El regreso forzado: el drama de los migrantes camboyanos tras el conflicto fronterizo con Tailandia

Una crisis de empleo, miedo e incertidumbre sacude a miles de camboyanos que retornan a su país luego de violentos enfrentamientos fronterizos y rumores alarmantes

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Una migración a contrarreloj

Más de 780.000 trabajadores camboyanos han regresado a su país desde Tailandia en solo unos meses, enfrentando una situación económica incierta mientras se mantiene una frágil tregua entre ambos países. Esta masiva migración inversa ha sido provocada por los recientes enfrentamientos armados entre Camboya y Tailandia, motivados por disputas territoriales de larga data a lo largo de su frontera de 800 km.

Tras los combates en julio, que dejaron más de 43 muertos y más de 260,000 desplazados, la tensión alcanzó niveles que paralizaron el flujo normal de trabajadores migrantes, esencial para la economía tailandesa. Aunque una tregua mediada por Malasia y respaldada por EE.UU. y China ha puesto los disparos en pausa, el temor persiste entre los trabajadores.

El miedo que desencadena la huida

Uno de ellos, Kri Phart, de 56 años, dijo: “No quería ser el último camboyano en Tailandia”. Con dos bolsas gigantes y un ventilador en mano, decidió regresar a su país tras leer un mensaje en Facebook del primer ministro camboyano Hun Manet, exhortando a los migrantes a volver.

Los motivos de la estampida van desde el miedo a una nueva ofensiva militar hasta rumores infundados sobre la pérdida de derechos civiles. Incluso hubo reportes de violencia contra camboyanos por parte de bandas juveniles tailandesas, lo que aumentó aún más el nivel de ansiedad.

El sueño económico roto

Antes del conflicto, se estimaba que más de 1,2 millones de camboyanos trabajaban en Tailandia, una cifra significativa para el país del sudeste asiático. Estas personas enviaban a sus familias aproximadamente 3 mil millones de dólares en remesas anuales, según datos del Ministerio de Trabajo camboyano.

Thouk Houy, de 26 años, trabajaba en una fábrica de cuero en las afueras de Bangkok y lograba enviar entre $70 y $100 mensuales a sus padres. Ahora, al regresar, teme por el futuro: “Seré una carga, no un apoyo”, afirmó mientras entregaba sus pertenencias a un transportista antes de abordar una furgoneta de regreso a su pueblo.

Rumores, política y paranoia

Las declaraciones de figuras políticas también han agitador el escenario. El ex primer ministro Hun Sen, padre del actual, aseguró que Tailandia planeaba una invasión, lo cual generó más miedo e impulsó el éxodo.

Para muchos migrantes, la combinación de enfrentamientos bélicos, falta de certeza económica y mensajes alarmistas abrió un escenario de alerta máxima. “Todos los días decenas huían, y los tailandeses ya no nos querían”, dijo Houy.

Devastación económica en casa

Volver a Camboya no ha implicado tampoco una solución. La promesa del gobierno de conseguir empleo con iguales condiciones no ha convencido. Muchos volvieron a poblaciones donde la única oferta laboral son cultivos precarios o ventas informales mal remuneradas.

Según Nathan Green, profesor de geografía de la Universidad Nacional de Singapur, los retornados enfrentan una economía extremadamente frágil: “Estos conflictos demuestran la precariedad de los medios de vida en Camboya”.

Propuestas insuficientes

Ante la súbita oleada de retornados, organizaciones de defensa de derechos como el Khmer Movement for Democracy han solicitado al gobierno adoptar medidas económicas extraordinarias:

  • Suspensión temporal de los pagos de deudas.
  • Incentivos para empresas que contraten migrantes retornados.
  • Programas de reentrenamiento laboral en sectores emergentes.

Pero nada de esto ha ocurrido con rapidez. “Estamos hablando de los más pobres, que perderán su único ingreso”, dijo Mu Sochua, presidenta del movimiento.

La pérdida también es para Tailandia

Tailandia ha sentido la salida abrupta de esta mano de obra en sectores como la agricultura, la construcción y la manufactura. Algunos empleadores aseguran que más del 90% de su fuerza laboral camboyana abandonó el país en julio y agosto.

“Mis empleadores me pidieron que me quedara, pero ya no me sentía seguro”, relató Meng Yeam, ex gerente en una fábrica de caucho en la provincia tailandesa de Chonburi, que logró ahorrar y enviar $600 a su familia antes de regresar también a Camboya.

Un conflicto con raíces históricas

La disputa territorial entre Tailandia y Camboya no es nueva. Uno de los puntos más delicados ha sido el entorno del Templo de Preah Vihear, una fuente constante de choques desde hace décadas. Aunque en 1962 la Corte Internacional de Justicia otorgó dicho territorio a Camboya, la implementación del fallo ha sido polémica.

Desde entonces, recurrentes enfrentamientos han dejado decenas de muertos y deteriorado las frágiles relaciones diplomáticas, con consecuencias palpables en las comunidades fronterizas.

¿Una paz posible?

La tregua actual, mediada por Malasia el 20 de julio de 2025 y con respaldo de Estados Unidos y China, todavía se sostiene. Pero nadie se atreve a garantizar que dure. En tanto, los camboyanos retornados buscan sobrevivir con la esperanza de algún día volver a Tailandia.

“Camboya y Tailandia necesitan llevarse bien”, dijo Meng Yeam, “pero tal vez cuando podamos volver, ya esté retirado”.

Lo cierto es que más allá del juego diplomático, el drama real se vive en los pueblos, mercados y caminos polvorientos de Camboya, donde miles de migrantes, que un día soñaron con progresar, hoy deben reconstruir sus vidas desde cero.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press