Redistritaciones, poder y desigualdad: el juego político que moldea el Congreso en EE.UU.
Texas, Florida y otros estados redefinen sus mapas electorales a favor de partidos dominantes, desafiando la equidad democrática y el reflejo real del voto popular
En Estados Unidos, la frase que inaugura la Constitución —“We the People”— establece la base sobre la cual se sostiene su democracia representativa. No obstante, la manera en la que se configuran los distritos electorales para elegir a los representantes en la Cámara baja del Congreso dista, cada vez más, de reflejar la verdadera voluntad popular. El fenómeno del gerrymandering, o manipulación partidista de las circunscripciones electorales, ha adquirido una dimensión preocupante, especialmente en estados clave como Texas, Florida, Carolina del Norte y otros.
¿Qué es el gerrymandering?
El término gerrymandering proviene del siglo XIX, cuando en 1812 el gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry, firmó una ley para redibujar los distritos estatales favoreciendo a su partido. Uno de estos distritos tenía una forma tan extraña que los caricaturistas de la época lo llamaron “salamandra de Gerry”, dando origen al término.
Esta práctica ha evolucionado con herramientas estadísticas avanzadas y software de mapeo geopolítico, facilitando una ingeniería electoral que permite a un partido maximizar su poder legislativo sin necesidad de obtener la mayoría del voto popular.
Texas: un laboratorio de poder republicano
El epicentro del debate actual está en Texas, donde los republicanos están redibujando los mapas distritales tras el censo de 2020 con el objetivo de asegurar una mayoría desproporcionada en el Congreso. Ya controlan el 65% de las bancas en el estado, pero con los nuevos trazos podrían alcanzar el 79%, pese a que Donald Trump ganó allí con el 56% del voto en las elecciones presidenciales.
“Los republicanos tienen derecho a cinco escaños más en Texas”, dijo Trump esta semana, justificando la nueva distribución en base al tamaño de su victoria. Sin embargo, el problema con esta afirmación es que obvia que la representación proporcional no debe basarse únicamente en las elecciones presidenciales, sino en la diversidad de preferencias políticas de toda la población.
Las consecuencias del rediseño: voces minoritarias silenciadas
Un aspecto crucial del gerrymandering texano es su impacto en comunidades minoritarias. Según denuncias de legisladores demócratas, los nuevos mapas diluyen el poder electoral de afroamericanos e hispanos, concentrándolos o dividiéndolos en distritos de manera estratégica para minimizar su influencia.
Un ejemplo clásico es el “cracking” (división), que divide un grupo de votantes similares entre varios distritos para evitar que conformen mayoría en alguno. El otro es el “packing” (concentración), que junta a votantes de la oposición en un solo distrito, dándoles una mayoría contundente allí pero dejando al partido adversario con ventaja en los distritos restantes.
Florida: DeSantis y la supremacía conservadora
Florida, bajo el liderazgo del gobernador Ron DeSantis, también ha experimentado una transformación drástica de sus mapas electorales. Aunque Trump ganó el estado con el 56% del voto, los republicanos ahora controlan el 71% de los escaños en la Cámara de Representantes federal.
DeSantis impulsó una redistritación que afectó especialmente a distritos con alta población afroamericana. Uno de los casos más criticados fue la eliminación de un distrito histórico de mayoría negra en el norte de Florida. La Corte Suprema del estado ratificó esta redistribución en julio, y DeSantis dejó entrever que podrían haber otros “defectos” por corregir en el mapa actual, lo que podría derivar en medidas aún más contundentes a futuro.
Carolina del Norte: un péndulo judicial
Carolina del Norte representa un caso paradigmático por su nivel de competencia electoral. Desde 2008, sus elecciones presidenciales y estatales han oscilado entre demócratas y republicanos. Sin embargo, tras las redistritaciones más recientes, los republicanos pasaron de una delegación del Congreso federal empatada 7-7 a una desproporcionada de 10-4.
Este vuelco no fue accidental. Después de que un tribunal superior con mayoría demócrata anuló previamente un mapa gerrymandered, el cambio de la conformación del Supremo estatal a una mayoría republicana en 2023 permitió restablecer mapas más favorables al GOP. Hoy, varios distritos enfrentan demandas federales por supuesta dilución del voto afroamericano bajo la Ley del Derecho al Voto.
California y Nueva York: ¿también hay gerrymandering demócrata?
Los republicanos apuntan a California y Nueva York como ejemplos del mismo fenómeno por parte de los demócratas. Pero la situación es matizada.
- California tiene un sistema liderado por una comisión ciudadana independiente desde 2010. A pesar de representar solo el 59% del voto presidencial en 2024, los demócratas tienen el 83% de los escaños del Congreso. Sin embargo, este desequilibrio se debe más a la geografía urbana del voto progresista que a una manipulación intencional.
- Illinois, en cambio, ha sido redibujado claramente para beneficiar al Partido Demócrata, que controla 14 de 17 distritos, aunque su voto presidencial no supera el 55%.
Nevada: una excepción llamativa
Un curioso caso inverso ocurre en Nevada. Aunque Trump ganó el estado con el 51% de los votos, los demócratas mantienen el control de 3 de los 4 escaños en la Cámara. La explicación radica en las líneas trazadas por una legislatura demócrata que anticipaba la estrechez del resultado electoral.
¿Qué tan común es esta desconexión entre voto popular y representación?
Una investigación realizada sobre los 44 estados con más de un distrito concluyó que en 41 de ellos, el partido ganador en las elecciones presidenciales tenía menor proporción de escaños que su contraparte en el Congreso estatal. En muchos, el desequilibrio superaba los 10 puntos porcentuales.
Este fenómeno erosiona la confianza en la representación democrática. Como bien resume la representante estatal Ashley Aune, de Missouri: “58% de Missouri votó por Trump, pero ellos quieren enviar una delegación al Congreso con 87% de republicanos”.
Sistemas alternativos: comisiones independientes vs. control partidario
Algunos estados como California, Colorado, Arizona y Michigan han trasladado el poder de redibujar distritos a comisiones independientes, buscando reducir el sesgo partidista. Aunque no eliminan totalmente los problemas de representación, han demostrado producir mapas más equitativos.
Sin embargo, aún 36 estados mantienen el control del proceso en sus legislaturas, muchas de ellas con dominio absoluto de uno de los partidos, abriendo la puerta al gerrymandering más agresivo.
¿Puede la Corte Suprema intervenir?
En 2019, la Corte Suprema de EE.UU. dictó en Rucho v. Common Cause que los tribunales federales no tienen competencias para juzgar sobre gerrymandering partidista, dejando la decisión a las legislaturas estatales y a las cortes estatales.
Esto significó un duro golpe para activistas y grupos de derechos civiles que esperaban que la Corte federal limitara estas prácticas. Desde entonces, redibujar mapas sin supervisión federal ha sido mucho más fácil para legisladores partidistas.
El peligro de una democracia distorsionada
Los expertos advierten que si persiste la desconexión entre el voto popular y la representación legislativa, el sistema corre el riesgo de empujar a las personas hacia el escepticismo político y la abstención electoral.
“La manipulación de circunscripciones destruye un principio fundamental del sistema democrático: que cada voto cuenta por igual”, señaló Michael Li, abogado de la Brennan Center for Justice.
En un país donde el Congreso federal decide sobre leyes clave en salud, economía y derechos civiles, la representación justa no solo es deseable, es esencial. La democracia no puede sostenerse sobre bases manipuladas y desequilibradas.
¿Y ahora qué?
La próxima gran batalla será tras el censo de 2030, pero varios estados están ya planeando redibujar sus mapas antes de esa fecha, con la venia de las cortes estatales. Organizaciones civiles urgen una reforma estructural a nivel federal que obligue a todos los estados a adoptar comisiones independientes y reglas claras de equidad.
Mientras tanto, la pregunta es si el Congreso y la ciudadanía presionarán lo suficiente para cambiar las reglas del juego. Porque de no hacerlo, lo que está en juego no es solo un distrito más o un escaño adicional, sino la integridad misma de la representación democrática en Estados Unidos.
“Las elecciones deben ser decididas por los votantes y no por los mapas electorales”.
— Barack Obama, en referencia al gerrymandering, mayo 2018