Lula frena el avance de la ‘Ley de la Devastación’ en Brasil: ¿Victoria ambiental o tensión política?
El presidente brasileño bloquea partes clave de una controvertida reforma ambiental impulsada por la derecha, mientras crecen las tensiones entre el Congreso y el Ejecutivo.
Brasil vuelve a colocarse en el centro del debate ambiental internacional, esta vez no tanto por sus recursos naturales como por la intensa disputa política en torno a ellos. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha decidido vetar parcialmente un proyecto de ley presentado por la oposición que pretendía flexibilizar radicalmente la legislación sobre licencias ambientales. Esta decisión, celebrada por ambientalistas y criticada por sectores conservadores y empresariales, puede ser vista como una jugada decisiva en el enfrentamiento político que define el futuro de la Amazonía y otras regiones sensibles del país.
¿Qué es la llamada 'Ley de la Devastación'?
El proyecto de ley en cuestión pretendía reformar más de 400 artículos de la legislación ambiental vigente para facilitar procesos de licenciamiento de obras públicas y privadas. Propuesta por aliados del expresidente Jair Bolsonaro, la legislación buscaba permitir la construcción de infraestructuras con un menor nivel de fiscalización, incluso en zonas de suma importancia ecológica como la Amazonía y la Mata Atlántica.
Organizaciones ecologistas y sectores académicos no dudaron en bautizar la propuesta como “Ley de la Devastación”. Entre sus puntos más polémicos figuraban la posibilidad de eximir de estudios de impacto ambiental a proyectos viales ya existentes, lo cual daba luz verde a la pavimentación sin controles de caminos dentro de territorios protegidos, incluidos territorios indígenas y quilombolas.
63 vetos, un mensaje político
Lula vetó 63 de los más de 400 artículos del proyecto legislativo aprobado en julio por la Cámara de Diputados con una mayoría de 267 votos frente a 116. Los vetos, aunque parciales, se enfocan en los tramos más criticados por las organizaciones ambientalistas, lo cual fue recibido como una victoria simbólica del ambientalismo en un momento en que el país necesita reforzar su imagen internacional, especialmente de cara a la Conferencia Climática de la ONU (COP) prevista en Brasil en noviembre.
“Esto es fundamental para la protección del medio ambiente en un contexto de crisis climática, pérdida de biodiversidad y procesos de desertificación”, afirmó la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva.
También destacó que los cambios introducidos por Lula preservan las competencias de las agencias ambientales federales, impidiendo que autoridades locales (que a menudo tienen vínculos más directos con intereses privados) tomen decisiones a espaldas del marco legal nacional.
La presión del Congreso y el peso de Bolsonaro
El Congreso brasileño, con mayoría conservadora y apoyo continuo de aliados del expresidente Jair Bolsonaro, ha sido un escenario difícil para el actual gobierno. Bolsonaro, arrestado y acusado de conspirar para revertir el orden democrático tras su derrota electoral, aún mantiene una base política activa entre los legisladores moderados y empresarios rurales.
Los sectores conservadores promovieron esta ley como una herramienta para reducir la “burocracia estatal” e incentivar el desarrollo económico, especialmente en sectores como el agronegocio, la minería y la construcción. Sin embargo, voces críticas como Miriam Belchior, alto cargo del gabinete presidencial, advierten que las medidas vetadas podrían haber significado un grave retroceso en la defensa de comunidades vulnerables como indígenas y quilombolas. “Lula ha salvaguardado los derechos fundamentales y al mismo tiempo incorporado mecanismos de agilización sin poner en riesgo los recursos naturales”, señaló Belchior.
La Mata Atlántica: un triunfo clave
Uno de los vetos más celebrados fue el que protegía de forma directa a la compartida Mata Atlántica, un ecosistema amazónico altamente fragmentado que ha sufrido una drástica reducción desde el periodo colonial. Según la organización SOS Mata Atlántica, apenas queda el 12% del bosque original, distribuido principalmente en propiedades privadas y zonas cercanas a grandes centros urbanos.
“Este veto fue una victoria de la sociedad. Sin él, los daños a la Mata Atlántica habrían sido irreversibles”, dijo Malu Ribeiro, directora de la organización.
El movimiento ambientalista brasileño teme que la normativa, de implementarse sin los vetos ya decretados, establezca un precedente para que procesos similares se repitan en otros biomas como el Cerrado o el Pantanal.
Brasil y su liderazgo climático en juego
Brasil es el hogar del 60% de la Amazonía, considerada la mayor reserva de biodiversidad del planeta. La presión internacional ha sido constante desde los años 80 para que el país actúe como guardián del pulmón del mundo. Los incendios forestales, el avance del agronegocio y la minería ilegal han deteriorado esa imagen, especialmente durante el gobierno Bolsonaro, cuando se desmantelaron agencias ambientales y se relajaron las fiscalizaciones.
Con la vuelta de Lula a la presidencia en enero de 2023, se esperaba una nueva era de liderazgo ambiental. Su gobierno ha buscado reposicionar a Brasil como actor clave en el combate al cambio climático, una narrativa que juega un papel estratégico en las relaciones internacionales y en la atracción de inversiones.
Una evaluación reciente de Climate Action Tracker muestra que Brasil ha mejorado sus metas climáticas desde la salida de Bolsonaro. Sin embargo, captar fondos como el Fondo Amazonía, patrocinado principalmente por Alemania y Noruega, exige pruebas claras de compromiso medioambiental.
Una victoria parcial con final abierto
A pesar de los vetos, el Congreso brasileño podría aún revertir la decisión presidencial mediante votación calificada, lo cual intensificaría el pulso político. Lula, con una base aún frágil en el Congreso, necesita una estrategia que combine firmeza ambiental sin sacrificar alianzas parlamentarias.
Además, esta batalla legislativa se da en un contexto electoral donde Lula busca reafirmar su gobernabilidad frente a una oposición reforzada. En los días posteriores a los vetos, su índice de aprobación subió ligeramente, coincidiendo también con anuncios proteccionistas de EE.UU., como los aranceles del expresidente Trump, lo que reavivó una ola nacionalista anti-Bolsonaro.
Lo que está en juego
- El futuro de la Amazonía: más de 900 km de una carretera podrían ser pavimentados sin control, si no se mantienen los vetos.
- Los pueblos originarios y comunidades tradicionales: su territorio, derechos y autonomía están bajo amenaza con reformas permisivas.
- El papel de Brasil en el mundo: cumbres como la COP reflejarán si el país puede liderar con autoridad moral las políticas climáticas.
Por ahora, **la “Ley de la Devastación” no avanzará tal como fue concebida, pero la lucha está lejos de terminar**. Con un Congreso dominado por lobbies económicos y una opinión pública dividida entre el desarrollo económico y la protección ambiental, Lula enfrenta un complejo equilibrio entre progreso y preservación.