Putin, Trump y el tablero de guerra en Ucrania: ¿diplomacia o imposición?
El posible encuentro entre ambos líderes reaviva el temor de que la paz llegue bajo condiciones impuestas por Moscú, con consecuencias profundas para Europa y el orden geopolítico global
Las jugadas de Putin: ¿paz negociada o rendición estratégica?
Desde que Vladimir Putin ordenó la invasión a gran escala de Ucrania el 24 de febrero de 2022, su postura negociadora ha sido tan inflexible como sus operaciones militares. A pesar de múltiples contactos diplomáticos y gestos ensayados de disposición al diálogo, Moscú ha mantenido una serie de requerimientos maximalistas que equivalen, según analistas, a una exigencia de rendición total por parte de Kyiv.
Ahora, ante la posibilidad de una cumbre entre Putin y Donald Trump en Alaska el 15 de agosto, crecen las preocupaciones tanto en Ucrania como en Europa sobre la posibilidad de que el exmandatario estadounidense funcione como vía hacia una paz cimentada en concesiones unilaterales.
¿Qué quiere Rusia exactamente?
En las conversaciones celebradas en Estambul en junio, Rusia puso sobre la mesa dos propuestas de cese al fuego de 30 días. Ambas exigían:
- La retirada total de las tropas ucranianas de las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, anexadas ilegalmente en 2022.
- El reconocimiento internacional de la soberanía rusa sobre Crimea y las cuatro regiones anteriormente mencionadas.
- La declaración de neutralidad de Ucrania frente a Occidente y Rusia, es decir, renunciar a su ingreso en la OTAN.
- El fin del estado de ley marcial, organización de elecciones internas en Ucrania y la firma de un tratado de paz permanente.
- La prohibición expresa de que Ucrania albergue tropas o armamento de terceros países.
Muchos expertos, incluidos analistas del Carnegie Russia and Eurasia Center, coinciden en que estos términos buscan una reintegración tácita de Ucrania en la esfera de influencia de Moscú y su desanclaje progresivo del eje occidental.
La postura de Ucrania: dignidad e independencia
El presidente Volodímir Zelensky, mientras tanto, mantiene una posición férrea. Ante el mismo escenario en Estambul, Ucrania también presentó un memorando que establecía:
- Un alto al fuego total e incondicional de 30 días como base.
- El rechazo al estatus de neutralidad, insistiendo en el derecho soberano de elegir alianzas como la OTAN.
- Una exigencia de garantías de seguridad internacionales vinculantes para evitar nuevas agresiones rusas.
- Un acuerdo completo de devolución de niños deportados y desplazados, además del intercambio total de prisioneros.
- La negativa a aceptar como parte de Rusia cualquier región ucraniana ocupada ilegalmente.
Kyiv también condiciona un posible levantamiento gradual de sanciones a Moscú al cumplimiento pleno de cada cláusula del acuerdo.
Trump, ¿el pacificador inesperado o una amenaza adicional?
La figura de Donald Trump aparece en escena con una peligrosa ambigüedad. Aunque inicialmente mantuvo una actitud más crítica hacia Putin tras la negativa rusa a parar los ataques aéreos, el expresidente estadounidense ha mostrado simpatía hacia el Kremlin e incluso ha adoptado algunos discursos similares al del gobierno ruso.
Trump ha manifestado su intención de reunirse con Putin sin la presencia de Zelensky y ha mencionado vagamente intercambios territoriales que podrían “beneficiar a ambos”. Esa postura es alarmante:
- Podría socavar el principio de integridad territorial consagrado por el derecho internacional.
- Podría dejar a Ucrania frente a una decisión sin opciones reales: perder regiones para detener el conflicto.
- Debilitaría la imagen de unidad de Occidente frente a la agresión rusa.
“¿Firmará Trump un acuerdo e impondrá su contenido a Ucrania y Europa?”, se preguntó Sam Greene, de King’s College London. Su análisis sugiere que Putin podría ceder tácticamente —aceptando un cese al fuego controlado— para ganar el favor de Trump y redefinir las condiciones a largo plazo.
Rusia cree tener el tiempo a favor
Mientras Ucrania sufre el desgaste de una guerra prolongada —más de 600 millas (1.000 km) de frente activo— y ataques masivos con drones y misiles, Rusia interpreta el cansancio como una ventaja estratégica.
Putin calcula que los apoyos internacionales de Kyiv comenzarán a diluirse con el tiempo y que la presión interna y económica en Europa jugarán a su favor. Por ello, el Kremlin ha contactado en las últimas semanas a líderes de China, India, Sudáfrica y exrepúblicas soviéticas, presumiblemente para preparar terreno diplomático ante una eventual negociación.
Ucrania no cede y Occidente observa con recelo
Zelensky ha dejado claro en múltiples ocasiones que ceder ante las condiciones rusas sería una traición nacional. Además, desde el punto de vista legal, aceptar cualquier anexión pondría en peligro la viabilidad futura de otros estados agredidos por potencias mayores.
En una entrevista reciente, Tatiana Stanovaya escribió en X (antes Twitter):
“Las condiciones rusas, por más matices que se les agreguen, siempre apuntan a lo mismo: Ucrania debe dejar de resistir, el Oeste eliminar su respaldo militar y Kyiv aceptar los términos rusos. Es rendición, disfrazada de tratado”.
El escepticismo también se apodera de Europa. Una reunión de Trump con Putin sin Zelensky presente activa alarmas sobre posibles acuerdos a espaldas de Ucrania. Alemania, Francia y Polonia han intensificado contactos en las últimas semanas en busca de reasegurar su alineación con Kyiv, incluso si Estados Unidos cambia de gobierno próximamente.
Los escenarios posibles
Existen tres escenarios principales en juego:
- Acuerdo Trump-Putin con concesiones ucranianas: Podría significar una pausa temporal en los combates pero legitimaría ocupaciones ilegales y debilitaría a la OTAN.
- Negociación trilateral con base más equitativa: Un punto intermedio difícil, más viable con fuerte involucramiento europeo y garantías internacionales.
- Fracaso de la cumbre y continuación del conflicto: Según Stanovaya, es el escenario más probable, con nuevas fases escaladas y un conflicto “crónico”.
¿Empieza una nueva guerra fría?
Más allá del futuro inmediato de Ucrania, lo que está en juego es el equilibrio global post-Guerra Fría. Si un líder occidental reconoce, aún de manera implícita, derecho a modificar fronteras mediante fuerza militar, el precedente tendrá implicaciones en el mar de la China Meridional, el Cáucaso y otras regiones tensas del planeta.
Además, la capacidad de Europa para mantener una agenda estratégica independiente de Washington se verá puesta a prueba, especialmente si Trump regresa a la Casa Blanca. En ese sentido, la Unión Europea debería considerar reforzar estructuras propias de defensa y diplomacia sin depender totalmente del liderazgo estadounidense.
Las próximas semanas serán cruciales para ver si estamos entrando a una etapa de resolución o si la guerra en Ucrania se seguirá prolongando como símbolo de un nuevo orden internacional en disputa.