Maple: La perrita heroína que protege a las abejas en peligro

Una spaniel inglesa retirada del servicio de detección ayuda a frenar una enfermedad mortal en colmenas con su olfato entrenado

Las abejas melíferas no solo producen miel: son responsables de la polinización de más del 70% de los cultivos que alimentan al mundo. Sin embargo, están bajo amenaza constante por enfermedades, pesticidas, pérdida de hábitat y cambio climático. Una nueva y singular heroína de cuatro patas se ha sumado a la lucha por su supervivencia: Maple, una perra de detección entrenada para encontrar focos de infección letal en colmenas.

Un enemigo invisible: American Foulbrood

El American Foulbrood (AFB) o Loque Americana es una enfermedad bacteriana devastadora que ataca las larvas de abejas melíferas. Es causada por la bacteria Paenibacillus larvae y es fatal para las colonias. Lo más preocupante es que, al ser altamente contagiosa y persistente —las esporas pueden sobrevivir más de 50 años—, su detección temprana es esencial para evitar la destrucción completa de colmenares.

Según el Departamento de Agricultura de EE.UU., la única manera efectiva de erradicar una colmena infectada con AFB es quemarla completamente. De ahí la importancia de identificar infecciones de forma precoz. Ahí es donde entra Maple.

La historia de una nueva oportunidad

Maple es una spaniel inglés de nueve años que anteriormente trabajaba como perra de detección de restos humanos para la oficina del sheriff del condado de St. Joseph, en Michigan. Sin embargo, tras sufrir una lesión en servicio en Ontario en 2024, fue retirada. Para cualquier otro perro, esto habría significado el final de su carrera profesional, pero el destino tenía otros planes.

Meghan Milbrath, profesora en la Universidad Estatal de Michigan (MSU), lideraba un proyecto del Pollinator Performance Center para mejorar la detección de enfermedades en abejas. “Sabíamos que los perros podían detectar olores específicos. ¿Por qué no entrenarlos para detectar AFB?”, se preguntó Milbrath.

Un veterinario que asistió a una capacitación en apicultura puso en contacto a Milbrath con Sue Stejskal, entrenadora de perros con más de 25 años de experiencia... y dueña de Maple. Así nació la alianza que cambiaría la historia de la detección de enfermedades apícolas.

Entrenando un olfato de oro

Stejskal diseñó un programa de entrenamiento específico para Maple. Utilizando muestras infectadas con AFB, la perra fue recompensada cada vez que identificaba correctamente el olor particular de la enfermedad. El entrenamiento fue documentado minuciosamente por Milbrath, con la idea de convertir esta iniciativa en un modelo replicable.

“La capacidad olfativa de un perro es más de diez mil veces mayor que la de los humanos”, explicó Stejskal. “Y Maple ya tenía años de experiencia detectando restos humanos; lo único que hicimos fue enseñarle un nuevo olor.”

Maple también tuvo que adaptarse a un nuevo equipo de protección. Para ingresar a las zonas donde habitan las abejas, se le diseñó un “traje apícola” canino: un vestuario amarillo con velo y botas para protegerla de las picaduras.

Una demostración que crea tendencia

Durante una demostración reciente en el campus de MSU, Maple recorrió varias cajas de colmenas. Cuando localizó una con rastro de AFB, se detuvo frente a ella y miró fijamente a Stejskal. “¡Buena chica, sí!”, la felicitó su entrenadora antes de lanzarle un juguete con el logotipo de la universidad.

El entusiasmo por el proyecto no es solo anecdótico. La eficacia de los perros entrenados supera las tasas de detección humana, que suele depender de inspecciones visuales o pruebas de campo que tardan días. Maple puede revisar más de 100 colmenas en una jornada y detectar la infección con una precisión impresionante.

Más allá de Maple: expandiendo el programa

El objetivo de la Universidad Estatal de Michigan no se limita a Maple. Milbrath y Stejskal ya planean formar una red de perros detectores. La documentación del entrenamiento será publicada en un manual que esperan difundir entre apicultores, agencias gubernamentales y centros de investigación.

“Queremos que cada estado tenga acceso a perros entrenados para detectar AFB”, afirmó Milbrath. “Es una herramienta poderosa y subutilizada en la lucha contra el colapso de las colmenas.”

Otros estados como Maryland ya han experimentado con perros detectores, aunque el caso de Maple es el primer programa académico documentado y replicable.

Una aliada en la batalla por la biodiversidad

Las abejas están en crisis. Según la Federación Internacional de Apicultores, Estados Unidos perdió cerca del 48% de sus colonias de abejas en 2023, dato alarmante que empuja a buscar estrategias innovadoras.

“La gente no se da cuenta de que una de cada tres comidas que comemos depende directamente de los polinizadores”, señala Milbrath. “Desde las almendras hasta la manzana y el café, todo podría desaparecer si no protegemos a las abejas.”

El proyecto liderado por Maple y sus cuidadores representa una notable intersección entre conservación, ciencia e innovación canina. Y además, permite que perros jubilados como Maple encuentren una nueva vocación significativa.

El lado emocional del trabajo

Para Stejskal, este proyecto va más allá de la ciencia. “Maple siempre fue una perra activa e inteligente. Después de su lesión, pensé que su vida laboral había terminado y me partía el corazón. Poder darle una nueva misión que ayuda al planeta es... mágico.”

Esta iniciativa también contribuye al bienestar animal, al permitir que perros retirados continúen teniendo una vida activa y significativa. “Este proyecto no solo protege abejas, ¡también mejora la vida de los perros!”, concluye Stejskal.

Un modelo a seguir

El caso de Maple podría inspirar a otros países a integrar perros de detección en programas de monitoreo apícola. Países como Canadá, Alemania y Australia ya han mostrado interés en el proyecto.

Mientras tanto, Maple continúa su labor en Michigan, corriendo entre cajas de colmenas, con su traje amarillo brillando bajo el sol, defendiendo en silencio a uno de los pilares invisibles del ecosistema: las abejas. Porque sí, incluso los héroes pueden tener nariz húmeda y una cola inquieta.

“Es un proyecto fascinante”, dice Milbrath. “Pero lo más importante es que funciona.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press