulo en su historia comercial con uno de los aumentos de aranceles más agresivos desde la década de 1930. Con una tasa promedio del 18.6% sobre productos importados, el impacto en los bolsillos de los consumidores y en la economía global es innegable.
Este aumento marca una reversión de décadas de políticas orientadas hacia el libre comercio. Según el Budget Lab de Yale, este incremento acarreará un costo promedio de $2,400 para cada hogar estadounidense, elevando los precios de alimentos, ropa, electrodomésticos y más.
¿Por qué estos aranceles ahora?
El presidente Donald Trump ha justificado esta medida como un intento para "nivelar el campo de juego" y revitalizar la manufactura nacional. En abril, anunció aranceles de entre 15% y 55% a productos provenientes de 66 países, incluido el 55% a bienes chinos si no se alcanza un acuerdo comercial antes de la próxima semana.
"Estados Unidos ha estado en desventaja durante mucho tiempo. Es hora de actuar", declaró Trump a mediados de julio. Entre los países más afectados están India (aranceles hasta del 50% en compra de petróleo ruso), Brasil (50%), Canadá (35%) y la Unión Europea (15%).
¿Quién paga realmente estos impuestos?
Los aranceles son impuestos que pagan las empresas importadoras. Pero, en la práctica, ese costo se traslada al consumidor. Por eso, sectores como el minorista, manufacturero y alimentario ya sienten la presión.
Jonathan Gold, vicepresidente de políticas de cadena de suministro en la National Retail Federation, expresó: “Los minoristas han logrado evitar subir precios, pero los nuevos aranceles aumentarán significativamente los costos para todos.”
El Departamento de Comercio ya ha reportado que los precios aumentaron un 2.6% en junio, frente a un 2.4% anual en mayo. El índice de precios al consumidor también mostró alzas en alimentos, juguetes y muebles.
Moda, tecnología y comida: los sectores más golpeados
- Ropa y calzado: Según Yale, los precios de zapatos podrían aumentar un 39% en el corto plazo, y estabilizarse un 19% por encima de los valores actuales. Las prendas de vestir podrían subir 37% inicialmente.
- Alimentos y bebidas: Productos que Estados Unidos no produce en suficiente cantidad —como café, bananas, pescado, vino y licores— serán los primeros en reflejar el aumento.
- Electrodomésticos: Aunque grandes cadenas han amortiguado costos, los primeros incrementos ya son evidentes desde junio.
- Tecnología: Se avecina un arancel del 100% para microchips no producidos en EE.UU., lo que podría alterar por completo precios de celulares, ordenadores y automóviles eléctricos.
La U.S. Wine Trade Alliance alertó que aranceles de 15% a vinos y licores europeos podrían provocar 25,000 despidos en Estados Unidos, con pérdidas de hasta $2 mil millones.
El caso de la industria automotriz: tiempo prestado
Mientras tanto, los fabricantes de automóviles han sido cautelosos. Marcas como Ferrari implementaron un recargo del 10% en sus modelos vendidos en EE.UU., a la espera de más definiciones. Toyota ya reportó una caída del 37% en ganancias en el segundo trimestre de 2025, atribuyéndola en parte a los aranceles. General Motors prevé pérdidas entre $4 mil y $5 mil millones este año.
Manipulación política: ¿tarifas con intereses ocultos?
Críticos señalan que las políticas arancelarias también han sido utilizadas estratégicamente con fines políticos. Un ejemplo escandaloso fue el acuerdo entre Paramount y Skydance, intermediado con influencias del Ejecutivo y un pago de $16 millones a Trump, percibido por muchos como un soborno encubierto para obtener aprobaciones federales.
El caso evidencia cómo los intereses económicos y políticos se entrelazan peligrosamente en un entorno que debería más bien promover competencia transparente.
¿Qué dice la historia?
Los aranceles reviven fantasmas de 1930, cuando el Acta Smoot-Hawley disparó tarifas e intensificó la Gran Depresión. De hecho, el actual promedio arancelario no era alcanzado desde ese entonces.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió en 2019 que guerras comerciales como la de EE.UU. y China pueden reducir el PIB global en un 0.8% y advirtió más sobre inflación que sobre crecimiento.
Dudas legales y una economía incierta
Muchas de las acciones del presidente han recurrido a prerrogativas de emergencia, como la Section 232 of the Trade Expansion Act, desafiadas ya en tribunales. La Corte Suprema podría revisar la legalidad de estos poderes, en un fallo que alteraría por completo la política comercial estadounidense.
Además, Trump canceló la exención de impuestos (de minimis) para paquetes de menos de $800, afectando al e-commerce global y dificultando aún más las ventas a consumidores estadounidenses.
Y ahora, ¿qué sigue?
Si bien algunos sectores ven oportunidades para sustituir importaciones con producción nacional, lo cierto es que en muchos rubros —ropa, café, microchips, vinos— eso es inviable. La escasez de oferta interna solo empuja los precios hacia arriba.
La pregunta crucial es si el consumidor estadounidense está dispuesto a pagar la factura de una política que, si bien busca justicia comercial, también genera inflación, incertidumbre diplomática y puede llevar a represalias de otros países.
La historia entrelaza sus lecciones con la realidad moderna. Solo el tiempo dirá si los aranceles actuales estimularán la economía —o la ralentizarán peligrosamente justo en un año electoral.