Corea del Sur y del Norte bajan el volumen: ¿una nueva era entre los vecinos enemigos?
La retirada mutua de altavoces de propaganda en la frontera podría marcar el inicio de un deshielo diplomático entre las dos Coreas, pero los ejercicios militares y alianzas internacionales siguen tensando la cuerda.
El silencio como señal diplomática
En un escenario históricamente marcado por provocaciones, amenazas y una tensa calma, la península coreana ha entregado una nueva postal de distensión esta semana. Por primera vez en años, Corea del Norte y Corea del Sur están desmantelando sus altavoces de propaganda en la frontera, utilizados anteriormente como poderosas herramientas de guerra psicológica y prueba material de la enemistad entre ambas naciones.
Esta medida, aunque simbólica, representa la primera acción concreta del nuevo gobierno surcoreano encabezado por el presidente Lee Jae Myung. Su gestión se estrena tras sustituir al conservador Yoon Suk Yeol, de línea mucho más dura hacia Pyongyang.
Un conflicto sonoro con historia
Los altavoces de propaganda han sido protagonistas silenciosos —o más bien ruidosos— del eterno pulso intercoreano. Desde los años 60, ambos países han utilizado estos dispositivos para proyectar mensajes ideológicos hacia el otro lado: del Sur, canciones de K-pop y mensajes democráticos; del Norte, ruidos estridentes como gongs y sonidos de animales, en acciones que bordean lo extraño y lo grotesco.
Para entender el delicado simbolismo de estos altavoces, es clave repasar momentos recientes de tensión. En 2023, Corea del Sur reactivó sus transmisiones como represalia a una nueva provocación de Pyongyang: globos llenos de basura lanzados hacia su territorio. En respuesta, el Norte encendió sus bocinas y comenzó a emitir sonidos pensados para irritar, incluso a sus propios ciudadanos cercanos a la frontera.
Un nuevo liderazgo, un nuevo tono
Desde su triunfo en elecciones anticipadas, Lee ha buscado desmarcarse de posturas militaristas y apostar por un enfoque conciliador. En uno de sus primeros gestos diplomáticos, ordenó parar las transmisiones anti-Kim Jong Un, aun cuando su popularidad se cimenta en parte entre grupos de votantes pro-seguridad nacional.
"Queremos mirar el futuro y no avivar las brasas del pasado", dijo Lee en una conferencia tras asumir el cargo. "El pueblo coreano desea, por encima de todo, vivir en paz".
¿Responderá Pyongyang con la misma moneda?
Corea del Norte, por su parte, no ha emitido una confirmación oficial sobre la retirada total de sus altavoces. No obstante, el Estado Mayor conjunto surcoreano confirmó que se han comenzado a desmontar algunos de estos dispositivos en múltiples puntos, sin especificar cuántos ni dónde.
Este gesto, pese a modesto, rompe con una tendencia cada vez más autoritaria por parte del régimen Kim, que ha endurecido su control interno y profundizado relaciones con Rusia en el marco del conflicto en Ucrania, lo que ha generado desconfianza en Washington y Seúl.
El rincón de la hermana poderosa
Para los analistas no pasó desapercibido que Kim Yo Jong, la poderosa hermana del líder norcoreano, fue quien se pronunció duramente contra la “ceguera diplomática” de Lee. En sus declaraciones, afirmó que confiar en Estados Unidos como garante de la seguridad regional era “tan ingenuo como suicida”.
Pese a su lenguaje incendiario, las declaraciones de Yo Jong también podrían estar dirigidas no solo a desafiar a Seúl sino a consolidar su propia imagen como figura clave en la política norcoreana.
Un alto a medias: las maniobras militares siguen
Lo cierto es que las conversaciones de paz enfrentan un obstáculo mayor: los ejercicios militares conjuntos entre Corea del Sur y Estados Unidos. Estas maniobras, que comienzan el 18 de agosto, son vistas como "simulacros de invasión" por Pyongyang y han sido históricamente el gatillo perfecto para el incremento de tensiones.
En 2017, por ejemplo, tras los ejercicios Foal Eagle, Corea del Norte lanzó múltiples misiles de corto y medio alcance en semanas posteriores. Aunque el Sur insiste en que se trata de entrenamientos “defensivos y rutinarios”, el Norte encuentra en ellos la excusa perfecta para mostrar músculo militar.
El papel de Washington y Tokio
No se puede ignorar el papel de los grandes actores regionales. Estados Unidos mantiene una base militar permanente en Corea del Sur con más de 28.500 soldados, y Japón ha fortalecido su cooperación de defensa con Washington y Seúl desde 2022, enmarcada en la alianza trilateral que busca contener tanto a Pyongyang como a Beijing.
Esta dinámica de seguridad multiplica la presión sobre Kim, quien ha respondido con más ensayos de misiles, algunos de ellos balísticos intercontinentales capaces de alcanzar territorio estadounidense.
¿Qué tan frágil es esta tregua no anunciada?
Históricamente, cualquier intento de acercamiento termina opacado por un episodio de tensión. En 2018, la cumbre entre Kim Jong Un y Moon Jae-in prometió una nueva era, pero el entusiasmo se diluyó al poco tiempo por el estancamiento en diálogos sobre desarme nuclear. Incluso una histórica reunión con Donald Trump falló en generar resultados concretos.
Hoy, con Rusia cortejando activamente a Corea del Norte, los incentivos para el entendimiento bilateral han disminuido. Pyongyang ve en Putin un socio estratégico que no exige condiciones democráticas ni restricciones nucleares.
Propaganda pop: cuando el K-pop incomoda a Kim
Una anécdota reveladora es el uso del K-pop como herramienta de presión. Las bocinas surcoreanas han emitido éxitos de BTS y BLACKPINK, sabiendo que su impacto cultural es devastador para el régimen de Kim, que prohíbe consumir productos culturales surcoreanos so pena de prisión o incluso trabajos forzados.
La popularidad clandestina de estos contenidos entre los jóvenes norcoreanos ha sido motivo de preocupación para el régimen, al punto que en 2021 se lanzó una “campaña de purificación cultural” contra todo lo que suene a capitalista o surcoreano.
¿Un paso hacia la desnuclearización?
Desde la óptica de Seúl, la desactivación de estos simbólicos instrumentos de propaganda se ve como una forma de abrir una nueva vía hacia conversaciones más importantes, como por ejemplo, la gradual desnuclearización del Norte.
Sin embargo, el escepticismo reina entre expertos. "El desmantelamiento de altavoces es cosmético si no se acompaña de gestos serios, como la suspensión de pruebas nucleares o el acceso de observadores internacionales", expresó Professor Park Jin-Woo, del Centro Asiático de Estudios Estratégicos, en la Universidad de Corea.
¿Y la población civil?
En este torbellino geopolítico, poco se habla sobre las personas que viven en la frontera, generalmente agricultores o pescadores. Muchos de ellos se quejaron en los últimos meses del ruido incesante proveniente del Norte.
Con la retirada de los altavoces, esperan algo de paz. "Más que ideologías, queremos dormir tranquilos", dijo una habitante de la región de Paju a la cadena KBS.
Un terreno minado… pero con vías de diálogo
El silencio repentino que se extiende por la DMZ (zona desmilitarizada) entre las dos Coreas puede ser momentáneo o marcar un cambio de era. Los próximos días serán vitales: si los ejercicios militares se desarrollan sin escaladas y si Kim Jong Un se abstiene de usar su arsenal balístico como herramienta de presión, entonces la diplomacia podría tener, esta vez, un micrófono real.