Frederick Richard y su revolución en la gimnasia: redefiniendo el uniforme masculino para salvar el deporte

El medallista olímpico desafía al sistema con su look moderno en busca de hacer la gimnasia masculina más atractiva e inclusiva

Un nuevo aire para la gimnasia masculina

Frederick Richard no es un gimnasta cualquiera. Con solo 21 años, este joven carismático se ha convertido en una figura clave del movimiento que busca reinventar la imagen y percepción de la gimnasia masculina en Estados Unidos. Su enfoque va más allá del rendimiento deportivo: está abriendo un nuevo frente en la lucha por modernizar el deporte a través de algo tan particular —y aparentemente banal— como lo es el uniforme. Durante el Campeonato Nacional de Gimnasia de EE.UU. celebrado recientemente en Nueva Orleans, Richard sorprendió al público y a los jueces al competir con un atuendo que rompe las normas tradicionales: shorts y leggings de compresión propios de un jugador de baloncesto o corredor urbano. Esta decisión, lejos de ser arbitraria, es simbólica, valiente y está pensada estratégicamente para conectar con las nuevas generaciones.

Una deducción que vale la pena

El uniforme de Richard le ha costado una penalización automática de 0.3 décimas en cada competencia en la que lo usa, pero para él, ese castigo vale la pena. "Es 1000% lo correcto", asegura con convicción, sabiendo que su decisión envía un mensaje directo a los jóvenes: hacer gimnasia también puede ser "cool". Su apuesta busca más que una simple innovación visual. Richard apunta directamente hacia una problemática que ha contribuido al declive de la gimnasia masculina en EE.UU.: la desconexión cultural con los jóvenes. "Cuando salía del gimnasio con mis pantalones de anillas, no quería entrar a una gasolinera con ellos", confesó. "Si los niños me veían y preguntaban si practicaba gimnasia, yo decía que sí, pero no quería que buscaran en internet y vieran ese uniforme. No me parecía atractivo".

Auge y caída de la gimnasia masculina en EE.UU.

Durante las últimas décadas, la gimnasia masculina ha perdido apoyo tanto en el ámbito universitario como popular en Estados Unidos. Si bien países como Japón, Rusia y China siguen considerando la gimnasia como una fábrica de héroes nacionales, en EE.UU. la atención mediática y financiera se ha centrado abrumadoramente en la rama femenina —especialmente después del fenómeno Simone Biles—. Según datos del NCAA, las universidades que ofrecen programas de gimnasia masculinos de División I han disminuido drásticamente desde la década de 1970. Si en 1980 había más de 70 programas activos, en 2023 quedaban menos de 15. Además, iniciativas como el reciente acuerdo de conciliación en la Cámara de Representantes (relacionado con las políticas de equidad de género y Title IX) podrían poner aún más presión sobre estas disciplinas minoritarias. Richard lo sabe, y lo vive en carne propia. “He visto a muchos irse. Mientras que el uniforme no me detuvo a mí, puede que sí frene a otros. La ropa importa. Sentirse identificado importa”, afirmó.

La moda como herramienta social en el deporte

Frederick Richard no está solo en esta lucha. Con el apoyo de la marca de ropa Turn, ha trabajado en diseñar una alternativa estética que cumpla con una función esencial: atraer. En la primera noche del campeonato nacional, apareció con leggings de cebra en colores azul y amarillo, representando la Universidad de Michigan. Para la segunda ronda, optó por tonos grises más sobrios. En ambos casos, siendo fiel a su causa. ¿El resultado? Un segundo lugar nacional ganado por menos de una décima sobre su rival Fuzzy Benas. Si hubiese usado el uniforme tradicional, habría ampliado esa ventaja, pero eso no le preocupa: para Richard, el impacto sobre los chicos que lo miran desde la tribuna tiene mayor valor que la puntuación en la pantalla.

El debate reglamentario ya está sobre la mesa

La Federación Internacional de Gimnasia (FIG) no contempla actualmente la posibilidad de permitir alternativas al uniforme masculino oficial en competiciones sancionadas. Sin embargo, sí se ha demostrado cierta flexibilidad con las mujeres. En los pasados Juegos Olímpicos, algunas gimnastas alemanas optaron por usar trajes de cuerpo entero con la intención de combatir la sexualización del deporte, y fueron permitidos. El caso de Richard es distinto: él está desafiando directamente una norma vigente. Por eso, cada presentación suya con shorts genera controversia y añade puntos negativos a su desempeño. Pero esto no ha evitado que continúe presionando los límites establecidos, con el objetivo de cambiar el sistema desde dentro. Stephen Nedoroscik, gimnasta estadounidense especialista en caballo con arzones, y medallista de bronce en París, expresó su apoyo: "Debería haber cierta flexibilidad, aunque entiendo que los uniformes ayudan a los jueces a hacer su trabajo. Pero podemos hablar de un término medio".

Frederick Richard, más allá del tapiz

Pero la revolución estética de Richard es solo una parte de su influencia en el deporte. Actualmente trabaja para abrir un centro de gimnasia en Uganda, un país que apenas comienza a desarrollar estructura formal en esta disciplina. Allí, su objetivo es acercar la acrobacia y el ejercicio físico de alto nivel a jóvenes que nunca antes habrían imaginado practicar este deporte. Este enfoque global demuestra que, para Richard, transformar el deporte es una responsabilidad auténtica. "Me siento más feliz ahí que en cualquier otro lugar... Me sentí libre allí", comentó al regresar de Uganda sobre el proyecto. Y aunque su nombre no fue seleccionado para integrar el equipo mundialista de EE.UU. este año (debido a que será una edición centrada en especialistas individuales), Richard sigue adelante con su plan de largo plazo: conquistar el escenario internacional —con o sin bermudas—.

Un camino exigente, un mensaje claro

Richard entiende que su cruzada no será sencilla. “Me han dicho que si quiero parecer jugador de básquet, que lo sea. Que la gimnasia no es para mí”, contó. Aun así, mantiene su decisión de seguir compitiendo con su uniforme alternativo, al menos en competencias individuales. “No estamos contra las reglas, pero sí por actualizarlas”, declaró. “Seguiré usando este uniforme durante diez años si hace falta. Si sigo ganando, si logro mantenerme en el podio con este look, eventualmente FIG notará que los niños lo prefieren, que se están uniendo al deporte por esto. Y así, ese cambio será orgánico” El uniforme no es el foco, sino el símbolo. Y en Richard, este símbolo cobra vida con una misión doble: salvar a la gimnasia masculina del anonimato y ofrecer un futuro más inclusivo, moderno y motivador para las nuevas generaciones. Porque invertir en el presente del deporte no siempre implica nuevas reglas, a veces comienza revisando la ropa con la que los atletas suben al tapiz.
Este artículo fue redactado con información de Associated Press