Putin, Trump y Ucrania: ¿una cumbre de paz o un jaque geopolítico?

El encuentro en Alaska entre los mandatarios de Rusia y Estados Unidos despierta preocupaciones sobre la exclusión de Ucrania en negociaciones vitales y revive antiguas tensiones históricas

Una reunión esperada pero polémica

La cumbre entre Vladimir Putin y Donald Trump en Alaska ha captado la atención mundial, generando tanto esperanza como recelo. Este encuentro, el primero entre ambos líderes en más de cuatro años, coincide con un período particularmente volátil para el mundo en general y para Ucrania en especial.

Celebrarse en Alaska no es un detalle menor. Esta región, una vez parte del Imperio ruso hasta su venta en 1867, ofrece un simbolismo que muchos consideran inquietante, sobre todo al discutir la soberanía territorial en pleno siglo XXI.

El contexto: entre la guerra y la diplomacia

Desde la invasión rusa a Ucrania iniciada en 2022, más de 61.500 ucranianos han muerto y millones han sido desplazados. Las condiciones de paz propuestas por Moscú siguen siendo inaceptables para Kiev: renuncia a Crimea, las cuatro regiones ocupadas ilegalmente, y abandonar su aspiración de unirse a la OTAN.

Por su parte, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy insiste en que cualquier acuerdo de paz debe garantizar la soberanía y la seguridad territorial del país. “Los ucranianos no cederán su tierra al invasor”, afirmó recientemente.

¿Por qué Alaska?

Es imposible ignorar el simbolismo de Alaska como sede de esta cumbre. Vendida a Estados Unidos en 1867 por 7,2 millones de dólares, la región estuvo bajo control ruso por casi un siglo. Durante la Guerra Fría, Alaska fue un punto estratégico de defensa antimisiles y espionaje, marcando la frontera más próxima entre ambas potencias.

Según Sam Greene, académico de King's College London, realizar esta cumbre en Alaska sobre Ucrania es “una elección simbólicamente horrenda” que recuerda que las fronteras pueden cambiar y la tierra puede ser comprada o vendida.

El problema de la exclusión ucraniana

Uno de los aspectos más criticados de esta cumbre es la ausencia de Ucrania en las mesas de negociación. Mientras que Trump y Putin discuten en privado, Zelenskyy y sus aliados europeos temen que esto permita a Rusia conseguir concesiones sin la participación de Kiev.

Cualquier decisión que se tome sin Ucrania es una decisión contra la paz”, aseguró Zelenskyy, advirtiendo que ningún acuerdo resultará duradero si no cuenta con el consentimiento y colaboración activa de Ucrania.

¿Una rendición diplomática ante Moscú?

La reactivación del diálogo entre Washington y Moscú podría parecer, por algunos, un paso hacia la paz. Sin embargo, observadores internacionales y líderes europeos temen que Trump acceda a una fórmula de ":intercambio de tierras" para "resolver" el conflicto.

Habrá intercambios de territorio. Lo sé por conversaciones con todos, incluso con Rusia. Será bueno para Ucrania... y algo malo también”, declaró Trump, generando inquietud entre diplomáticos europeos.

Esta postura carece de precedentes recientes en Europa, donde la norma es la defensa de la integridad territorial en consonancia con el derecho internacional. La aceptación de cambios territoriales adquiridos mediante uso de la fuerza sienta un peligroso precedente.

Las exigencias rusas

Las demandas de Vladimir Putin no han cambiado significativamente desde el inicio de la guerra. Propone un alto al fuego solo si Ucrania:

  • Renuncia a las regiones anexadas por Rusia en 2022.
  • Reconoce a Crimea como territorio ruso.
  • Abandona su aspiración de integrarse a la OTAN.
  • Reduce el tamaño de sus fuerzas armadas.
  • Reconoce el idioma ruso como idioma oficial.

Semejantes demandas son vistas por Occidente como inaceptables y una amenaza directa a la seguridad euroatlántica.

El silencio europeo: ¿una nueva Yalta?

La cumbre ha encendido alarmas en Bruselas. Algunos diplomáticos evocan el reparto de Europa tras la Segunda Guerra Mundial en la Conferencia de Yalta, donde Stalin, Churchill y Roosevelt redibujaron el mapa europeo sin consultar a numerosos países involucrados.

Kaja Kallas, Alta Representante de la UE para la Política Exterior, fue clara: “Todo territorio ucraniano ocupado temporalmente pertenece a Ucrania”. Su declaración refuerza el principio de la integridad territorial frente al expansionismo.

Un respiro para Putin

Para el Kremlin, este encuentro es más que diplomacia. Es una reivindicación de su legitimidad internacional tras años de sanciones y aislamiento por la invasión de Ucrania. El acto de estrechar la mano del presidente estadounidense coloca nuevamente a Putin como un actor global al que se debe escuchar.

En preparación a la cumbre, Putin se ha reunido con una decena de líderes internacionales, incluyendo a Xi Jinping (China), Narendra Modi (India), entre otros. Las señales son claras: Rusia busca confirmar que no está aislada ni dispuesta a ceder.

Trump, Zelenskyy y la presión interna

Mientras tanto, Trump se enfrenta a presiones internas y externas. En EE.UU., la cumbre podría reforzar su imagen como negociador fuerte, capaz de "resolver conflictos" que su sucesor no pudo contener. Sin embargo, ceder ante Moscú podría costarle apoyo dentro del Congreso y entre votantes que rechazan la agresión rusa.

La presión republicana también ha sido heterogénea. Algunos sectores piden el fin de la ayuda militar a Ucrania, argumentando que ya es hora de priorizar los intereses estadounidenses directos. Otros, sin embargo, insisten en mantener la ayuda para frenar el expansionismo de Moscú.

¿Una paz imposible?

La posición ucraniana es clara y ha sido respaldada por el bloque europeo: la paz duradera debe incluir justicia para las víctimas, restitución territorial y garantías de seguridad. Cualquier otra fórmula será vista como una capitulación tácita ante el uso de la fuerza.

No obstante, con la guerra estancada en muchos frentes, decenas de miles de muertos y millones desplazados, sectores internacionales podrían presionar a Ucrania a aceptar un cese del fuego "menos ideal" pero inmediato. Este es el peligro latente de negociaciones sin el principal perjudicado en la mesa.

¿Qué sigue?

Como señaló Mark Rutte, el nuevo secretario general de la OTAN, “si Putin no es serio, las negociaciones no seguirán; pero si lo es, entonces el proceso se expandirá e incluirá a Ucrania y Europa”.

La clave está en el próximo paso: si la cumbre desemboca en conversaciones multilaterales que reconozcan la voz de Kiev o en un pacto tácito entre potencias que sacrifica principios por estabilidad aparente.

Como repiten muchos líderes europeos: sin Ucrania, no hay paz.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press