El déficit fiscal de EE.UU. se dispara pese al ingreso récord por aranceles: ¿tarifas mágicas o una ilusión contable?

Aumentan los ingresos por aranceles, pero el gasto público y el endeudamiento siguen ganando la carrera, mientras Washington lucha por equilibrar sus cuentas

El espejismo arancelario de la administración Trump

En julio, el déficit presupuestario de Estados Unidos creció un 20% interanual, a pesar de registrar un ingreso récord en aduanas: un salto del 273% en comparación con el mismo mes del año anterior. La paradoja es desconcertante si se escucha el discurso triunfalista del expresidente Donald Trump, quien solía proclamar que los aranceles convertirían a Estados Unidos en una nación “rica nuevamente”.

Pero la realidad fiscal es más terca que los discursos políticos. De acuerdo con los datos más recientes del Departamento del Tesoro, el ingreso por aranceles ha aumentado gracias a las políticas proteccionistas de la administración Trump. Sin embargo, el gasto público ha aumentado incluso a mayor velocidad, en parte debido a pagos crecientes por intereses de la deuda pública y ajustes por costo de vida en programas sociales clave como el Seguro Social.

Una deuda que se acerca a los $37 billones

El aumento del déficit agrava un problema aún mayor: el crecimiento del endeudamiento nacional, el cual se encamina hacia la peligrosa marca de los $37 billones. En palabras sencillas, el gobierno gasta mucho más de lo que recauda, y el dinero prestado se convierte en una carga que deben pagar generaciones futuras.

Como lo señala Kent Smetters, economista del Modelo de Presupuesto de Wharton en la Universidad de Pensilvania, los aranceles podrían generar solo una reducción modesta de la deuda federal. Según sus estimaciones y las del Comité para un Presupuesto Federal Responsable, los ingresos arancelarios durante el mandato completo de Trump serían de alrededor de $1.3 billones, una cifra considerable pero lejos de lo suficiente para manejar una deuda que crece desenfrenadamente.

La dura aritmética del déficit

Para entender mejor el problema, vale la pena repasar cómo se compone el déficit:

  • Ingresos: Mayoritariamente provienen de impuestos federales sobre la renta, nóminas y corporaciones. En este caso, los aranceles han crecido, pero siguen representando una pequeña fracción.
  • Gasto: En aumento constante. Las principales partidas incluyen defensa, programas sociales como Medicare, Medicaid y Seguro Social, así como los pagos de intereses de la deuda pública.

En julio de este año fiscal, se estima que los ingresos totales subieron ligeramente gracias a los aranceles, pero el gasto creció de forma más agresiva. Esto deja al Tesoro con un desequilibrio estructural: gana más por importar, pero gasta aún más para mantener el aparato estatal.

¿Funcionan realmente los aranceles?

Trump defendía los aranceles no solo como una medida comercial, sino como una herramienta de generación de ingresos. De hecho, los ingresos por estos impuestos aumentaron considerablemente desde que comenzó a aplicarlos. Sin embargo, los expertos señalan que los aranceles también generan efectos adversos:

  • Inflación: Al subir los precios de los productos importados, los costos se trasladan a los consumidores estadounidenses.
  • Reducción del consumo: Los mayores precios perjudican el poder adquisitivo, afectando el consumo interno.
  • Incógnitas legales: Muchas tarifas están bajo apelación judicial en EE.UU., lo que podría cambiar el flujo estimado de ingresos arancelarios en el futuro.

Al analizar la proyección a largo plazo, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) afirmó en junio que las políticas arancelarias propuestas por Trump podrían recortar el déficit en $2.8 billones en 10 años, pero también advertía que esto vendría acompañado de una reducción del crecimiento económico y una disminución del poder de compra de los hogares.

Acuerdos comerciales y pausas arancelarias: tiempo prestado

El gobierno estadounidense acordó recientemente una tregua comercial de 90 días con China, extendiendo la suspensión de algunos aranceles previos. Esta decisión fue anunciada por Trump en su red social Truth Social y respaldada por el Ministerio de Comercio chino. Con esta medida, se mantiene vivo el diálogo entre las dos potencias, pero también se extiende la incertidumbre sobre el futuro de las tarifas.

Esta suspensión temporal podría colaborar en estabilizar los precios y reducir tensiones inflacionarias, pero también disminuye automáticamente los ingresos futuros por aranceles, al eliminar su aplicación en el corto plazo.

Una estrategia que puede ser pan para hoy y hambre para mañana

Una de las críticas centrales a la política arancelaria es su naturaleza reactiva y no estructural. Si los ingresos dependen de la importación, y esa importación disminuye —porque las empresas consumen inventarios previos o cambian de proveedor—, entonces también se reduce la recaudación fiscal, sin un cambio genuino en la matriz productiva o industrial del país.

En otras palabras, los aranceles no son una solución permanente. Son una válvula de alivio temporal para un sistema que necesita grandes reformas estructurales, como una reestructuración del gasto, una modernización del Estado y una reevaluación de las prioridades fiscales a largo plazo.

¿Qué podría pasar si los aranceles no rinden frutos?

Expertos alertan sobre las posibles consecuencias si la “estrategia arancelaria” no logra su objetivo presupuestario:

  • Mayor inflación: si el saldo entre ingresos arancelarios y gasto sigue siendo negativo, el gobierno puede verse obligado a recurrir a mayor endeudamiento, lo cual también presiona a la inflación.
  • Aumento de tasas de interés: para controlar la inflación, la Reserva Federal podría subir tasas, encareciendo los créditos hipotecarios, los préstamos de automóviles y tarjetas de crédito.
  • Desaceleración del empleo: los aranceles a ciertos sectores pueden generar represalias internacionales, reduciendo exportaciones y generando pérdida de empleos industriales y agrícolas.

Esto generaría un círculo vicioso: menos empleo implica menos recaudación y más presión social para incrementar el gasto estatal, lo que a su vez agrava el déficit.

Una visión de largo plazo: entre la responsabilidad y la ideología

Desde una perspectiva técnica, los aranceles deben formar parte de una política fiscal y comercial integral, no ser utilizados como bandera política. A largo plazo, si se desea tener superávit o reducir el déficit, se necesita abordar honestamente el problema de fondo: gasto público elevado, sistema impositivo riguroso pero desigual y políticas fiscales inestables.

El Comité para un Presupuesto Federal Responsable lo resume así: “Para estabilizar la deuda como porcentaje del PIB, se necesitarán decisiones difíciles tanto en ingresos como en gastos”.

¿Qué sigue para EE.UU.?

Como dijo el secretario del Tesoro estadounidense Scott Bessent en una entrevista con Fox Business Network en julio, el gobierno está "enfocado como láser" en reducir el déficit. Pero los hechos muestran que, por el momento, carecen de una herramienta eficaz para lograrlo en el corto plazo.

El futuro fiscal de Estados Unidos dependerá de las decisiones que se tomen en los próximos años. Al final del día, los aranceles pueden ser una fuente de ingresos contingente, pero no una reforma estructural. Será necesario pensar más allá de las guerras comerciales y considerar cómo diseñar un Estado que sea sostenible y eficiente.

La administración actual y las futuras deberán entender que el verdadero valor de un “ingreso récord” no está en su tamaño, sino en su capacidad de cambiar tendencias estructurales. Y en eso, todavía hay mucho camino por recorrer.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press