Irán e Irak refuerzan su alianza en medio de tensiones regionales y nucleares

La nueva ofensiva diplomático-militar entre Teherán y Bagdad apunta a redefinir el equilibrio de poder en Oriente Medio

Una alianza en expansión: el nuevo acuerdo de seguridad entre Irán e Irak

En un contexto de máxima tensión en Oriente Medio, Irán e Irak han dado un paso estratégico que podría redefinir el andamiaje de seguridad regional. Este lunes, Ali Larijani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, visitó Bagdad para concretar un memorando de entendimiento con el gobierno iraquí, centrado en la cooperación en materia de seguridad en la frontera común.

La noticia fue confirmada por el primer ministro iraquí Mohammed Shia al-Sudani, quien patrocinó la firma de este acuerdo. Aunque los detalles siguen siendo escasos, su relevancia no pasa desapercibida. Según expresó al-Sudani, este memorando tiene por objeto "la coordinación de seguridad en la frontera compartida entre ambos países", una zona especialmente sensible, dado el historial de movimiento de milicias y contrabando entre ambos territorios.

Un contexto marcado por la guerra aérea de junio

Este acuerdo tiene lugar semanas después de una escalada bélica sin precedentes entre Irán, Israel y Estados Unidos. En junio, la región fue testigo de una guerra aérea de 12 días que vio ataques israelíes contra instalaciones nucleares iraníes y bombardeos estadounidenses en sitios estratégicos en Irán. A modo de respuesta, Teherán lanzó misiles contra Tel Aviv, lo que marca una de las respuestas militares más audaces del régimen iraní en los últimos años.

En ese conflicto, facciones armadas ubicadas en Irak intentaron intervenir lanzando misiles y drones, según revelaciones del mismo al-Sudani. Sin embargo, el gobierno iraquí supo contener 29 de estos intentos mediante operaciones de seguridad internas, según comentó el primer ministro al diario estadounidense The Associated Press. Este dato resalta el creciente profesionalismo militar iraquí y su rol mediador en conflictos regionales.

La presión sobre las milicias proiraníes en Irak

El enfoque equilibrado de Irak ha sido objeto de elogio tanto por parte de Irán como de Estados Unidos. Desde la caída del régimen de Saddam Hussein, el país ha ejercido una política de equilibrio estratégico, buscando no alinearse por completo con ninguna potencia. No obstante, los vínculos con Irán se han intensificado desde la retirada de tropas estadounidenses y el aumento de la influencia de grupos proiraníes como Kataib Hezbollah y Asa’ib Ahl al-Haq.

El nuevo acuerdo con Irán podría tener como uno de sus principales objetivos el control y supervisión de estas milicias, con el fin de evitar nuevas escaladas que comprometan la estabilidad regional y la posición de Irak como actor diplomático clave.

El frente nuclear vuelve al centro del tablero

Simultáneamente al entramado iraquí-iraní, otro frente de conflicto continúa encendido: el nuclear. Este lunes, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Esmail Baghaei, confirmó que el gobierno se prepara para recibir a una delegación de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), aunque advirtió que las conversaciones serán "técnicas y complicadas".

La visita representa un nuevo intento por restablecer la cooperación bilateral, interrumpida luego del bombardeo de tres instalaciones nucleares por parte de EE.UU. y los ataques aéreos israelíes durante el conflicto de junio. La tensión aumentó cuando Irán suspendió parcialmente su colaboración con el organismo internacional el 3 de julio por orden del presidente Masoud Pezeshkian.

La decisión marcó un punto de inflexión. Desde entonces, el organismo de control nuclear ha denunciado la falta de acceso a instalaciones clave, mientras que Irán continúa enriqueciendo uranio hasta un grado de pureza del 60% —a solo un paso técnico del umbral del armamento nuclear (90%). Según estimaciones de la OIEA y agencias de inteligencia estadounidenses, Irán abandonó su programa estructurado de armas nucleares en 2003. No obstante, el avance actual genera alarma en Occidente.

¿Un nuevo pacto o un punto sin retorno?

Abbas Aragchi, ministro de Relaciones Exteriores iraní, reiteró que la cooperación con el OIEA ahora requerirá la aprobación expresa del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Esto sugiere una menor flexibilidad y pone en duda una reactivación inmediata del acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA), cuyos compromisos Teherán ha ido abandonando progresivamente desde la salida unilateral de EE.UU. en 2018 bajo el gobierno de Donald Trump.

Además, Baghaei criticó fuertemente al organismo por su inacción durante la guerra de junio: “Las instalaciones pacíficas de un país bajo monitoreo 24/7 fueron bombardeadas y la agencia no emitió una condena oficial como debía”, señaló. Esta declaración posiciona a Irán no solo como víctima de agresiones, sino también como actor dispuesto a desafiar los canales diplomáticos internacionales si lo considera conveniente.

El factor Líbano y una región al borde de la implosión

La gira de Larijani no termina en Irak. Está prevista una visita a Líbano, donde mantendrá reuniones con funcionarios y líderes de Hezbollah. Las conversaciones incluirán temas como la soberanía nacional y, en palabras de la agencia estatal iraní IRNA, “la unidad nacional e independencia del Líbano”. Esto ocurre pese al acuerdo de cese al fuego entre Israel y Hezbollah alcanzado en noviembre de 2023 tras una breve pero intensa guerra.

La presencia iraní en Líbano, a través de Hezbollah, sigue siendo un punto neurálgico en el tablero geopolítico. Según fuentes del gobierno libanés, se está presionando al grupo para desarmarse antes de finalizar el año, una exigencia respaldada tanto por actores internacionales como internos.

No obstante, Irán ha dejado claro que no abandonará a sus aliados. Su presencia militar, diplomática y, ahora también nuclear, busca consolidar una esfera de influencia antimperialista frente a Israel y Estados Unidos.

¿Hacia qué se dirige Oriente Medio?

La interacción entre estos tres elementos —el nuevo acuerdo de seguridad con Irak, la tensión con el OIEA y los esfuerzos regionales por contener a actores armados— dibuja un escenario complejo. Irán refuerza alianzas y autonomía al tiempo que desafía las estructuras internacionales. Irak se presenta como un actor bisagra, con la difícil misión de mantenerse neutral en un vecindario beligerante. Y la OIEA, debilitada en su capacidad inspectora, mantiene la esperanza de reconstruir una relación que permita evitar una nueva crisis nuclear.

La gran pregunta que se cierne es si estos movimientos conducirán a una nueva etapa de negociación y equilibrio en la región o si estamos ante el preludio de un conflicto más amplio, donde las diplomacias colapsen frente a las ambiciones estratégicas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press