Gretchen Whitmer vs. los aranceles de Trump: la pulseada por el alma industrial de Míchigan
La gobernadora demócrata de Míchigan desafía cara a cara las políticas comerciales de Trump que amenazan el corazón económico de su estado
Por más de un siglo, Míchigan ha sido sinónimo de industria automotriz. Hoy, la guerra comercial del presidente Donald Trump amenaza con desmantelar ese legado, y la gobernadora Gretchen Whitmer ha decidido plantarse frente a él —literalmente— en el Despacho Oval.
Una reunión poco común pero estratégica
En una cita privada con Trump en la Casa Blanca, Whitmer llegó armada con una presentación visual que exponía el daño económico que los nuevos aranceles podrían causar sobre la industria automotriz. Su presencia en la Oficina Oval no solo fue una muestra de habilidad política, sino un acto extraordinario: pocas veces un alto cargo demócrata es recibido de tal forma por un presidente republicano.
“No muchas figuras demócratas tienen esa apertura directa con Trump”, señaló Matt Grossman, profesor de ciencia política en la Universidad Estatal de Míchigan. Esta fue la tercera reunión de Whitmer con Trump desde que él regresó al poder en enero, pero la más delicada: investía al gobernador de la presión de representar ante el presidente a toda una industria en crisis.
La amenaza arancelaria: ¿una solución o una bomba de relojería?
Trump ha promovido una estrategia de aranceles descomunales:
- 50% a las importaciones de acero y aluminio,
- 30% a partes automotrices procedentes de China,
- 25% a productos de Canadá y México si no cubren los criterios del acuerdo comercial norteamericano (USMCA).
El presidente también amenaza con imponer tarifas del 100% a los chips de computadora importados, exceptuando a los fabricantes nacionales. Los semiconductores son esenciales en todos los vehículos modernos, desde autos convencionales hasta vehículos eléctricos.
El peso de Míchigan y la realidad industrial
Las cifras hablan por sí solas:
- El comercio con Canadá y México impulsa más de $23,200 millones en inversión en Míchigan desde 2020.
- Fabricantes como GM, Ford y Stellantis tienen 50 fábricas operativas en el estado.
- Más de 4,000 instalaciones apoyan la cadena de partes automotrices.
- La industria automotriz sostiene cerca de 600,000 empleos manufactureros en todo el estado.
Whitmer dejó claro que imponer barreras comerciales en este contexto es dispararse en el pie. En el segundo trimestre, Ford asumió $800 millones en costos relacionados con aranceles, y GM hasta $1.1 mil millones. Jim Farley, CEO de Ford, advirtió: “Esperamos que los aranceles representen un viento en contra neto de $2 mil millones este año”.
¿Política o proteccionismo simbólico?
Trump defiende que estas políticas son parte de su plan para salvar la manufactura americana. Su Administración sostiene que las tarifas buscan abrir mercados como Japón, Corea y Europa a los vehículos ensamblados en EE. UU. Sin embargo, los hechos reflejan otra realidad.
Desde que Trump regresó al poder, Míchigan ha perdido 7,500 empleos manufactureros, según la Bureau of Labor Statistics. Y, en contraste con las promesas de inversión, muchas compañías están reconsiderando reinversiones por el aumento de costos.
Incluso proveedores más pequeños han comenzado a crujir. Detroit Axle, una distribuidora familiar de autopartes, anunció planes para cerrar un almacén y despedir más de 100 empleados, aunque después logró mantenerlo abierto con severos recortes.
“No se trata de quién puede crecer, sino de quién logra sobrevivir”, dijo Mike Musheinesh, propietario de la empresa.
Una batalla con el simbolismo electoral en juego
Míchigan fue decisivo para Trump en las elecciones de 2024. Según AP VoteCast, ganó el estado porque dos tercios de los votantes percibían la economía como pobre o “no tan buena”. Entre quienes apoyaban los aranceles, Trump obtuvo el 76% de los votos.
Pero si estas políticas no rinden frutos visibles rápido, los efectos pueden revertirse a nivel político. “El sector automotor tiene un peso simbólico enorme en Míchigan, incluso más que real”, dijo el politólogo Grossman. “Si las tarifas no traen mejora económica y los votantes notan eso, el daño político puede ser profundo”.
Contrastes en la Casa Blanca: de fábricas a placas de cristal
Mientras Whitmer buscaba defender empleos industriales, otros visitantes al Despacho Oval personificaban un enfoque muy distinto. El mismo día siguiente a su reunión, el CEO de Apple, Tim Cook, visitó a Trump para ofrecerle una placa de vidrio personalizada con base dorada y anunciar inversiones por $600 mil millones. Un gesto simbólico, pero que destila un contraste entre la América tecnológica y la América armadora.
Trump ha insistido en que su administración ha conseguido compromisos de inversión por $17 billones (trillion en inglés), pero ningún organismo federal respalda aún esas cifras.
¿Puede Whitmer cambiar el rumbo?
Whitmer sabe que desafiar abiertamente a Trump en lo público probablemente sea contraproducente. Su estrategia es diferente: usar su acceso privado para buscar concesiones, plantear realidades, y proteger su estado sin asumir un tono hostil. Es también un paso importante para una figura que muchos ven como posible candidata presidencial demócrata en 2028.
Sus dos encuentros anteriores con Trump trajeron logros tangibles para Míchigan. Esta contienda por las tarifas es más ambiciosa. Aunque Trump no ofreció compromisos claros esta vez, dejó copias del material con su equipo. En política, eso ya es una señal.
“Míchigan está en juego, no solo industrialmente, sino simbólicamente,” concluye Grossman. “Y el desenlace de esta pulseada puede marcar el camino rumbo a las elecciones futuras”.
En el corazón de la batalla por el futuro del empleo y la producción estadounidense, Gretchen Whitmer ha puesto el tablero frente a quien toma las decisiones. Y mientras los engranajes de Washington giran, el silencio del Despacho Oval puede decir mucho más de lo que parece.