Niños en la mira: La lucha de los pueblos indígenas del Cauca contra el reclutamiento forzado

Frente a la violencia y la omisión del Estado, las Guardias Indígenas confrontan a grupos armados para rescatar a sus hijos

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En el corazón montañoso del departamento del Cauca, Colombia, una guerra silenciosa se libra cada día en contra de las infancias indígenas. No se trata de una guerra oficial con frentes definidos, sino de un conflicto crónico alimentado por décadas de abandono estatal, narcotráfico y pobreza. En medio de este panorama, emerge una resistencia única y profundamente espiritual: la Guardia Indígena Nasa.

Un conflicto que no termina

Colombia ha sido escenario de uno de los conflictos armados más prolongados del mundo. Aunque el acuerdo de paz de 2016 con las FARC fue celebrado internacionalmente, la violencia no desapareció. Diversos grupos armados, entre ellos disidencias de las FARC, el ELN y bandas como el Clan del Golfo, continúan operando en territorios rurales, especialmente en departamentos como Cauca.

Estos grupos no sólo buscan el control territorial y la producción de cultivos ilícitos como la coca, sino que reclutan niños y adolescentes para sus filas. Según la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), más de 915 menores indígenas han sido reclutados desde 2016 en esta región.

La Guardia Indígena: escudos humanos y espirituales

Ante la inacción del Estado, la comunidad indígena Nasa creó su propia fuerza de protección: los Kiwe Thegnas o Guardia Indígena. Esta fuerza no armada, formada por hombres, mujeres y jóvenes, porta un “bastón de autoridad” como símbolo de su legitimidad moral y espiritual. Con él enfrentan a guerrilleros armados, paramilitares y narcotraficantes.

Uno de los casos más conmovedores es el de Patricia Elago Zetty, quien, al enterarse de la desaparición de su hijo de 13 años, lideró una peligrosa expedición hacia un campamento guerrillero para exigir su liberación. Lo logró, al igual que otras madres y familiares desesperados que recurren a la Guardia como último recurso.

El precio de portar un bastón

Sin armas y con principios ancestrales como escudo, los Kiwe Thegnas han pagado un precio alto. Según el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), más de 40 miembros de la Guardia han sido asesinados desde la firma del acuerdo de paz en 2016.

Ellos llevan fusiles, nosotros llevamos bastones. El bastón representa nuestra vida, nuestro coraje”, dice Patricia. En su bastón cuelga una pequeña foto de su hijo, una forma de recordarse por qué lucha cada día.

Los métodos de reclutamiento

El reclutamiento hoy no siempre es mediante el uso directo de la violencia. Hay niños que aceptan unirse debido a promesas de dinero, teléfonos celulares, estética gratuita o alimentos para sus familias. Los grupos armados les ofrecen una aparente seguridad y propósito, en un entorno donde el Estado está totalmente ausente.

Una joven que huyó de las disidencias de las FARC relató cómo, al unirse a los 16 años, fue asignada a cocinar, limpiar armas y organizar suministros. Pero el cambio de mando la hizo temer por su futuro inmediato: combate, maltrato o traslado forzoso.

La coca: sagrada pero instrumentalizada

Para los Nasa, la hoja de coca tiene un profundo significado cultural, medicinal y espiritual. El uso ritual de la planta nada tiene que ver con la producción de cocaína. Pero la expansión del cultivo con fines ilícitos ha generado tensiones y violencia sin precedentes.

Los cultivos ilícitos han crecido al amparo de la necesidad y del vacío institucional. En el norte del Cauca, cientos de hectáreas están bajo control de grupos armados. Las escuelas están rodeadas por estos campos, y los niños caminan todos los días al lado de hombres armados que promueven la guerra.

La otra cara de la lucha: prevención y educación

La profesora Luz Adriana Díaz, quien ha enseñado por más de 14 años en la región, señala que desde 2020 la comunidad vive bajo constante amenaza. “Trabajamos con ellos respirándonos en la nuca”, dice. Algunos exalumnos, de apenas 11 años, ya forman parte de estas organizaciones.

La Guardia ha incrementado sus patrullajes alrededor de las escuelas, en una estrategia preventiva, pero insuficiente frente a la magnitud del problema.

Otra estrategia es la celebración de ceremonias de graduación dentro de las comunidades, como forma de fortalecer la identidad indígena y ofrecer caminos alternativos a los niños. Estas celebraciones honran los himnos Nasa, los colores rojo y verde —sangre y tierra— y refuerzan el papel de la educación y la cultura como vehículos de resistencia.

Relatos de una generación marcada

Fernández, quien pidió ser identificada sólo por su apellido, fue reclutada a los 12 años. Sobrevivió a violaciones, trabajos forzados y hambre. Su escape ocurrió al aprovechar un descuido de sus superiores. Ahora, teme que su hijo, de 12 años, repita su historia.

Los jóvenes son fácilmente engañados. Les muestran plata, celulares... y creen que la vida es así. Luego terminan en zonas de combate donde mueren como si fueran nada”, afirma.

Las cifras hablan

  • 915 casos de reclutamiento documentado de niños indígenas desde 2016 en el Cauca (ACIN).
  • 409 casos de reclutamiento infantil en todo el país durante 2024, 342 en 2023 (Defensoría del Pueblo).
  • El ICBF reporta haber contribuido al retiro de 251 niños de estos grupos armados solamente en la primera mitad de 2025.

La crítica constante: un Estado ausente

El jefe de derechos humanos de la ONU en Colombia, Scott Campbell, ha calificado la respuesta del gobierno como “ineficaz y tardía”.

La ACIN insiste en que el Estado ha dejado a los grupos armados llenar el vacío estatal al proveer caminos, alimentos, servicios médicos y hasta estructuras educativas rudimentarias, lo cual fortalece su control sobre las comunidades.

Testimonio y transformación

Una joven exrecluta ahora trabaja en una iniciativa comunitaria que previene el reclutamiento. “Les advierto a los niños sobre los riesgos. A los padres les digo: construyan confianza con sus hijos”.

El Cauca, pese a la riqueza cultural de sus pueblos originarios, sigue subyugado por múltiples formas de violencia. Pero gracias al valor espiritual de su gente, al bastón simbólico de los Kiwe Thegnas y a madres como Patricia, la resistencia persiste, armada no con balas, sino con dignidad.

“Puede que carguemos bastones, pero estos representan toda una historia, un pueblo y una lucha que jamás se doblegará ante el miedo”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press