Sudán: crónica de una catástrofe humanitaria que el mundo sigue ignorando

El conflicto entre las Fuerzas Armadas sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido ha degenerado en crímenes contra civiles, hambruna masiva y desplazamientos forzados, mientras crece el silencio internacional.

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Una guerra olvidada que devora vidas

Más de un año ha pasado desde que estalló el conflicto armado en Sudán entre el ejército regular y las temidas Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). Sin embargo, pese a su gravedad, el conflicto rara vez ocupa un espacio en las portadas internacionales. El pasado lunes, una nueva tragedia se sumó a la larga lista de las atrocidades cometidas: un ataque contra el campamento de desplazados de Abu Shouk, cerca de la ciudad de El-Fasher, en la región de Darfur del Norte, dejó al menos 40 civiles muertos y 19 heridos, según organizaciones de derechos humanos locales.

El ataque fue perpetrado por las RSF, que llevan meses enfrentándose al ejército regular por el control del territorio. El campamento de Abu Shouk, que albergaba a más de 450,000 personas desplazadas, ha sido uno de los principales blancos de estas fuerzas paramilitares.

Crímenes contra la humanidad: la limpieza étnica encubierta

Las denuncias no se limitan a cifras. Las Resistance Committees de El-Fasher, una agrupación ciudadana y de activistas de derechos humanos, confirmaron los ataques e indicaron en redes que los actos cometidos reflejan “el horror de las violaciones” contra civiles indefensos. Según el Humanitarian Research Lab de la Universidad de Yale, imágenes satelitales muestran al menos 40 vehículos de las RSF dentro del campamento el mismo día del ataque.

Fotografías analizadas muestran supuestos miembros de las RSF disparando a personas que intentaban escapar, así como uso de lenguaje étnico ofensivo. Estas prácticas indican un patrón sistemático de violencia dirigida contra comunidades específicas, lo que ha llevado a varias organizaciones a hablar de crímenes de guerra o incluso crímenes contra la humanidad.

Hambruna acelerada y desplazamientos masivos

Darfur no es la única región azotada. Al sur, en la provincia de Kordofán del Norte, se acusa a las RSF de haber desplazado a más de 3,000 familias de al menos 66 aldeas desde agosto, según datos de la Red de Médicos de Sudán. Los desplazados han llegado a provincias como Jartum y Nilo Blanco y denuncian saqueos, robo de ganado y asesinatos.

La situación humanitaria es calamitosa. La ONU advirtió esta semana que más de 60 personas murieron por malnutrición en una sola semana en El-Fasher, la mayoría mujeres y niños. Según cifras de organizaciones humanitarias, más de 12 millones de sudaneses han sido desplazados desde abril de 2023 y alrededor de 40,000 han muerto debido al conflicto armado.

La geopolítica del hambre y el silencio cómplice

¿Por qué una guerra de esta magnitud no ocupa los titulares globales? En parte, debido al sesgo mediático que prioriza conflictos en Europa o lugares de mayor interés geoestratégico para Occidente. También porque Sudán lleva décadas de conflictos, y el mundo parece haber desarrollado una especie de fatiga crónica frente a sus crisis. Pero eso no justifica el silencio.

Sudán se encuentra en una posición clave en el noreste africano, limita con Egipto, Etiopía, Libia, Chad y el mar Rojo. Las rutas migratorias, los recursos naturales y el posible acceso marítimo dan a este conflicto un potencial desestabilizador regional. Aun así, las grandes potencias han adoptado posturas tibias, limitándose a “llamamientos” y “condenas diplomáticas”.

¿Qué son las RSF y por qué son tan temidas?

Las Fuerzas de Apoyo Rápido nacieron como una milicia acusada de atrocidades durante la guerra de Darfur a principios de los 2000, conocidas entonces como los Janjaweed. Posteriormente fueron institucionalizadas como una fuerza oficial, aunque semiindependiente, bajo el mando del general Mohamed Hamdan Dagalo, alias "Hemedti".

Las RSF han sido acusadas de utilizar tácticas de terror, como ejecuciones sumarias, violencia sexual sistemática y desplazamiento forzado. Su fuerza radica en su movilidad, sus alianzas tribales y su capacidad financiera, basada en el control de minas de oro en Darfur y otras regiones.

El-Fasher: el último bastión y el campo de batalla clave

El-Fasher, capital de Darfur del Norte, permanece bajo control del ejército, pero es blanco constante de ataques. Según el ejército sudanés, el pasado lunes repelieron un asalto a gran escala de las RSF, destruyendo 16 vehículos y capturando otros 34. Las RSF, por su parte, aseguraron en Telegram haber realizado avances significativos y haber incautado equipo militar.

Mini Arko Minawi, gobernador de Darfur, afirmó en redes que El-Fasher "triunfó sobre los traidores", en referencia al RSF. A pesar de esta aparente victoria, la población civil sigue pagando el precio más alto.

Una crisis que también es medioambiental y alimentaria

Ante la destrucción de las tierras de cultivo, el saqueo de bienes y el desplazamiento forzado, el país se acerca a una hambruna sin precedentes. Dos campamentos, incluido Abu Shouk, se encuentran ya en condiciones de hambruna según observadores internacionales. Además, los túneles de abastecimiento están controlados por la RSF, lo que dificulta la huida y el transporte de ayuda.

¿Qué dice la comunidad internacional?

El silencio es casi ensordecedor. La ONU ha advertido sobre la “situación extremadamente grave”, pero los mecanismos de presión son limitados mientras el Consejo de Seguridad sigue dividido. Estados Unidos y otras potencias se muestran reacias a una intervención militar, y las negociaciones de paz han fracasado reiteradamente.

Grupos de derechos humanos exigen presionar a través de sanciones específicas contra líderes de ambos bandos, facilitar el acceso de ayuda humanitaria y activar tribunales internacionales. El fiscal de la Corte Penal Internacional ya ha pedido investigar crímenes recientes en Darfur como potencial genocidio.

Aún hay esperanza… pero el tiempo se agota

A pesar de la oscuridad, hay actores locales que continúan resistiendo: organizaciones comunitarias, redes médicas, periodistas y ciudadanos comprometidos con la verdad. La existencia misma de las Resistance Committees es una muestra del activismo ciudadano a pesar de la represión.

Pero sin atención internacional, recursos y voluntad política, Sudán corre el riesgo de desintegrarse aún más. Este conflicto tiene el potencial de convertirse en otro Ruanda o Siria, mientras el mundo observa con indiferencia o ignora deliberadamente.

Como dijo una vez el diplomático Kofi Annan, “la indiferencia humana es la peor forma de violencia”. Hoy, el mundo está infligiendo esa violencia a Sudán en silencio.

Fuentes consultadas

  • Human Rights Watch: https://www.hrw.org/africa/sudan
  • UNOCHA – United Nations Office for the Coordination of Humanitarian Affairs
  • Humanitarian Research Lab – Yale University
  • Red de Médicos de Sudán (Sudanese Doctors Network)
  • BBC Monitoring África, informes sobre el conflicto de Sudán
Este artículo fue redactado con información de Associated Press