ExxonMobil y el resurgir energético de Trinidad y Tobago: ¿reinvención o regreso al pasado?
Un nuevo acuerdo de exploración petrolera en aguas profundas abre el debate sobre el desarrollo energético del Caribe frente al reto climático global
ExxonMobil regresa al Caribe: ¿una segunda oportunidad?
El gigante energético ExxonMobil ha firmado recientemente un acuerdo histórico con el gobierno de Trinidad y Tobago para explorar más de 7,000 kilómetros cuadrados de aguas profundas frente a la costa este del país. Esta decisión viene tras más de dos décadas desde que la empresa abandonara sus operaciones en el país caribeño en 2003 debido a resultados poco prometedores en sus exploraciones iniciales.
En 2024, sin embargo, el contexto energético mundial tiene un matiz diferente. Las tensiones geopolíticas, la búsqueda de independencia energética por parte de países y el auge de nuevos descubrimientos en el Caribe —como el de Guyana, que produce más de 650,000 barriles diarios— han encendido nuevamente el interés en la región.
Una apuesta de alto riesgo con grandes recompensas
Según el vicepresidente global de exploración de ExxonMobil, John Ardill, no hay garantías de éxito inmediato, pero el entorno geográfico y geológico de Trinidad presenta características muy similares a los campos exitosos de Guyana. "Vemos un gran potencial para replicar el éxito guyanés aquí", declaró Ardill en la ceremonia de firma del acuerdo.
La empresa planea comenzar una encuesta geofísica en un periodo de seis meses y, dependiendo de los hallazgos, avanzará con la perforación exploratoria. Esta decisión viene luego de tan solo seis meses de negociaciones entre ExxonMobil y el gobierno trinitense, descritas como de ritmo "récord" para este tipo de acuerdos.
El dilema socioambiental: petróleo frente a sostenibilidad
El entusiasmo económico contrasta profundamente con las preocupaciones de organizaciones ambientales y gobiernos comprometidos con la lucha contra el cambio climático. Kamla Persad-Bissessar, primera ministra de Trinidad y Tobago, abordó este conflicto durante el anuncio del acuerdo:
“El hemisferio norte desarrolló sus países al máximo y ahora tratan de imponernos que reduzcamos nuestras emisiones de carbono. Trinidad y Tobago tiene una ventaja competitiva en hidrocarburos y el sector energético; no deberíamos rendirla a la ligera”.
Estas declaraciones han sido objeto de críticas, principalmente de sectores ambientalistas que abogan por una transición energética más acelerada y alejada de los combustibles fósiles. Recordemos que, según datos del Banco Mundial, Trinidad y Tobago es uno de los mayores emisores de CO₂ per cápita del mundo.
Trinidad y Tobago: un país petrolero que busca diversificación
Aunque la economía del país se ha sustentado históricamente en el gas natural y el petróleo —representando más del 30% del PIB y cerca del 80% de las exportaciones— el gobierno ha tomado medidas en años recientes para diversificar su matriz económica. No obstante, la presión por ingresos fiscales inmediatos parece inclinar la balanza de nuevo hacia el modelo extractivo tradicional.
El acuerdo también se da en medio del colapso de otro proyecto de energía regional que dependía de una colaboración entre Trinidad y su vecino, Venezuela. Este proyecto fue truncado por la revocación de licencias por parte del gobierno estadounidense, haciendo de la alianza con ExxonMobil una alternativa estratégica viable.
La sombra del pasado: Exxon en Trinidad (1998–2003)
La relación entre ExxonMobil y Trinidad no es nueva. La petrolera inició operaciones en el país en 1998 pero se retiró apenas cinco años más tarde por resultados exploratorios poco alentadores. Este regreso representa una especie de segundo acto que podría reconfigurar el sector energético del país si las exploraciones resultan fructíferas.
En retrospectiva, la empresa no había considerado ciertas zonas de aguas profundas como viables para producción en aquel entonces. Hoy, con nuevas tecnologías y mayor experiencia en exploraciones complejas —como las realizadas en la cuenca guyanesa— ExxonMobil confía en tener mejores resultados.
¿Por qué ahora? Geopolítica, energía y oportunidad
- Demanda energética post-pandémica: El aumento global en la demanda energética tras la pandemia ha disparado precios del petróleo y ha hecho económicamente viables exploraciones anteriormente descartadas.
- Nuevos descubrimientos en el Caribe: La exitosa explotación de petróleo en Guyana ha colocado a la región en la mira de varias multinacionales.
- Tensiones geopolíticas: La guerra en Ucrania ha obligado a muchos países occidentales a buscar nuevas fuentes de energía fuera de Rusia y Medio Oriente.
Perspectiva económica para Trinidad y Tobago
Si las prospecciones tienen éxito, el país podría aumentar significativamente su producción energética, atraer más inversiones extranjeras y fortalecer su economía. Esto podría traducirse en la creación de empleos, impulso al PIB y expansión de sectores secundarios como logística, servicios portuarios y educación técnica.
Sin embargo, los beneficios vendrán acompañados de desafíos. Tendrá que asegurarse una gestión ambiental rigurosa, regulaciones robustas y una distribución equitativa de los ingresos generados.
La mirada crítica: ¿costos escondidos?
Grupos ambientales como el Caribbean Natural Resources Institute (CANARI) han emitido observaciones sobre los riesgos que acuerdos como este suponen para la biodiversidad marina del Caribe. Según CANARI, los proyectos offshore en zonas profundas a menudo carecen de supervisión adecuada, y los derrames u otros impactos ecológicos podrían tener consecuencias regionales devastadoras.
Además, expertos en economía climática como Nicholas Stern han advertido repetidamente que el costo de no mitigar el cambio climático será mucho mayor que el de realizar una transición energética efectiva. En este sentido, muchos se preguntan si este acuerdo representa un retroceso en la agenda climática global.
Un ejemplo de equilibrio: Noruega
Noruega, a menudo citada como un caso exitoso, ha logrado equilibrar su riqueza petrolera con una política ambiental progresista. Mediante un fondo soberano, ha canalizado los ingresos del petróleo hacia una política social avanzada y una estrategia de descarbonización nacional. ¿Podría Trinidad y Tobago inspirarse en este modelo?
Ciudadanía y participación
Un aspecto fundamental en el desarrollo de proyectos como este es la consulta pública y la transparencia. Los habitantes de Trinidad deben tener voz sobre el impacto de estos acuerdos en sus vidas diarias, desde el acceso a servicios públicos mejorados hasta la protección del medio ambiente.
Como señalara el economista Joseph Stiglitz en múltiples ocasiones, “los recursos naturales pueden ser una maldición si no se administran correctamente”. En esta encrucijada, la nación caribeña posee la oportunidad única de transformar su matriz energética de manera responsable, pero también enfrenta el peligro de afianzar un modelo obsoleto en un contexto global que exige urgencia climática.
¿Y el Caribe?
El acuerdo tiene consecuencias que van más allá de la isla. El Caribe, como zona vulnerable al aumento del nivel del mar y fenómenos climáticos extremos, necesita liderazgos que no solo impulsen la autorregulación energética, sino que también promuevan la cooperación regional hacia una transición sostenible.
Es crucial que otros países caribeños como Barbados, Dominica o Jamaica sigan con atención este proceso. La integración energética caribeña podría brindar una vía para equilibrar los intereses económicos con los compromisos ecológicos si se diseña bien.
Futuro incierto pero estratégico
El nuevo acuerdo entre ExxonMobil y Trinidad y Tobago es indudablemente uno de los más significativos en el sector energético del Caribe en la última década. Representa una oportunidad, pero también una prueba. La forma en que este proyecto sea gestionado marcará no solo el futuro económico del país, sino también su rol dentro del escenario global frente a la crisis climática.
¿Reinvención valiente o regreso a un modelo en decadencia? El tiempo (y los resultados de la exploración) lo dirán.