El veto a Crystal Palace desnuda el caos de la multipropiedad en el fútbol europeo

El castigo de la UEFA al club inglés por vínculos con Lyon reabre el debate sobre el control del deporte más popular del mundo por fondos extranjeros

Un castigo histórico que sacude la estructura del fútbol europeo

El Crystal Palace acaba de vivir uno de los momentos más desconcertantes y controvertidos de su historia reciente. Tras haber clasificado para la Europa League gracias a su inesperado pero merecido triunfo en la FA Cup frente al Manchester City, el club londinense ha sido relegado por la UEFA a la tercera categoría continental: la infame Conference League, pese a su rendimiento deportivo.

La causa no está en lo que ocurrió en el campo, sino en los despachos. Concretamente, en los límites difusos de la multipropiedad de clubes por inversionistas extranjeros, un fenómeno en auge que amenaza la equidad competitiva del fútbol europeo.

Textor, Johnson y una red de intereses entrecruzados

La UEFA argumentó que el dueño del 43% del Crystal Palace hasta hace poco, el estadounidense John Textor, también tenía control sobre el Olympique de Lyon, de Francia, y eso contraviene las reglas sobre integridad en competencias continentales. Aunque Textor vendió su participación a otro magnate estadounidense, Woody Johnson (dueño de los New York Jets), la Corte de Arbitraje Deportivo (CAS) validó el castigo debido a que la venta ocurrió tras la fecha límite para evaluar conflictos de interés.

"Las reglas de la UEFA son claras y no permiten flexibilidad en cuanto al cumplimiento en la fecha de evaluación", sentenció el panel de jueces del CAS.

La decisión impide que Crystal Palace dispute los millones de euros que podría haber obtenido en la lucrativa Europa League. Ahora, deberá eliminar a Fredrikstad (Noruega) o Midtjylland (Dinamarca) para tan solo acceder a la liguilla de la Conference League, torneo que ofrece un tercio o menos de los beneficios económicos y competitivos.

¿Por qué importa la multipropiedad en el fútbol?

Desde quienes manejan transferencias de jugadores hasta la elección de entrenadores, la multipropiedad puede llevar a conflictos de interés severos. ¿Qué ocurre si dos clubes en la misma red tienen que enfrentarse? ¿Cómo se asegura que las decisiones deportivas y financieras se tomen de forma independiente?

La normativa de la UEFA sobre multipropiedad existe desde hace más de 25 años y establece que dos clubes bajo el mismo control no pueden participar en la misma competición europea. Aunque entonces estas reglas parecían exageradas, hoy cobran nueva vida en un mercado futbolístico dominado por fondos estadounidenses y multinacionales.

El caso de Crystal Palace es el tercero confirmado recientemente, tras las sanciones aplicadas a Drogheda (Irlanda) y DAC 14 (Eslovaquia), lo que indica que la UEFA está tomando más en serio esta regulación.

El auge de inversores estadounidenses en Europa

Textor no es un caso aislado. Entre estadounidenses con participación en clubes se encuentran:

  • John Textor: Lyon (Francia), Crystal Palace (Inglaterra), Botafogo (Brasil), Molenbeek (Bélgica).
  • Woody Johnson: ahora en el Crystal Palace.
  • Josh Harris y David Blitzer: también socios del Palace y accionistas en otros clubes.
  • Evangelos Marinakis: propenso a conflictos entre Nottingham Forest y Olympiakos.

Esta tendencia genera inquietud. Según la revista Forbes, los clubes europeos han visto una explosión de inversiones extranjeras en la última década: solo en 2022, las adquisiciones de equipos por parte de fondos estadounidenses alcanzaron los 8.000 millones de dólares.

La reacción de los aficionados: entre la furia y la resignación

Durante el reciente partido por la Community Shield donde Crystal Palace venció sorpresivamente al Liverpool en penales (tras un 2-2), algunos hinchas desplegaron pancartas con el mensaje “UEFA Mafia”, en señal de protesta por lo que consideran un castigo desproporcionado.

Para un club que celebraba su primer gran título en 120 años, verse truncado por burocracia internacional es un golpe anímico y económico. Además, el futuro de sus estrellas, como Marc Guehi y Eberechi Eze —quienes ya llaman la atención de gigantes de la Premier League y Europa— ahora está en duda.

El temor detrás de la decisión: integridad deportiva vs. libre mercado

La UEFA no oculta que teme por la integridad de las competencias: si un grupo empresarial tiene el control efectivo de varios clubes, puede afectar fichajes, priorizar unos equipos sobre otros o incluso arreglar resultados indirectamente.

Pero muchos expertos discuten si en una era dominada por la globalización y conglomerados, es realista seguir exigiendo la independencia total. “Estas reglas son anacrónicas; la multipropiedad, bien gestionada, no tiene por qué dañar el juego”, afirmó el analista financiero deportivo Dr. Kieran Maguire, autor de _The Price of Football._

El nuevo mapa europeo: ¿hacia una superliga empresarial?

Lo que se ve venir es una homogeneización del fútbol, donde clubes propiedad del mismo grupo juegan en diferentes ligas nacionales y continentales. La UEFA intenta luchar contra esta amenaza, pero las grandes sumas en juego y la dificultad de rastrear estructuras empresariales complejas hacen que sus esfuerzos parezcan limitados.

Desde 2020, más de 32 clubes europeos están bajo alguna forma de multipropiedad, y la cifra sigue creciendo año tras año (según Football Benchmark).

Algunas voces claman por una superliga controlada por empresas en vez de federaciones, lo que podría dejar atrás organismos como UEFA o FIFA. La historia fallida de la Superliga europea en 2021 fue una alerta temprana de este movimiento.

¿Qué le espera a Crystal Palace?

El equipo puede aún tener una gran temporada si logra avanzar lejos en la Conference League, pero la frustración es obvia: menos visibilidad, menos ingresos y más presión para vender activos. La oportunidad histórica se deshizo en papeles, firmas y regulaciones que pocos aficionados comprenden.

El problema no es legal, es cultural: el fútbol, para muchos, ya no pertenece a los hinchas. Ni siquiera a los jugadores. Pertenece a fondos, firmas legales y magnates invisibles.

Y Crystal Palace, sin pretenderlo, acaba de convertirse en el símbolo de cómo el corazón romántico del deporte lucha por sobrevivir entre estructuras empresariales cada vez más opacas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press