El deshielo mortal: Las inundaciones glaciares que acechan a Juneau
Con más de una década de eventos extremos, la capital de Alaska vive bajo la amenaza anual del desbordamiento del Glaciar Mendenhall, mientras autoridades locales y científicos buscan soluciones antes de que sea demasiado tarde.
La belleza que se ha vuelto amenaza
Juneau, la pintoresca capital de Alaska, goza de una de las maravillas naturales más impresionantes del hemisferio norte: el Glaciar Mendenhall. Sin embargo, ese legado de hielo milenario se ha transformado en una amenaza latente que en los últimos años ha desencadenado desastres naturales tan devastadores como impredecibles. Las llamadas inundaciones por vaciamiento súbito de lagos glaciares —o glacial outburst floods (GLOFs, por sus siglas en inglés)— se han convertido en eventos casi anuales que sacuden a la comunidad y plantean serias preguntas sobre los efectos del cambio climático y la capacidad de resiliencia de esta ciudad norteamericana.
¿Qué son las inundaciones glaciares?
Las GLOFs ocurren cuando un lago retenido por un glaciar o una morrena se desborda o se rompe de forma repentina. En el caso de Juneau, el Glaciar Mendenhall actúa como un dique de hielo que retiene agua en una cuenca situada río arriba. A lo largo de la primavera y el verano, ese reservorio se llena con el deshielo y las lluvias, aumentando la presión hasta que el agua encuentra una vía de escape, normalmente de forma violenta y sin previo aviso.
Según el Centro de Ciencia de Adaptación Climática de Alaska, cuando el agua rompe esa barrera natural, puede descargar hasta 15 mil millones de galones —lo que equivale a 23,000 piscinas olímpicas— hacia el lago Mendenhall y, posteriormente, al río homónimo.
Un fenómeno reciente, pero creciente
Las autoridades de Juneau comenzaron a monitorear estos eventos en 2011. Desde entonces, el fenómeno no ha hecho más que intensificarse. En 2023 y 2024 se registraron récords consecutivos de inundaciones.
- En agosto de 2023, el río Mendenhall alcanzó un nivel de 15.99 pies (4.9 metros), superando el récord de 2022.
- Ese evento dañó cerca de 300 residencias y provocó evacuaciones masivas.
Rich Etheridge, jefe de los bomberos de Juneau, advirtió que los escombros arrastrados por el agua —como troncos enteros— pueden poner a los rescatistas en “una situación de peligro extremo”.
Preparativos para una catástrofe inminente
El pasado viernes 16 de mayo de 2025, autoridades a todos los niveles —estatales, federales, municipales y tribales— se reunieron para gestionar un centro de comando ante la posibilidad de otro evento catastrófico. Nicole Ferrin, del Servicio Meteorológico Nacional, informó que la cuenca tenía un nivel de 1,353 pies (412 metros) y seguía en ascenso, quedando a solo 15 pies (1.5 metros) de desbordarse.
"Hay días sin lluvia en los que sube un pie, y otros con mucha lluvia o sol intenso en los que sube hasta cuatro pies en 24 horas. Es completamente variable", explicó Ferrin.
Medidas temporales en busca de soluciones permanentes
Como respuesta inmediata, la ciudad, en colaboración con múltiples agencias, ha instalado un dique temporal de 2.5 millas (4 km) a lo largo del río. Esta estructura compuesta por 10,000 barreras de cuatro pies de altura pretende proteger más de 460 propiedades vulnerables. Nate Rumsey, subdirector de ingeniería y obras públicas locales, explicó que dichas defensas buscan evitar los daños de inundaciones similares a las del año pasado.
Aunque estas medidas brindan cierta seguridad, la frustración ciudadana crece ante la lenta respuesta institucional. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE. UU. apenas ha iniciado el proceso de estudio del área, un análisis que podría tardar años. Algunos residentes califican este retraso como “inaceptable”.
La raíz del problema: un glaciar en retirada
El Glaciar Mendenhall, como muchos otros glaciares en el mundo, ha estado retrocediendo desde hace décadas debido al cambio climático. La cuenca que hoy amenaza a Juneau fue creada por otro glaciar más pequeño que se retiró hace cientos de años, dejando una depresión natural que hoy se llena de agua derretida y lluvias.
De acuerdo con investigaciones de la Universidad de Alaska Southeast, la dinámica que produce estas inundaciones podría persistir entre 25 y 60 años, dependiendo de cómo evolucione la masa de hielo y las temperaturas.
No es un problema exclusivo de Alaska
Los científicos advierten que estos eventos no son exclusivos del norte americano. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el número de lagos proglaciales ha aumentado globalmente en un 50% desde 1990. Zonas como el Himalaya, los Andes y los Alpes enfrentan desafíos similares, a menudo sin la infraestructura o preparación que tiene Alaska.
En 2021, por ejemplo, Nepal sufrió una avalancha glaciar que provocó una GLOF y dejó más de 70 muertos.
Turismo amenazado, identidad en juego
El Glaciar Mendenhall también representa una de las mayores atracciones turísticas de Juneau, con más de 500,000 visitantes anuales. Sin embargo, mientras su majestuosidad continúa atrayendo a turistas, su constante deterioro y conexiones con el desastre amenazan no solo a la economía sino también a la identidad cultural de la región.
Para comunidades nativas como los Tlingit, el glaciar tiene un valor espiritual y simbólico. Su alteración no solo representa una amenaza material sino también una pérdida cultural irremplazable.
¿Qué se puede hacer?
Los expertos concuerdan en que, si bien no se puede revertir el calentamiento global a corto plazo, sí se pueden gestionar los riesgos:
- Monitoreo satelital constante del lago y la cuenca (NASA, USGS).
- Invertir en tecnologías de alerta temprana, como sensores de presión y sistemas de comunicación comunitaria.
- Construcción de drenajes controlados que permitan liberar el agua acumulada de forma segura.
- Educación pública sobre evacuación y preparación preventiva.
La lucha contra el reloj
Frente a la amenaza de otra inundación, Juneau enfrenta un doble desafío: mantenerse a salvo en el presente, mientras construye mecanismos de adaptación para el futuro. El deshielo de los glaciares no es una profecía apocalíptica, es una realidad tangible y medible. Y, como toda realidad, exige acción.
Al final, la historia de Juneau podría ser un espejo de lo que otras ciudades del mundo enfrentarán. Porque cuando los glaciares hablan, ya no susurran: rugirán con agua.
