El Desencanto del Sueño Americano: El Regreso de los Venezolanos Decepcionados
Miles de migrantes venezolanos regresan a un país aún en crisis tras intentos fallidos de lograr una vida mejor en EE.UU.
La desilusión del exilio
La historia de Yosbelin Pérez refleja una realidad compartida por miles de venezolanos que, tras haber dejado todo en busca de un futuro próspero en Estados Unidos, hoy regresan a un país sumido en una crisis aún más profunda. Con sus manos curtidas, Pérez fabrica 'budares', esos discos de aluminio donde se cocinan las arepas —el pan diario en la mesa venezolana—, pero lo hace sin seguridad, sin estabilidad y con una deuda de $5.000 a sus espaldas.
Un éxodo sin precedentes
Desde el colapso económico que se profundizó en 2013, más de 7,7 millones de venezolanos han abandonado el país, según cifras del Grupo Interagencial para los Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V). La mayoría se asentó en Colombia, Perú y otros países de América Latina. Sin embargo, tras la pandemia de COVID-19, un número creciente comenzó a mirar hacia el norte, hacia Estados Unidos, como una promesa aún posible de redención económica.
El espejismo estadounidense
Programas especiales ofrecieron durante un tiempo cierto amparo a los venezolanos que lograban ingresar a Estados Unidos. Algunos obtuvieron permisos de trabajo o amparos disponibles bajo diferentes administraciones. Sin embargo, con el retorno de Donald Trump a la presidencia en enero de 2025 y ante la presión de su base política, Washington endureció su postura migratoria.
Las autoridades estadounidenses comenzaron a deportar en masa a venezolanos, alegando preocupaciones de seguridad. Según declaraciones oficiales, más de 200 inmigrantes fueron enviados incluso a una prisión en El Salvador mientras se les procesaba por supuestos vínculos con la pandilla Tren de Aragua, aunque las evidencias públicas eran escasas.
El retorno lleno de deudas y frustración
David Rodríguez, otro migrante venezolano, es ejemplo de esta oleada de retornos. Intentó el peligroso cruce del Tapón del Darién, atravesó Centroamérica en moto-taxi, tren y autobús hasta entregarse a las autoridades estadounidenses en la frontera. Terminó siendo deportado a México tras 15 días detenido. Desde allí, retornó a Caracas solo y endeudado.
“Irme a EE.UU. fue un retroceso total”, declaró. Hoy intenta pagar una motocicleta con una tarifa semanal de $50. En semanas buenas gana $150, pero en otras apenas cubre la deuda.
Viviendo en un país en emergencia perpetua
La Venezuela que encontraron al regresar no es ni remotamente más estable que la que abandonaron. En abril de 2025, el presidente Nicolás Maduro declaró emergencia económica nacional ante el aumento de la inflación y la caída del poder adquisitivo.
El salario mínimo sigue congelado en 130 bolívares mensuales —equivalente a $1,02 al cierre de agosto de 2025—, una cifra irrisoria que ha obligado a miles a tener múltiples fuentes de ingresos para sobrevivir. Una arepa en la calle cuesta al menos el triple de ese salario diario.
Extorsión y bajos ingresos: el círculo vicioso
Yosbelin no sólo lidia con las deudas, también enfrenta presiones de actores institucionales. Tras montar nuevamente su pequeño taller artesanal de moldes de aluminio, agentes policiales la detuvieron por no pagar una supuesta multa. Le exigieron $1.000 para dejarla operar.
“Días después de volver, ya me estaban pidiendo dinero otra vez. Les transferí $5, aunque sé que van a volver”, cuenta resignada. Su mayor miedo: que los dejen sin nada otra vez.
El laberinto sin salida del emprendedor informal
Como muchos migrantes retornados a Venezuela, Pérez depende de herramientas prestadas por familiares que tampoco cuentan con estabilidad económica. Aunque puede producir utensilios de cocina y venderlos localmente, la mayoría de las ganancias acaba en manos de usureros que cobran intereses mensuales del 40% por préstamos informales.
El acceso al crédito formal es prácticamente inexistente para los ciudadanos sin cuentas bancarias o propiedades, lo que facilita la proliferación de prestamistas ilegales —una sombra que persigue hoy a casi todas las capitales venezolanas.
¿Qué alternativas quedan?
La historia de los retornados varía: algunos ingresan a programas de formación en pastelería o estética, otros prueban suerte en la economía informal. Un pequeño grupo logra migrar nuevamente a España o Argentina. Pero la mayoría persiste en un entorno plagado de pobreza, corrupción y desesperanza.
Números que definen la tragedia
- Más del 90% de los venezolanos vive en pobreza, según ENCOVI 2023.
- Venezuela tiene actualmente una inflación interanual cercana al 300%, según el Observatorio Venezolano de Finanzas.
- Una familia promedio necesita más de $500 al mes para cubrir la canasta básica alimentaria, mientras que el ingreso promedio ronda los $70 mensuales.
- Un total de más de 400 vuelos de repatriación fueron gestionados por agencias estadounidenses y venezolanas desde enero hasta agosto de 2025.
El zumbido constante del desencanto
En medio de esta maraña de deudas, extorsiones y desesperanza, millones de venezolanos que alguna vez soñaron con una vida mejor en el exterior descubren que el regreso, aunque doloroso, puede ser el único camino posible. Pero incluso volver a casa implica un nuevo conjunto de barreras que impiden retomar la vida con dignidad.
Mientras tanto, quienes permanecen en Venezuela, sin nunca haber salido o que ahora regresan derrotados, siguen encendiendo sus cocinas con los budares de Yosbelin. Son símbolos sagrados de un pueblo resiliente, sí, pero también testigos de cómo el sueño del progreso externo se convierte en una pesadilla de regreso forzado.