El tiroteo en Fort Stewart: Héroes en la tragedia y las preguntas sin respuesta de un sistema bajo presión
El ataque armado en una base militar de Georgia conmociona al país y despierta interrogantes sobre la seguridad dentro del ejército estadounidense
FORT STEWART, GEORGIA — El reciente tiroteo perpetrado por un sargento en la base militar de Fort Stewart ha dejado cinco soldados heridos y ha puesto nuevamente el foco sobre los problemas de seguridad interna en instalaciones que, en teoría, deberían estar entre las más seguras de Estados Unidos. Pero, más allá de la violencia y la tragedia, también surgieron historias de heroísmo y valentía que merecen ser reconocidas.
Un ataque inesperado en uno de los fuertes más grandes del país
El miércoles 6 de agosto de 2025, poco antes del mediodía, el sargento Quornelius Radford, de 28 años, abrió fuego con un arma personal contra sus propios compañeros en el complejo de la 2.ª Brigada Blindada de Fort Stewart. El ataque dejó a cinco soldados con heridas de bala, tres de ellos tuvieron que ser sometidos a cirugía.
El atacante fue reducido rápidamente gracias a la intervención heroica de varios soldados desarmados que, según relató el Secretario del Ejército Dan Driscoll, “no dudaron en correr hacia el atacante armado mientras disparaba contra sus compañeros, arriesgando sus vidas para salvar a otros”.
Este acto de valentía ayudó a evitar una tragedia todavía mayor. Radford fue detenido unos 35 minutos después del inicio del tiroteo, y el área estuvo bajo cierre durante poco más de una hora. Los heridos se encuentran estables y sus condiciones son monitoreadas con esperanza.
¿Quién es Quornelius Radford?
Radford, quien se unió al ejército en enero de 2018 como sargento proveedor, no tenía antecedentes de despliegue en conflictos bélicos. Sin embargo, había enfrentado problemas legales recientemente. Tenía pendiente una audiencia judicial para el 20 de agosto por conducir bajo la influencia del alcohol y pasarse una luz roja.
Su conducta hasta ahora no sugería predisposición a la violencia, lo que hace que el tiroteo sea aún más inexplicable. Las autoridades aún no han compartido información sobre un posible motivo. Tampoco se ha confirmado si el arma usada estaba registrada legalmente.
Una historia que se repite: violencia dentro del ejército
Desgraciadamente, este tipo de actos violentos no es un hecho aislado en la historia reciente del ejército estadounidense. En los últimos 15 años, ha habido múltiples tiroteos en bases militares:
- 2009: El psiquiatra militar Nidal Hasan mató a 13 personas en Fort Hood, Texas.
- 2013: Un contratista de defensa disparó contra sus colegas en el Washington Navy Yard, dejando 12 muertos.
- 2014: Otro tiroteo en Fort Hood dejó tres muertos y más de 10 heridos.
- 2019: Un estudiante de aviación saudí mató a tres personas en la Estación Aérea Naval de Pensacola.
Estas tragedias exponen una realidad incómoda: ni siquiera las instalaciones militares están exentas de la epidemia de violencia armada que afecta a Estados Unidos. Más allá del control de armas, también se señalan fallas en la detección temprana de problemas de salud mental y conductas de riesgo entre los soldados.
El debate sobre la salud mental en las fuerzas armadas
Una de las principales preocupaciones que surgen tras cada uno de estos episodios es el estado de salud mental de los atacantes. En el caso de Radford, no se ha revelado si enfrentaba algún tipo de trastorno psicológico diagnosticado, pero su historial reciente y sus acciones sugieren que podría haber señales que no fueron atendidas con el debido cuidado.
De acuerdo con un informe del Departamento de Defensa de 2023, el 25% de los soldados en activo presentó síntomas compatibles con ansiedad o depresión, y más del 14% admitió pensamientos suicidas en el último año. Estas estadísticas alarmantes refuerzan la necesidad de crear programas de prevención más efectivos.
“No se trata solo de entrenar soldados. Se trata de cuidar seres humanos que además están expuestos a niveles altos de estrés y trauma”, dijo la psicóloga militar Dra. Evelyn Romero a Military Times.
Protocolos de seguridad en duda
También queda en entredicho el alcance real de los protocolos de seguridad dentro de bases como Fort Stewart. Esta instalación alberga a más de 20,000 miembros del Ejército y sus familias. Cuenta con estrictos accesos, pero la mayoría de las armas personales no están prohibidas, lo que permite el ingreso de armas letales a espacios laborales sensibles.
El atacante utilizó su arma privada en una zona donde no debía llevarla según las reglas militares, lo que plantea la pregunta: ¿cómo se le permitió subir con un arma a su lugar de trabajo?
Las voces del heroísmo
En medio del caos, las historias de coraje marcan la diferencia. Uno de los soldados saltó sobre el atacante armado, sin nada más que su convicción de proteger a los demás. Otro se colocó encima del agresor para inmovilizarlo. Ambos permanecen en anonimato, pero sus superiores han clamado para que sean reconocidos públicamente.
“Estaban desarmados, al igual que sus compañeros. Vieron lo impensable y decidieron actuar. Su entrenamiento y su humanidad se impusieron al miedo”, destacó el general John Lubas, comandante de la 3.ª División de Infantería.
¿Y ahora qué?
La investigación continúa con la participación del FBI, y se ha confirmado un proceso judicial federal contra el sargento Radford. El incidente ha llevado a nuevas revisiones de seguridad interna y propuestas de reformar las reglas sobre posesión de armas en bases militares.
Pero más allá de lo inmediato, este ataque deja heridas emocionales y preguntas sin respuesta: ¿Estamos realmente cuidando a quienes nos protegen? y ¿cómo evitamos que esta historia se repita?
Mientras tanto, los héroes anónimos de Fort Stewart nos recuerdan que, incluso en los momentos más oscuros, el espíritu de servicio y sacrificio sigue brillando donde más se necesita.