A un paso del tratado global contra la contaminación por plásticos: ¿Qué está en juego en la ONU?
Activistas, líderes indígenas e incluso países como Panamá y México exigen medidas reales contra la producción de plásticos en las negociaciones en Ginebra.
Una oportunidad histórica para el planeta
En un suceso sin precedentes, delegaciones de casi todos los países del mundo se congregaron esta semana en Ginebra, Suiza, con un objetivo ambicioso pero urgente: concluir la redacción del primer tratado global legalmente vinculante para combatir la contaminación por plásticos. Las conversaciones, que ya llevan varios días, entran en una etapa crítica mientras el mundo espera que se defina si los países pondrán límites reales a la producción de plástico o simplemente impulsarán más reciclaje y rediseño de productos.
El clamor de los pueblos indígenas y organizaciones civiles
Frente a las oficinas de las Naciones Unidas en Ginebra, líderes indígenas y activistas medioambientales de todo el mundo desplegaron pancartas y alzaron sus voces. Provenientes de movimientos como Break Free From Plastic, estos defensores exigían un tratado fuerte y efectivo. Una de las voces más destacadas fue la de Juressa Lee, representante neozelandesa de la Aotearoa Plastic Pollution Alliance:
“Hemos invertido mucho para estar aquí, lejos de nuestras comunidades y familias, porque entendemos qué tan crucial es este momento. Es una oportunidad única en la vida para un tratado sobre plásticos.”
Desde el sur del planeta hasta América Latina, los pueblos indígenas han sido históricamente los más afectados por los residuos plásticos que contaminan ríos, lagos y ecosistemas donde la conectividad civil es limitada y las soluciones de reciclaje están ausentes.
¿Sin consenso? Votación como salida de emergencia
Uno de los momentos más tensos de las negociaciones se da ante la falta de consenso. Si un solo país se opone a determinada cláusula, esta queda fuera del tratado. Ante este riesgo, activistas instaron a los delegados a considerar una votación formal si el diálogo continúa estancado. Según Brett Nadrich, vocero del movimiento:
“Necesitamos valentía, no compromiso. Hay que arreglar el proceso roto y avanzar hacia un tratado con impacto real.”
Panamá y México lideran propuestas ambiciosas
Algunos países latinoamericanos no se han quedado atrás. Juan Carlos Monterrey Gómez, jefe de la delegación de Panamá, se erige como uno de los líderes del bloque que impulsa la inclusión de límites a la producción de nuevos plásticos dentro del texto final.
“Si no hay producción, no hay problema. Así de claro,” afirmó Monterrey Gómez, quien fue recibido con aplausos por los manifestantes al pasar frente a las Naciones Unidas.
Por su parte, México, en conjunto con Suiza, impulsa un artículo para restringir y eventualmente eliminar ciertos plásticos problemáticos, especialmente los de un solo uso y aquellos que contienen aditivos peligrosos. La jefa negociadora mexicana, Camila Zepeda, explicó:
“Tenemos la responsabilidad de identificar productos plásticos innecesarios y aditivos tóxicos que podrían ser eliminados progresivamente. Hay consenso en que algunos plásticos no son indispensables para la vida moderna.”
Una industria poderosa: la oposición de los países petroleros
Aunque varios países se muestran dispuestos a reducir el uso del plástico, la realidad es que la mayoría de estos materiales están compuestos por derivados del petróleo. Aquí entra en juego un potente lobby: los países productores de petróleo, quienes resisten ferozmente cualquier intento de limitar la producción de polímeros vírgenes.
Los datos son contundentes. Según la organización Plastic Pollution Coalition, el 99% del plástico producido proviene de combustibles fósiles. Además, estudios de Science Advances indican que más del 60% de todo el plástico jamás producido sigue presente en el medio ambiente.
Entre los opositores más notorios se encuentran Estados Unidos, Arabia Saudita e Irán, cuyos representantes han evitado comprometerse con medidas que frenen de forma directa la producción. En cambio, proponen centrarse en reciclaje, reutilización y rediseño, una estrategia que, según expertos, “es como barrer el polvo debajo de la alfombra”.
¿Qué debería contener el tratado?
De acuerdo con las ONGs y muchos estados miembros, el tratado ideal debería incluir:
- Topes a la producción global de plásticos.
- Restricciones a aditivos tóxicos, como ftalatos o retardantes de llama bromados.
- Prohibición progresiva de plásticos de un solo uso, como bolsas, cubiertos, vasos y envoltorios.
- Responsabilidad extendida del productor (REP).
- Justicia ambiental para comunidades afectadas, especialmente indígenas y países del sur global.
La Organización de las Naciones Unidas pretende cerrar las negociaciones preliminares antes del jueves, para que el tratado pueda ser negociado formalmente y, después, ratificado idealmente en 2025. Si se logra, se uniría a otros tratados medioambientales globales como el Acuerdo de París (2015) y el tratado sobre productos químicos peligrosos de Estocolmo (2001).
“Más vale tarde que plásticos eternos”
Una de las imágenes más poderosas de las protestas fue una escultura ahogada en residuos plásticos frente al edificio de la ONU. Esta intervención del artista chileno Tomás Bruna simboliza la urgencia de tomar decisiones firmes, y fue portada de varios medios medioambientales.
Frente a la lentitud de las negociaciones, los defensores del tratado advirtieron que el planeta no puede esperar más años de burocracia. Cada año se vierten al océano más de 11 millones de toneladas métricas de plásticos, según un estudio de Pew Charitable Trusts.
Camila Zepeda, al cierre de una jornada maratónica de trabajo, no escondió su preocupación:
“El progreso es lento, pero espero que logremos un acuerdo. La voluntad está ahí, al menos en buena parte de las delegaciones.”
No está claro aún si la presión de las organizaciones civiles y gobiernos progresistas logrará doblegar la resistencia de las potencias petroleras. Pero lo que sí es evidente es que el reloj avanza, y con él, la urgencia de actuar. El planeta está literalmente colapsando bajo el peso del plástico, y si no se toman medidas drásticas ahora, puede que mañana sea demasiado tarde.