El Eje Moscú-Pionyang: ¿Una nueva alianza global antioccidental?
Kim Jong Un y Vladimir Putin refuerzan sus vínculos mientras crece la tensión internacional por la guerra en Ucrania
Mientras el mundo está ocupado lidiando con una nueva ola de conflictos geopolíticos, dos figuras notorias en la escena internacional están consolidando una alianza inesperada, inquietante y estratégica: Vladimir Putin y Kim Jong Un. La reciente llamada entre ambos líderes, según los medios estatales de Corea del Norte y Rusia, subraya una colaboración que va más allá de la simbolización diplomática y entra de lleno en el terreno militar, político y económico.
¿Qué se dijo durante la llamada entre Kim y Putin?
Según reportes del Korean Central News Agency (KCNA) y la agencia rusa TASS, durante la conversación sostenida el martes 12 de agosto de 2025, Putin elogió la "valentía y el heroísmo" de los soldados norcoreanos que luchan junto a las fuerzas rusas en la región fronteriza de Kursk, repelendo supuestas incursiones ucranianas.
El presidente ruso también compartió detalles con Kim sobre su próxima reunión con Donald Trump, programada para el viernes siguiente en Alaska. Aunque este detalle no fue confirmado por los medios norcoreanos, sí lo fue por la agencia estatal rusa.
Por su parte, Kim Jong Un reafirmó el apoyo absoluto de su país a Rusia, asegurando que Pyongyang respaldará todas las medidas que Moscú decida tomar en el futuro bajo su acuerdo de cooperación estratégica, firmado en una cumbre el año pasado.
¿Qué implica esta alianza para el orden internacional?
La relación entre Moscú y Pionyang ha evolucionado rápidamente desde la invasión rusa a Ucrania en 2022. Kim ha girado su política exterior radicalmente hacia Rusia, buscando apoyo y relevancia global en un contexto de aislamiento internacional severo. Desde entonces, han ocurrido varios gestos de acercamiento.
- Corea del Norte ha enviado según estimaciones surcoreanas alrededor de 15.000 soldados a Rusia desde finales de 2024.
- También se ha reportado la entrega masiva de misiles balísticos, obuses y otras armas norcoreanas al ejército ruso.
- Incluso, hay preparativos según inteligencia surcoreana para que miles de trabajadores de construcción y desminado norcoreanos sean enviados a zonas afectadas por la guerra en Kursk.
Esta dinámica refuerza la percepción de una alianza guerrera entre ambos países, unidos no solo por intereses circunstanciales, sino por un desafío estructural al orden internacional liderado por EE. UU. y sus aliados.
China, el actor silencioso
Pese a no ser parte directa de este eje, China continúa observando con atención. Pekín mantiene relaciones estratégicas tanto con Moscú como con Pionyang, aunque más recelosas con el segundo. Este fortalecimiento entre Rusia y Corea del Norte puede representar tanto una oportunidad como un riesgo para China:
- Oportunidad: Debilitar la influencia estadounidense en Asia-Pacífico, sobre todo en torno a las relaciones que EE. UU. mantiene con Corea del Sur y Japón.
- Riesgo: Un Kim descontrolado podría desestabilizar aún más una región que ya enfrenta tensiones navales, económicas y tecnológicas.
El factor Trump: ¿gira diplomática o continuidad del caos?
Una de las notas más influyentes durante esta última llamada fue el anticipo de la visita de Putin a Alaska para reunirse con Donald Trump, quien —según estos informes— estaría en medio de una jugada diplomática inédita. Cabe recordar que ya durante su primer mandato, Trump fue el primer presidente estadounidense en reunirse personalmente con Kim en 2019. Sin embargo, las conversaciones para frenar el programa nuclear norcoreano colapsaron estrepitosamente.
La reactivación del contacto entre Trump y los países más hostiles a Washington podría señalar el inicio de una nueva etapa en la diplomacia norteamericana. No obstante, algunos analistas lo ven más como una estrategia electoral que una propuesta sostenida de Paz.
“Trump busca mostrar su capacidad de negociar con ‘los intocables’, como lo hizo antes con Kim. Le sirve para reforzar una imagen de liderazgo fuerte y directo. Pero no hay plan de largo plazo detrás”, sostiene Richard Haas, expresidente del Council on Foreign Relations.
El fenómeno Kim-Putin: una alianza de necesidad
Por un lado, Putin necesita recursos, tropas y apoyo político para sostener una guerra prolongada en Ucrania que cada vez consume más capital —humano y material—. Por otro, Kim Jong Un busca legitimidad global, tecnología militar rusa y acceso a reservas energéticas que le permitan mantener su sistema político y equipamiento militar en funcionamiento.
Es una alianza de supervivencia, sin estructuras ideológicas en común pero con intereses estratégicos convergentes ante un enemigo común: Occidente.
Las cifras de una colaboración escabrosa
Según un reporte del Brookings Institution, en el último trimestre del 2024:
- Corea del Norte habría enviado más de 200 piezas de artillería de largo alcance.
- Se calcula la entrega de al menos 60 misiles balísticos de corto alcance tipo KN-23.
- Entre 10.000 y 15.000 “voluntarios militares” norcoreanos han sido identificados por satélite operando en zonas de conflicto.
Estos elementos violan, según Estados Unidos, múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, incluyendo el embargo de armas norcoreano.
¿Cómo responde Occidente a esta coalición?
Estados Unidos ya ha aumentado sus sanciones a entidades rusas y norcoreanas. Tanto el Departamento de Estado como el Tesoro han anunciado restricciones económicas sobre bancos, fabricantes y exportadores de armas involucrados en estos intercambios.
Sin embargo, estos movimientos parecen tener poco efecto disuasorio. Rusia y Corea del Norte han desarrollado estructuras económicas alternativas, incluyendo transacciones en rublos, won norcoreanos y yuanes chinos para evitar el uso del dólar.
Mientras tanto, Corea del Sur ha fortalecido sus ejercicios militares conjuntos con EE. UU., y Japón advierte que cualquier indicio de transferencia nuclear entre Moscú y Pionyang será considerado un acto de guerra activo.
La paradoja estratégica: más cerca pero aislados
Putin y Kim se aproximan peligrosamente al borde del eje “rogue states”, o “estados canallas”. Sin embargo, este acercamiento mutuo no implica poder global per se. Sigue siendo una alianza entre dos países aislados, con altos costos políticos.
Por más que sus sistemas propagandísticos intenten mostrar fuerza y unidad, el futuro de esta alianza dependerá de cuánto soporte real pueda ofrecer cada uno cuando los otros intereses (como los de China, Irán o India) entren en juego.
¿Estamos presenciando el surgimiento de un nuevo bloque multipolar, o tan solo se trata de un matrimonio temporal de intereses estratégicos?
Sea como sea, el mundo no puede darse el lujo de subestimar esta alianza cada vez más visible. La historia demuestra que incluso los pactos más inestables pueden cambiar el curso de los conflictos globales cuando están alimentados por desesperación, aislamiento y poder militar.