Tragedia natural en Gansu: las inundaciones relámpago vuelven a golpear a China

Con más de 40 víctimas entre fallecidos y desaparecidos, la provincia de Gansu revive el trauma de los desastres naturales mientras las lluvias extremas azotan varias regiones del país.

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La furia del clima vuelve a llevarse vidas en China

Al menos 10 personas han muerto y otras 33 se encuentran desaparecidas tras las intensas inundaciones relámpago que asolaron el condado de Yuzhong, en la provincia de Gansu, al noroeste de China. Las lluvias torrenciales que comenzaron el jueves provocaron destrucción masiva, alterando las telecomunicaciones, el suministro eléctrico y los accesos en zonas montañosas cercanas a la ciudad de Lanzhou.

La televisión estatal CCTV reportó que más de 4.000 personas quedaron atrapadas en cuatro aldeas tras la tormenta, y que al menos una importante deslizamiento de tierra sepultó casas en la villa de Maliantan. Allí tres personas continúan desaparecidas.

Un desastre anunciado: el peso de las lluvias extremas

Los niveles de precipitación alcanzaron los 195 milímetros (7.7 pulgadas) en menos de 24 horas, según las autoridades locales de Lanzhou. Para ponerlo en perspectiva, el promedio de lluvias de esta región en todo el mes de agosto bordea los 60-80 mm: es decir, recibieron más del doble en apenas una jornada.

Xi Jinping, presidente de China, instó a activar todos los mecanismos de rescate y prevención de inundaciones en respuesta al desastre. “Cada minuto cuenta para salvar vidas”, subrayó en un comunicado oficial.

China y su lucha constante contra los desastres hidráulicos

Esta no es una historia nueva para China. Las lluvias torrenciales y sus consecuencias —inundaciones, deslaves, colapso de infraestructuras— son fenómenos con los que el país lidia regularmente. De acuerdo con datos del Centro de Gestión de Emergencias de China, entre 2010 y 2020 las inundaciones afectaron a más de 100 millones de personas y causaron pérdidas económicas superiores a 200 mil millones de dólares.

En 2021, la ciudad de Zhengzhou (provincia de Henan) fue el epicentro de una tragedia nacional cuando el sistema de transporte subterráneo se convirtió en trampa mortal. Al menos 292 personas murieron. Hoy, el temor vuelve a aparecer ante una infraestructura que aún muestra fisuras frente a emergencias climáticas.

Catástrofes simultáneas: de Gansu a Guangzhou

El caso de Gansu no es un hecho aislado. El miércoles, la ciudad de Guangzhou, en el sur del país, sufrió un deslizamiento de tierra mortal provocado por lluvias similares. En el distrito de Baiyun, siete personas murieron y otras siete resultaron heridas cuando sus viviendas fueron sepultadas por lodo y rocas.

En Zhengzhou, el trauma del 2021 llevó a las autoridades a tomar medidas preventivas más drásticas. Han cerrado escuelas, oficinas gubernamentales, fábricas y se restringe el tránsito en diversas zonas para evitar repetir la tragedia.

¿Por qué aumenta la frecuencia de este tipo de desastres en China?

La respuesta, para muchos expertos, se resume en una palabra: cambio climático.

Una investigación publicada en 2022 en la revista Nature Climate Change sostiene que la atmósfera más cálida retiene mayor cantidad de vapor de agua, lo que incrementa la intensidad y frecuencia de lluvias extremas. En China, el cambio hacia fenómenos climáticos más extremos ha sido acelerado.

Según el Centro Meteorológico Nacional de China, el país promedia un aumento cercano al 3% por década en precipitaciones anuales desde los años 60. A esto hay que añadir la urbanización descontrolada, que crea superficies impermeables y reduce la capacidad de absorción natural de los suelos.

La zona más afectada: Yuzhong, un pueblo entre montañas

El condado de Yuzhong, ubicado al este de Lanzhou, tiene una geografía que agrava esta clase de desastres. Se encuentra en un área predominantemente montañosa, donde los torrentes fluviales se aceleran, arrastrando escombros y provocando efectos devastadores en minutos. El área de Xinglong, completamente desconectada tras el colapso de sistemas eléctricos y de comunicación, representó una de las zonas más vulnerables.

Las fuerzas de rescate tuvieron que movilizarse desde las 5 a.m. del viernes, utilizando helicópteros, botes inflables y maquinaria pesada para intentar restablecer caminos y recuperar cuerpos en aldeas completamente aisladas. Las imágenes difundidas por medios estatales muestran ríos transformados en auténticas corrientes de lodo, arrastrando automóviles y árboles como si fueran juguetes.

La resiliencia del pueblo frente al desastre

Más allá de los números y la destrucción, la tragedia en Gansu deja al descubierto otra constante china: su capacidad de respuesta comunitaria. En zonas rurales moldeadas por siglos de tradición agrícola y colaboración colectiva, los vecinos asumieron roles inmediatos de apoyo antes de que llegaran las autoridades.

Voluntarios locales ayudaron a rescatar a animales de granja, organizar alimentos y juguetes para los niños desplazados y rehabilitar espacios comunes como templos y escuelas para convertirlos en refugios temporales.

¿Está fallando la infraestructura china frente al cambio climático?

La respuesta corta: sí, en muchos lugares. Aunque China ha invertido al menos $300 mil millones en proyectos masivos de prevención de inundaciones en las últimas dos décadas, según datos del Ministerio de Recursos Hídricos, la realidad evidencia que la naturaleza ha evolucionado más rápido que la ingeniería.

  • La mayoría de las ciudades aún dependen de sistemas de drenaje construidos en los años 50 y 60.
  • Las áreas rurales carecen de planes de contingencia específicos y actualizados.
  • Los sistemas de alerta temprana son vulnerables al colapso cuando se cortan las telecomunicaciones.

Estas brechas agravan el impacto de fenómenos que cada vez son más frecuentes y más intensos.

¿Qué sigue para los damnificados?

El gobierno chino ha prometido restitución económica a las familias de las víctimas, restablecimiento prioritario de telecomunicaciones y ayuda alimenticia. Pero mucho dependerá de la logística en terrenos tan accidentados.

Por otro lado, se han activado programas de psicología de emergencia. En Gansu, como ocurre en otras zonas del país, muchos niños y adultos muestran síntomas de estrés postraumático después de sobrevivir a inundaciones. Las escuelas reabrirán con soporte emocional en las zonas más afectadas.

¿Una tragedia más o una llamada de atención?

Las lluvias torrenciales no son “excepcionales” bajo los nuevos patrones climáticos. Son la nueva normalidad. La pregunta, entonces, es si un país como China —económicamente fuerte pero socialmente desigual en términos geográficos— podrá estar a la altura de esta era climática radical.

“Los desastres naturales no se pueden detener, pero sus consecuencias sí pueden mitigarse. Y eso depende de nuestra preparación”, dijo en una nota reciente el climatólogo Li Yuhan, de la Universidad de Pekín.

Por ahora, los ojos están puestos en Gansu. Pero mañana puede ser cualquier otra provincia, otra aldea, otra familia.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press