París redescubre el Sena: El regreso del baño urbano al corazón de la ciudad
Tras más de un siglo de prohibición, bañarse en el Sena vuelve a ser realidad gracias a una ambiciosa limpieza que transforma la experiencia ciudadana y turística en la capital francesa
Un baño con vista a la Torre Eiffel
París, la ciudad de la luz, de la moda, del arte y del amor, se suma una vez más a la innovación urbana y medioambiental. Lo insólito de esta ocasión no es una cumbre internacional ni una nueva atracción futurista, sino algo mucho más elemental: volver a nadar en el río Sena.
Desde julio de 2025, bañarse en el Sena es oficialmente legal —y seguro—, por primera vez en más de 100 años. Las autoridades parisinas han inaugurado tres zonas habilitadas para baños públicos en el río, una decisión histórica que forma parte de un ambicioso proyecto ecológico y social que pone de manifiesto los nuevos usos del espacio urbano en tiempos de cambio climático.
“Imagínate eso”, comentó Constanze Martens, una turista mexicana, mientras se secaba al sol en la zona de Grenelle. “Nadar con vista a la Torre Eiffel y en un agua natural, limpia y segura. Esto es lo que hace de París una ciudad tan especial”.
Una transformación impulsada por 1.400 millones de euros
Para permitir el regreso del baño al Sena, fue necesario un mega proyecto de limpieza que comenzó con motivo de los Juegos Olímpicos de París 2024. La inversión total ascendió a 1.400 millones de euros (alrededor de 1.6 mil millones de dólares), y tuvo como objetivo principal volver el agua del río apta para actividades acuáticas.
Este esfuerzo se extendió durante años, incluyendo mejoras en las plantas de tratamiento de aguas residuales, infraestructura de alcantarillado modernizada y soluciones tecnológicas para monitorear la calidad del agua en tiempo real. Como resultado, hoy se realizan análisis diarios para verificar que el agua cumpla con los estándares europeos para el baño.
De forma casi poética, París ha cumplido una promesa hecha por el mismo presidente Emmanuel Macron en 2017, cuando se comprometió, durante una visita acompañando al comité olímpico, a garantizar las condiciones para que los atletas y el público pudieran nadar en el Sena.
Del tabú a la tendencia: lo que significa bañarse en el Sena
Desde 1923, nadar en el río estuvo estrictamente prohibido por razones de salud pública: elevados niveles de E. coli, basura flotante y el peligro de navegar entre embarcaciones lo hacían inviable. Aunque hubo intentos puntuales de abrir el espacio al público, la contaminación era más fuerte que la voluntad política.
Hoy, sin embargo, el regreso al río tiene un profundo sentido simbólico: representa una reconciliación entre la ciudad y su río, entre lo urbano y lo natural. Ante olas de calor cada vez más frecuentes en Europa —este verano se esperan temperaturas superiores a los 38 °C—, el acceso a lugares públicos para refrescarse se ha convertido en una política social.
“Tenemos que adaptarnos al cambio climático con soluciones locales, accesibles y sostenibles”, dijo el vicealcalde Pierre Rabadan. “El Sena representa más que agua. Representa comunidad, salud y democracia urbana”.
Las zonas de baño: cómo funcionan y quién puede usarlas
Por ahora, las tres zonas abiertas —Grenelle (en el oeste de París), Bras Marie y Bercy (más céntricas)— están disponibles para el público de forma gratuita durante todo el verano hasta finales de agosto.
- Edad mínima: 14 años en algunas zonas, 10 en otras.
- Horario: Cada zona tiene horarios específicos, detallados en el sitio oficial del Ayuntamiento de París.
- Medidas de seguridad: Es obligatorio usar un flotador amarillo atado a la cintura.
- Infraestructura: Vestidores, duchas y casilleros gratuitos para los visitantes.
El sitio de Grenelle, quizás el más popular por sus vistas a la Torre Eiffel, recibe entre 800 y 1.200 bañistas al día, con una capacidad máxima de 200 personas simultáneamente.
“El agua es más cálida que la del mar y realmente clara pese a lo que uno esperaría”, dijo Elisabeth Lorin, residente del suburbio de Montreuil. El agua del Sena registró este lunes una temperatura de 22 °C, ideal para escapar del calor sin salir de la ciudad.
Los desafíos de la vigilancia y la seguridad
Las zonas están monitoreadas constantemente por socorristas como Marina Gicquel, de 22 años, quien explicó que una gran diferencia con las piscinas es la turbidez del agua y la corriente del río. “Solo se ven las cabezas flotando, por eso las boyas son esenciales”, comentó.
La profundidad del Sena en las zonas habilitadas va de tres a cinco metros, lo que añade un reto adicional para los nadadores. “La mayoría no puede hacer pie, y aunque eso pueda preocupar a algunos, también hace la experiencia más auténtica”, añadió Gicquel.
Hasta ahora, no se han reportado incidentes graves, gracias principalmente a una serie de restricciones y controles rigurosos, incluyendo la prohibición de saltos o de salir de los límites establecidos.
Resistencia, escepticismo y cultura ciudadana
No todos los parisinos y turistas estaban convencidos al principio. Algunos, como la australiana Thurkka Jeyakumar, recelaban del color del agua y el historial bacteriológico del Sena. “Perdí una apuesta, así que tuve que meterme. Y fue mucho más limpio y agradable de lo que imaginaba”, confesó riendo.
Y es que, durante lluvias intensas, el sistema de alcantarillado aún puede desbordarse, llevando aguas residuales sin tratar al río. Ya ocurrió durante parte del verano de 2024, cuando varias competiciones preolímpicas de aguas abiertas quedaran suspendidas por contaminación temporal.
No obstante, la percepción general se ha transformado positivamente, y muchos comienzan a considerar el baño en el Sena como una nueva experiencia turística y actividad regular de verano.
La ciudad del futuro: París como modelo de resiliencia
En los últimos años, París ha apostado por una agenda urbana ecológica: transformación de autopistas en jardines públicos, expansión de carriles bici, peatonalización de zonas céntricas, y recuperación de espacios fluviales.
Con iniciativas como la limpieza del Sena, París se posiciona como una de las capitales europeas más innovadoras en adaptación climática. Los beneficios de estas políticas no solo son ambientales, sino también sociales. Permiten el uso democrático del espacio urbano, enfrentan las olas de calor, y mejoran la calidad de vida de los residentes.
Y el impacto mediático también es importante. Las imágenes de personas nadando en el Sena, frente a la Torre Eiffel, se han viralizado en redes, multiplicando el número de visitantes tanto nacionales como extranjeros.
¿El regreso definitivo del baño fluvial?
A largo plazo, tanto el Ayuntamiento como el gobierno francés quieren que el baño en el Sena se regularice más allá del verano de 2025 y de los eventos deportivos. De hecho, ya se estudian proyectos para crear nuevas zonas permanentes de baño e incluso permitir competiciones no profesionales.
Históricamente, el Sena siempre ha estado ligado a la actividad humana. Desde el siglo XIX, el río era esencial para transporte, comercio e incluso como fuente de agua potable. Recuperarlo, no como vía utilitaria sino como espacio público vital y ecológico, marca un verdadero renacimiento urbano.
En palabras de Yann Forêt, encargado del sitio de baño en Grenelle: “Esto no es solo un lugar de baño. Es un símbolo del amor entre París y su río reencontrado”.
Y a medida que suben las temperaturas, mientras cientos de personas se zambullen bajo el cielo azul parisino, algo queda claro: el Sena está más vivo que nunca.