Multas por velocidad según la riqueza: ¿Justicia o castigo selectivo?

El sistema suizo que ajusta las sanciones según el patrimonio del infractor genera debate mundial y revela cómo Europa disuelve el mito de que 'todos somos iguales ante la ley'

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Un radar, 27 km/h de exceso y una multa de $110,000

Suena como una historia absurda: un conductor es sorprendido a 77 km/h en una zona de 50 en Lausanne, Suiza, y recibe una infracción de más de 90,000 francos suizos (alrededor de 110,000 dólares). ¿La razón? Es uno de los hombres más ricos del país. Y no es la primera vez.

En Suiza, las multas de tráfico —y otras sanciones menores— se calculan no sólo por la gravedad de la infracción, sino también en función del poder económico del infractor. En este caso, el conductor fue multado con 10,000 francos en el acto, y otros 80,000 quedan pendientes si vuelve a violar la ley en los próximos tres años.

Sanciones proporcionales a la fortuna: una vieja idea europea

Este modelo de justicia, que puede parecer inaudito para muchos fuera de Europa, tiene una larga historia. Impulsado por países como Suiza, Alemania, Austria, Francia y las naciones nórdicas, busca que las sanciones sean genuinamente disuasorias.

Porque romper las reglas con una simple multa de 100 dólares no detiene a un millonario. Así lo entendieron los suizos en 2007, cuando reformaron su código penal para permitir que las faltas leves —como el exceso de velocidad o manejar ebrio— fuesen castigadas con multas económicas ajustadas al nivel de ingreso y patrimonio personal.

De hecho, en 2010, otro millonario suizo fue multado con 290,000 dólares por exceder la velocidad en su Ferrari, lo que marcó un récord histórico en este tipo de castigos.

¿Cárcel para los pobres, multas para los ricos?

Bajo este sistema, quienes no pueden pagar una multa podrían pasar una noche en la cárcel, mientras que los más adinerados ven sanciones que podrían financiar casas, autos o becas universitarias. Así, la ley mantiene el objetivo original del castigo: disuadir y educar, no simplemente cobrar.

Pero este modelo plantea una pregunta controvertida: ¿es esto justicia equitativa o se trata de justicia diferenciada?

“Una sanción efectiva no es aquella que se aplica igual para todos, sino aquella que logra el mismo efecto disuasorio en todos”, sostuvo en su momento Hanspeter Thür, ex comisionado de derechos humanos de Suiza.

Cómo funciona el cálculo de multas

El código penal del cantón de Vaud, en el que ocurrió el incidente más reciente, considera la "situación personal y económica del infractor en el momento del juicio". Se evalúan variables como:

  • Ingresos anuales
  • Fortuna declarada (bienes inmuebles, inversiones, cuentas en el extranjero)
  • Estilo de vida
  • Obligaciones familiares

De esa forma, el mismo exceso de velocidad cometido por un estudiante universitario y por un magnate de la industria farmacéutica tendría consecuencias completamente diferentes.

¿Un modelo aplicable fuera de Europa?

Esta idea ha generado interés en otros países. En Estados Unidos, por ejemplo, propuestas similares han surgido periódicamente, aunque pocas veces han prosperado por la complejidad de calcular y verificar el patrimonio personal de los infractores.

Un estudio del Nature Human Behaviour Journal (2021) reveló que las sanciones económicas tradicionales tienden a ser ineficientes en los estratos de mayores ingresos, ya que el impacto psicológico y económico de una multa de $500 puede ser casi nulo para quien gana millones al año.

¿Justicia fiscal o populismo punitivo?

Críticos del sistema alegan que penalizar más a los ricos podría considerarse una forma de "castigo fiscal". Según el abogado penalista suizo Yves Bertossa:

"La ley no debe castigar más a una persona por el hecho de tener éxito financiero" —aunque también admite que para ser realmente ejemplificadora, la sanción debe ser sentida.

La linea es fina: si todos estamos sujetos a las mismas reglas, ¿cómo se justifican penas distintas para la misma falta? Pero si el castigo no afecta, ¿sigue siendo castigo?

El factor reincidencia: agrava el monto

En el caso reciente, el conductor es reincidente. Ya había sido multado hace 8 años por una infracción similar. En aquella ocasión, pagó 10,000 francos y dejó en suspenso otros 60,000 francos, que nunca llegaron a cobrarse por no reincidir en dos años. Este historial influyó ahora para fijar un nuevo monto superior.

El mecanismo es claro: reincidir no solo eleva la multa base sino también el porcentaje del ingreso que se tiene en cuenta. Una persona con un patrimonio de cientos de millones —como el sujeto en cuestión— fácilmente puede ver sanciones superiores a seis cifras.

Y los policías... también pueden ser sancionados

Ni siquiera las autoridades escapan a este sistema. En 2016, un policía suizo fue multado por conducir a más del doble del límite permitido por las calles de Ginebra, incluso justificando que perseguía a delincuentes que habían explotado un cajero automático.

Esto muestra que el sistema no discrimina a favor de nadie, ni siquiera los guardianes de la ley.

Un sistema replicable, pero culturalmente desafiante

Aplicar algo así en América Latina sería sumamente complejo por varias razones:

  • Altos niveles de informalidad laboral, que dificultan saber realmente los ingresos o patrimonio de cada individuo.
  • Desconfianza histórica en el poder judicial y percepción de corrupción.
  • La falta de registros patrimoniales precisos y cruzados en tiempo real.

Sin embargo, países como Finlandia ya aplican un sistema idéntico. En 2015, un ejecutivo de Nokia recibió una multa por conducir una moto a 75 km/h en una zona de 50 km/h: el castigo fue de 54,000 euros, basado en su ingreso anual de más de 6 millones de euros.

¿Multas personalizadas o futuro del derecho penal?

La pregunta de fondo es más amplia: ¿queremos un sistema de justicia igualitario en letra o en efecto? La idea de que “la ley es igual para todos” se puede interpretar como que la sanción debe provocar el mismo efecto, no el mismo valor absoluto.

En tiempos donde los multimillonarios aumentan su riqueza vertiginosamente (según Forbes, hay más de 2,600 milmillonarios en el mundo), la posibilidad de multas proporcionales se vuelve una herramienta de equidad más que un castigo extra.

Y quizás, ver a un magnate pagar $250,000 por usar el acelerador como si fuera su pista personal podría cumplir un papel didáctico más poderoso que mil campañas de concientización.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press