Violencia política, terrorismo y terrorismo de Estado: tres rostros de la inestabilidad global
Desde Colombia hasta Siria y Pakistán, los recientes hechos revelan un mosaico de conflictos donde la violencia amenaza la paz y la democracia
Colombia: el peligroso camino a la presidencia
El asesinato del senador conservador colombiano Miguel Uribe Turbay, de apenas 39 años, ha sacudido a un país que todavía cicatriza las heridas del conflicto armado interno. El político fue baleado el 7 de junio durante un mitin electoral en Bogotá y, tras más de dos meses hospitalizado, falleció el lunes. Su esposa, María Claudia Tarazona, confirmó la noticia en redes sociales.
La muerte de Uribe Turbay pone bajo escrutinio la creciente violencia política en Colombia. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), tan solo en 2023 se registraron más de 90 asesinatos de líderes sociales y políticos. El país, aunque ha firmado acuerdos de paz con la otrora guerrilla de las FARC en 2016, enfrenta nuevas amenazas por parte de disidencias, grupos paramilitares y organizaciones criminales.
El asesinato de líderes en activo, particularmente aspirantes a cargos electivos, no solo es un crimen contra una vida, sino un atentado directo a la democracia representativa. Uribe Turbay pertenecía al Partido Centro Democrático, fundado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, y tenía una amplia agenda contra el narcotráfico y el populismo de izquierda.
El atacante, un adolescente detenido en flagrancia, y varios sospechosos más han sido arrestados. Sin embargo, las autoridades no han dado mayor información sobre posibles motivaciones políticas o si hay estructuras criminales detrás del crimen.
Siria: entre la búsqueda de justicia y la memoria
Mientras tanto, en Medio Oriente, Siria continúa siendo el epicentro de una tragedia humanitaria. El congresista estadounidense Abraham Hamadeh, republicano de Arizona, hizo una visita secreta a Damasco para abordar el caso de Kayla Mueller, una trabajadora humanitaria estadounidense secuestrada y asesinada por el grupo terrorista ISIS.
Mueller, secuestrada en agosto de 2013 en Alepo, fue víctima de torturas y abusos documentados tras ser tomada como rehén por el Estado Islámico. Su familia y el Gobierno estadounidense confirmaron su muerte en 2015. Aún se desconoce el paradero de su cuerpo, a pesar de los años de esfuerzos por localizarlo.
Durante su visita, Hamadeh se reunió con el presidente interino Ahmad al-Sharaa para solicitar la devolución de los restos de Mueller a su familia en Prescott, Arizona. También demandó la creación de un corredor humanitario seguro hacia Sweida, una provincia sacudida por combates recientes entre fuerzas del régimen y miembros de la minoría drusa.
La visita, que duró apenas seis horas, fue altamente simbólica. Siria es vista por varios sectores de EE.UU. como un Estado culpable por omisión, pues permitió la expansión del ISIS en su territorio. Desde la derrota del califato en 2019, se han encontrado múltiples fosas comunes con víctimas extranjeras, entre ellas periodistas como James Foley y Steven Sotloff, además de otros humanitarios como Peter Kassig.
Este viaje político refleja también un giro diplomático: el retorno de funcionarios estadounidenses a conversaciones directas con el gobierno sirio, algo impensado hace apenas un lustro.
Pakistán: trenes al borde del abismo
A un continente de distancia, Pakistán afronta su propio ciclo de inestabilidad. Este lunes, el servicio de trenes entre la provincia de Balochistán y el resto del país fue suspendido tras un atentado con bomba contra la línea férrea en Mastung que descarriló seis vagones del tren Jaffer Express. Milagrosamente, no hubo víctimas fatales.
La Ejército de Liberación Baloch (BLA), grupo armado separatista, se atribuyó el ataque. Esta organización ha incrementado su actividad en los últimos meses, y en otro atentado anterior en la misma región, secuestraron un tren y asesinaron a 21 personas. BLA lucha, según sus comunicados, por la independencia de Balochistán, región rica en recursos naturales pero históricamente marginada por el Gobierno central en Islamabad.
Las tensiones se intensifican a pocos días del 14 de agosto, Día de la Independencia de Pakistán. Aún más preocupante es el resurgimiento del Tehrik-i-Taliban Pakistan (TTP) en el noroeste, particularmente en Bajaur, zona colindante con Afganistán. Este grupo, aliado de los talibanes afganos, fue anteriormente debilitado por operaciones militares, pero reaparece con renovada fuerza.
La imposición de toques de queda en Bajaur ha causado un éxodo de civiles en busca de refugio frente a un posible operativo militar. Según el portal ReliefWeb, Balochistán y Bajaur son considerados de alta vulnerabilidad por la ONU, debido a su compleja combinación de terrorismo, narcotráfico y conflictos étnicos.
Tres conflictos, una herida común
Colombia, Siria y Pakistán pueden parecer distintos en idioma, religión y geografía, pero comparten algo fundamental: son escenarios donde la violencia erosiona la institucionalidad y convierte la vida humana en moneda política.
En los tres contextos, se observa un patrón en el que diferentes formas de violencia —desde terrorismo de Estado y político hasta insurgencia armada— destruyen la gobernabilidad y confinan a los ciudadanos al miedo. La muerte del senador Uribe Turbay, el caso sin resolver de Mueller, y los ataques a trenes en Pakistán son síntomas de estados que no han logrado asegurar plenamente los derechos de quienes viven bajo su bandera.
Según el Índice de Paz Global 2023 del Instituto de Economía y Paz:
- Colombia ocupa el puesto 144 de 163 países.
- Siria es el país menos pacífico del mundo, en el lugar 163.
- Pakistán figura en el puesto 147.
Esto confirma que los tres países comparten el mismo denominador: la paz sigue siendo una conquista incompleta.
En un mundo interconectado, mirar hacia otro lado ya no es una opción. La violencia que consume la democracia en Colombia, que entierra a los humanitarios en Siria o que sabotea trenes en Pakistán, tarde o temprano nos alcanza a todos.
La pregunta que queda pendiente es: ¿cuánto tiempo más soportará la humanidad estos ciclos de violencia sin reaccionar con firmeza global?