Tensión en el Sudeste Asiático: Tailandia y Camboya pactan un frágil alto al fuego mientras crecen las acusaciones

La histórica disputa fronteriza entre Tailandia y Camboya revive con enfrentamientos armados, acusaciones de crímenes de guerra y un proceso de paz que pende de un hilo

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Por décadas, la frontera entre Tailandia y Camboya ha sido una zona cargada de tensión geopolítica, cultural e histórica. Sin embargo, los recientes enfrentamientos que estallaron a finales de julio de 2025 han encendido nuevamente las alarmas en el Sudeste Asiático. Con una tregua precaria en juego y la sombra permanente de la violencia, el proceso de paz será una verdadera prueba para la diplomacia regional.

Un conflicto reavivado por una mina

Todo comenzó el 28 de julio de 2025, cuando una explosión de mina terrestre en la frontera hirió a cinco soldados tailandeses. El incidente desencadenó cinco días de enfrentamientos armados que causaron la muerte de decenas de personas y desplazaron a más de 260,000 ciudadanos en ambos países. Una cifra alarmante que recuerda la crudeza del conflicto anterior ocurrido en 2011, cuando ambos ejércitos también intercambiaron fuego por una zona disputada cerca del templo Preah Vihear.

Según expertos en relaciones regionales, este fue solo el pretexto que avivó las brasas de un conflicto no resuelto. “Esta frontera ha sido históricamente un punto caliente. El terreno, el simbolismo histórico e incluso el nacionalismo juegan un papel importante”, explicó Chan Sophal, analista del Centro de Estudios Estratégicos de Phnom Penh.

Reunión clave en Kuala Lumpur: ¿una tregua sólida o parche temporal?

Tras varios días de violencia, los ministros de Defensa de ambos países, el general camboyano Tea Seiha y el general tailandés Natthaphon Nakpanit, se reunieron en Kuala Lumpur, Malasia, bajo los auspicios del comité fronterizo conocido como General Border Committee (GBC). Este primer encuentro formal post-enfrentamiento fue también asistido por delegados de la ASEAN, observadores de Malasia, China y Estados Unidos, lo que subraya la magnitud regional del conflicto.

El resultado fue la creación de equipos de observadores provisionales que, coordinados por la presidencia rotativa de la ASEAN (actualmente, Malasia), vigilarán el cumplimiento del alto al fuego. Mientras se despliega una fuerza de observadores de la ASEAN, cada país mantendrá su fuerza dentro de su propio territorio.

El embajador estadounidense en Malasia, Edgard D. Kagan, calificó el acuerdo como un “paso importante, aunque solo eso”. Subrayó que el objetivo debe ser un cese al fuego duradero y aceptado por ambas partes.

Prisioneros de guerra: el punto más espinoso

Horas después de entrar en vigor el alto al fuego, Tailandia capturó a 18 soldados camboyanos. Desde entonces, el destino de estos hombres se ha convertido en el principal obstáculo para consolidar la paz. Mientras que Camboya exige su liberación inmediata y denuncia malos tratos, Tailandia afirma que son “prisioneros de guerra” y los retendrá hasta una resolución definitiva del conflicto.

En una tentativa de distensión, dos soldados heridos fueron repatriados el 1 de agosto. No obstante, Phnom Penh asegura que los demás fueron objetivamente maltratados durante su detención. En cambio, Bangkok sostiene que han sido tratados “según los estándares del derecho humanitario internacional”, según afirmó el Ministerio de Exteriores tailandés, que también informó que el Comité Internacional de la Cruz Roja visitó a los cautivos sin encontrar señales de abuso.

Diplomacia paralela: ¿una guerra propagandística?

Como si la situación militar no fuese ya tensa, ambos gobiernos iniciaron tours para diplomáticos y medios internacionales en las zonas afectadas, una suerte de “batalla narrativa” para demostrar la culpabilidad del otro. Tailandia y Camboya se acusan mutuamente de atacar civiles y usar armas prohibidas, lo que podría implicar serias consecuencias si se corroboran violaciones a la Convención de Ginebra.

“Es probable que ambas partes estén recurriendo a una estrategia de ‘naming and shaming’ para ganar apoyo internacional”, mencionó un experto en derecho internacional de la Universidad Nacional de Singapur.

Intereses ocultos y presión económica

Un aspecto poco conocido hasta ahora es el papel de la política exterior de los Estados Unidos. Bajo la administración Trump, Washington jugó una carta económica clave: anunció el 1 de agosto una reducción de aranceles del 36% al 19% para bienes exportados desde Tailandia y Camboya, condicionada al cese de hostilidades. Esta táctica ha sido vista como presión indirecta pero efectiva.

No obstante, esto también ha generado críticas. “¿Hasta qué punto es ético condicionar la política exterior de una potencia a factores económicos cuando hay vidas en juego?”, cuestionó un diplomático europeo que pidió el anonimato.

Los fantasmas del pasado: un conflicto sin cerrar

La disputa entre ambos países por su frontera de 800 kilómetros tiene raíces profundas. Tras la era colonial, las delimitaciones fronterizas quedaron mal definidas. Uno de los puntos más volátiles es el área del templo de Preah Vihear, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2008, pero que está geográficamente ubicado en una zona de soberanía ambigua desde el fallo de la Corte Internacional de Justicia de 1962.

Desde entonces, brotes constantes de violencia, retrasos en la demarcación oficial y el nacionalismo creciente —simbólicamente alimentado en ambos países para consolidar poder político— han complicado la solución diplomática.

ASEAN y la oportunidad de consolidarse como mediador regional

Este conflicto representa una prueba de fuego para la ASEAN, un bloque a menudo criticado por su pasividad y falta de mecanismos coercitivos. Con Malasia asumiendo actualmente la presidencia rotativa, organismos como el Centro de Coordinación de Asistencia Humanitaria (AHA Centre) bien podrían jugar un papel más visible a futuro.

“Este es un momento crítico para ASEAN. Si fracasan aquí, se reforzará la percepción de irrelevancia regional”, destacó Aaron Connelly, analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.

¿Qué sigue?

Por ahora, lo acordado es esto:

  • Intercambio diplomático continuo bajo el GBC
  • Monitoreo fronterizo por equipos locales con respaldo de ASEAN
  • Promesa de evitar movimientos militares y provocaciones
  • Mantenimiento del diálogo sobre prisioneros

Sin embargo, los ruidos de guerra aún resuenan en la mente de los desplazados y civiles atrapados. Mientras los líderes políticos intercambian sonrisas diplomáticas y promesas de paz, permanece la pregunta: ¿Puede este alto al fuego sobrevivir a las heridas históricas?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press