La batalla de Ron Wyden: ¿senador resiliente o símbolo del recambio generacional pendiente?
Con más de 40 años en el Congreso, Ron Wyden desafía las críticas por su edad mientras defiende su compromiso con los ciudadanos de Oregón y su lucha contra el retorno de Trump
Ron Wyden no ha terminado. A sus 75 años y con más de cuatro décadas en el Congreso, el senador demócrata por Oregón está convencido de que su etapa política aún tiene capítulos por escribir. Mientras otros veteranos del Partido Demócrata deciden hacerse a un lado, Wyden insiste en que tiene “la energía” y la determinación para seguir peleando, especialmente ante la amenaza de un segundo mandato de Donald Trump.
Una carrera forjada en el contacto directo con el electorado
Desde que llegó al Senado en 1996, tras computar más de una década en la Cámara de Representantes, Wyden ha sostenido una tradición implacable: realizar reuniones vecinales en cada uno de los 36 condados de Oregón cada año. Hasta la fecha ha celebrado más de 1,125 asambleas ciudadanas, y la de Wasco, en el rural y conservador condado de Sherman, fue la número 23 del presente año.
Wyden explica así su persistencia en este formato clásico de política de base: “Los encuentros ciudadanos son más importantes ahora que nunca porque permiten derribar barreras y contemplar al otro más allá de etiquetas”.
Una postura incómoda frente al relevo generacional
Sin embargo, la postura de Wyden sobre su permanencia en el Senado no está exenta de críticas incluso desde su propio partido. Amanda Litman, presidenta de Run for Something, una organización dedicada a promover líderes progresistas jóvenes, lo expresó con claridad:
“He pedido recurrentemente que los funcionarios electos mayores de 70 años enfrenten su último término. Es tiempo de abrir espacio a nuevas voces”.
Otras figuras prominentes ya han hecho caso a ese llamado. El senador Dick Durbin, de 80 años, anunció que se retirará, y hasta el presidente Joe Biden, quien buscó la reelección a los 81, se retiró bajo presión después de una campaña plagada de dudas y derrotas.
¿Es Wyden un obstáculo para las nuevas generaciones o un ejemplo de experiencia al servicio del bien común? La respuesta no es sencilla.
El contraste entre presencias públicas: los demócratas sí escuchan
En Wasco, uno de los condados donde Donald Trump ha mantenido firme su base (obtuvo el 75% de los votos en 2024), Ron Wyden se presentó como es costumbre, sin filtro, cara a cara con ciudadanos conservadores, independientes y demócratas.
Mientras muchos republicanos en el Congreso prefieren escenarios controlados, el senador Wyden se enfrentó a preguntas difíciles sobre temas polémicos como inmigración, salud y democracia.
El tono se mantuvo civil y respetuoso. Uno de los asistentes, Charlie Hogue, de 71 años, expresó abiertamente su frustración:
“Pensé que teníamos pesos y contrapesos. Estoy perdiendo la esperanza. ¿Los demócratas tienen un plan o solo están haciendo campaña para las próximas elecciones?”
Wyden respondió relatando sus acciones concretas: sus gestiones con productores de trigo oregoneses perjudicados por los aranceles impuestos por Trump y su reciente viaje a Canadá para dialogar sobre relaciones comerciales en tiempos de fricción internacional.
Un legado marcado por causas complejas
Wyden no ha evitado temas espinosos ni se ha limitado a la política local. Desde el Senado se ha convertido en una de las voces más persistentes en la investigación de las finanzas de Jeffrey Epstein, el multimillonario vinculado a una red de tráfico sexual de menores y rodeado de conspiraciones políticas.
Como presidente del Comité de Finanzas del Senado, Wyden ha investigado por años las transacciones fiscales y bancarias de Epstein.
“Seguimos la pista del dinero durante tres años”, dijo. “Y no vamos a parar hasta que salgan los hechos a la luz”.
En un contexto donde incluso el Departamento de Justicia ha relativizado la existencia de una “lista de clientes” de Epstein, Wyden insiste en la importancia de la transparencia en este caso.
Inmigración e historia personal: el peso de la memoria
Durante el encuentro en Wasco, Wyden también hizo referencia a su origen familiar: sus padres huyeron de la Alemania nazi. Esta historia le sirvió para alegar que la inmigración legal fortalece la nación:
“Creo firmemente que la inmigración legal hace mejor y más fuerte a nuestro país”.
Sin embargo, cuando fue cuestionado sobre presuntas protecciones del Partido Demócrata a personas que cruzan ilegalmente la frontera, defendió una visión más matizada: condenó la criminalización masiva y sostuvo que quienes cometen delitos deben responder ante la ley, pero que la deportación arbitraria daña a familias sin antecedentes penales.
Un veterano en tiempos de líderes investigados
Mientras Wyden defiende su permanencia en el Congreso, otros líderes demócratas se ven envueltos en controversias más recientes. La fiscal general de Nueva York, Letitia James, enfrenta una investigación por presunto fraude hipotecario y por supuestamente abusar de su autoridad en la demanda que resultó en una multa de $454 millones contra Trump por inflar su patrimonio.
James, famosa por su postura combativa contra la administración Trump, denuncia que está siendo víctima de una “cacería política”. Su abogado, Abbe D. Lowell, calificó de “improcedentes” las citaciones legales—una situación que subraya la creciente tensión institucional en Estados Unidos.
En este contexto, Wyden emerge como el contrapeso a una política cada vez más dominada por ataques personales y extremismo. A diferencia de las figuras que han saltado a la fama por sus escándalos o que abandonan el barco agobiadas por la edad, el veterano senador quiere ser la “voz persistente y razonable” que no renuncia a escuchar.
¿Hay vida política más allá de los setenta años?
En un país que se cuestiona sobre la edad idónea para gobernar, Ron Wyden no rehúye el tema:
“Las preguntas sobre la edad son justas. Pero yo entrego resultados. Estoy comprometido y aún tengo mucho por hacer”.
La pregunta que sobrevolará los próximos años será: ¿es Wyden un ejemplo de longevidad política positiva, o un obstáculo para la renovación generacional que el Partido Demócrata reclama a gritos?
Por ahora, Wyden sigue viajando a cada rincón de Oregón, tomando notas en su libreta, escuchando ideas y quejas sin importar el signo político de quien las exprese. Él cree que este trabajo minucioso, silencioso y cercano todavía tiene un lugar en la democracia estadounidense contemporánea. Muchos de sus críticos más jóvenes podrían aprender algo mirando cómo lo hace.
Como él mismo lo resumió en Wasco:
“En la vida política, como en la vida misma, la clave sigue siendo presentarse”.