¿Negociar con Putin sobre Ucrania sin Ucrania? El peligroso juego de Trump y Europa
La cumbre entre Trump y Putin reaviva temores en Europa y Ucrania: ¿acuerdos sin Kiev en la mesa?
La inminente cumbre entre Donald Trump y Vladímir Putin en Alaska ha encendido todas las alarmas en Europa y Ucrania. A pesar de su objetivo declarado de buscar el fin de la guerra, las declaraciones públicas de Trump, su enfoque diplomático poco ortodoxo y la exclusión de actores clave están provocando preocupación desde Bruselas hasta Kiev. ¿Está Europa perdiendo el control de su seguridad? ¿Puede Trump negociar la paz en Ucrania sin Ucrania? Veamos por qué este encuentro rebosa de implicancias geopolíticas, riesgos estratégicos e incertidumbre diplomática.
Una reunión decisiva a puertas cerradas
El viernes se celebrará en Anchorage, Alaska, una esperada reunión entre el expresidente de EE.UU. Donald Trump y el presidente ruso Vladímir Putin. El objetivo: discutir un posible fin al conflicto en Ucrania, iniciado en febrero de 2022 y que ya suma más de 500.000 víctimas entre muertos y heridos según fuentes occidentales (BBC, 2024).
Pero lo que podría ser una esperanza de paz, también se perfila como una amenaza para el orden internacional y la soberanía de Ucrania. Trump ha dejado entrever que Ucrania deberá hacer concesiones territoriales para alcanzar un alto el fuego, declaraciones que caen como un balde de agua fría en Europa oriental, donde temen que un “acuerdo de paz” firmado entre Moscú y Washington sin participación europea ni ucraniana sea simplemente una rendición maquillada.
Europa, entre la desesperación y la impotencia
Los líderes de la Unión Europea han reaccionado con rapidez. El martes publicaron una declaración conjunta en la que, si bien agradecen los esfuerzos de Trump para acabar con la guerra, dejaron en claro que “el camino hacia la paz no puede decidirse sin Ucrania”.
Pero más allá de las palabras, la UE carece de mecanismos reales para influir en el contenido de la reunión entre Trump y Putin. De hecho, ni siquiera está claro si el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy participará virtual o simbólicamente en el encuentro.
Y cuando los líderes europeos busquen actualizar sus posturas con Trump en una reunión virtual convocada por el canciller alemán Friedrich Merz, ya será demasiado tarde para modificar posibles líneas de acuerdo que se discutan entre los dos mandatarios.
Trump y su alianza incómoda con Putin
No es la primera vez que Trump muestra una aproximación amistosa hacia Putin. Desde la cumbre del G20 en Hamburgo en 2017 hasta sus constantes alabanzas a la “fuerte mano” del líder ruso, ha generado inquietud incluso dentro del Partido Republicano.
En esta ocasión, Trump ha declarado públicamente que "habrá cierto intercambio de tierras. Algunas cosas malas para ambos". Una frase que ha sido interpretada como un intento de construir un falso equilibrio para justificar entregar territorios ocupados por Rusia, actualmente en las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporizhzhia y Jersón, zonas que Putin reclama como parte de Rusia tras referendos ampliamente considerados fraudulentos.
Ucrania y Europa: cómplices involuntarios
Volodymyr Zelenskyy ha sostenido que no aceptará ninguna condición de paz que implique ceder territorio. Según el derecho internacional, Ucrania tiene soberanía sobre el 100% de su territorio reconocido por la ONU, incluyendo Crimea —anexada por Rusia en 2014—.
La postura de principios de Ucrania, sin embargo, podría ser ahogada por realpolitik si las potencias occidentales —con Trump al frente— buscan una solución rápida al conflicto para estabilizar los mercados y reducir los costos de apoyo militar.
La presión también se siente en Europa. Países como Polonia, Letonia o Lituania temen que si se corona a Putin como un “pacificador” en Ucrania, él podría redoblar su agresión en otros flancos. El pasado imperial ruso y las declaraciones irredentistas del Kremlin no ayudan a calmar esos temores.
Orbán: la nota discordante
En medio del llamado a la unidad europea, destacó una ausencia notoria: Hungría. Su primer ministro, Viktor Orbán, se negó a firmar la declaración conjunta de los 27, convirtiéndose en el único líder europeo que rechaza tácitamente respaldar a Ucrania en esta encrucijada estratégica.
No es sorpresa. Orbán ha cultivado una relación estrecha con Rusia, bloqueando anteriormente paquetes de ayuda militar europeos para Kiev y defendiendo mantener abiertos los canales diplomáticos con Moscú. Su postura mina el mensaje unitario que la UE intenta proyectar en tiempos de incertidumbre geopolítica.
Alaska: ¿simbolismo o provocación histórica?
El hecho de que el encuentro se produzca en Alaska, antiguo territorio ruso vendido a EE.UU. en 1867, ha tenido un sabor simbólico inquietante para algunos observadores. No solo por el contexto colonial, sino por el mensaje de recuperación de tierras que ha sido parte del discurso de Putin ante los parlamentos rusos.
La elección del sitio podría no haber sido casual. Alaska fue una puerta hacia el Pacífico y símbolo del ocaso imperial ruso; ahora podría convertirse en el escenario donde el Kremlin vuelve a ganar territorialmente, esta vez sin disparar un tiro, gracias al respaldo, directo o indirecto, de una figura influyente como Trump.
Rehabilitación de Putin: ¿nuevo orden global?
Si el debate de los últimos años ha girado en torno a si Estados Unidos seguía siendo el garante del orden liberal internacional, Trump parece tener una visión radicalmente distinta. En su opinión, lo importante no es la ley internacional o la soberanía, sino el realismo brutal del poder.
“Putin tiene poder, Zelenskyy no,” resumió Trump en declaraciones recientes. Y aunque añade que buscará “escuchar todos los puntos de vista”, lo cierto es que ha criticado la “ineficacia” de Zelenskyy y le ha reprochado no haber terminado la guerra, sin mencionar que ha sido Ucrania la invadida.
Ese tipo de discursos, al igual que su anterior escepticismo frente a la OTAN o su sugerencia de retirar tropas de Europa, cuestionan desde la raíz décadas de política exterior estadounidense, con consecuencias impredecibles para el equilibrio global.
¿Qué se juega en esta cumbre?
- La soberanía ucraniana: cualquier “intercambio de tierras” podría sentar un peligroso precedente.
- La credibilidad de la UE: si es ignorada en la toma de decisiones, su peso como actor internacional disminuirá.
- El liderazgo de EE.UU.: el mundo observa si Trump está dispuesto a sacrificar aliados por acuerdos rápidos.
- La figura de Putin: rehabilitar su imagen sin retirar tropas o rendir cuentas podría alentar futuras agresiones.
Voces de advertencia
El ex secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, advirtió en una entrevista reciente: “Aceptar pérdidas territoriales en Ucrania en nombre de un acuerdo de paz sería una señal de debilidad, y debilidades invitan a la agresión”.
Por su parte, Marie Mendras, analista del CNRS francés, advirtió que ninguna negociación seria puede omitir a Ucrania, salvo que se acepte un mundo donde las fronteras se reconfiguran por la fuerza.
Un futuro incierto
Lo que surja de la cumbre Trump-Putin podría tener efectos duraderos no solo en Europa del Este sino en la arquitectura global. Con una UE dividida, un EE.UU. con liderazgo cuestionado, y una Ucrania heroica pero extenuada, la partida deja muchas piezas abiertas.
¿Será esta la cumbre que consolide un nuevo orden post-occidental, basado más en el poder que en el derecho? ¿O será una falsa esperanza de paz que solo traiga nuevas guerras? Lo sabremos, quizá, mucho antes de lo que pensamos.