Vietnam a toda marcha: ¿el nuevo tigre asiático o una ilusión en transformación?
El ambicioso salto económico de Vietnam entre reformas, desafíos climáticos y el agotamiento de su modelo de bajo costo
Un nuevo despertar: el rugido del tigre vietnamita
Debajo de estandartes rojos y el busto dorado de Ho Chi Minh, el Partido Comunista de Vietnam anunció con orgullo una nueva era de desarrollo. Más que un discurso ceremonial, el mensaje del líder To Lam en la escuela central del partido en Hanói marcó el inicio de lo que muchos ya califican como la mayor reforma económica del país desde el Đổi Mới en los años 80.
Vietnam se ha propuesto un objetivo audaz: convertirse en un país rico para 2045 y ser la próxima economía tigre de Asia, emulando a Corea del Sur y Taiwán. Pero la ruta está plagada de retos. Desde reformas estructurales hasta crisis climáticas, y con una población que envejece rápidamente, el camino hacia el éxito está lejos de ser lineal.
Del arroz al chip: la metamorfosis de Vietnam
En 1990, el ingreso per cápita ajustado al poder adquisitivo en Vietnam era de tan solo $1,200. Hoy ronda los $16,385, según datos del Banco Mundial, lo que demuestra un salto extraordinario en menos de cuatro décadas.
Inspirado parcialmente por el ascenso industrial de China, el país ha sabido aprovechar tensiones geopolíticas como la guerra comercial entre Estados Unidos y China para posicionarse como un centro manufacturero clave. Firmas de tecnología, ropa y electrónica han trasladado sus fábricas a Vietnam, dando lugar a un boom en las exportaciones que catapultó al país a un superávit comercial de $123.5 mil millones con EE. UU. en 2024.
Sin embargo, este modelo comienza a mostrar signos de agotamiento. La mano de obra barata ya no es tan barata. La competencia con otros países del sudeste asiático, la necesidad de innovar, y la presión climática requieren que Vietnam deje de ser solo la "fábrica del mundo" para transformarse en un motor de innovación.
Problemas estructurales y desafíos generacionales
Vietnam enfrenta lo que los economistas llaman la “trampa del ingreso medio”. Muchas economías asiáticas han caído en esta trampa al no realizar las reformas necesarias para pasar de una economía basada en manufactura simple a una basada en servicios, innovación y tecnología avanzada. Para evitar esta situación, países como Corea del Sur apostaron por los semiconductores y la educación masiva; Taiwán invirtió en la industria tecnológica, y Singapur se convirtió en un centro financiero global.
Vietnam ya tiene un ecosistema económico más complejo, pero fragmentado. Depender de una sola industria para escalar sería una apuesta peligrosa. Como bien lo expresó Richard McClellan, fundador de RMAC Advisory: “Vietnam necesita realizar múltiples grandes apuestas”.
- Sector tecnológico
- Energías renovables
- Infraestructura logística
- Finanzas globales
Megaproyectos e infraestructura al estilo Pekín
Vietnam está emulando abiertamente a China. Entre los planes más ambiciosos destacan:
- Línea férrea Hanoi-Ho Chi Minh: a una inversión de ₫1,650 billones de dongs (~$67 mil millones), el tren de alta velocidad reducirá el trayecto de 30 a 8 horas.
- Plantas nucleares civiles: para diversificar la fuente energética y mitigar el uso de carbón.
- Dos centros financieros especiales: en Ciudad Ho Chi Minh y Da Nang, diseñados para atraer inversionistas extranjeros y fomentar la tecnología financiera.
Estos megaproyectos reflejan la transformación de un país que quiere ser más que un nodo en la cadena de suministro global.
La jugada crítica del sector privado
Rompiendo con su tradición centrada en empresas estatales, el Partido Comunista aprobó la Resolución 68 en mayo de 2025, reconociendo al sector privado como el "motor más importante" de la economía. Esta es una verdadera sacudida ideológica para un régimen de corte marxista-leninista.
Los objetivos para 2030 son ambiciosos: elevar al menos 20 empresas privadas al nivel de competidores globales. Se prevén incentivos como:
- Préstamos de bajo interés para innovación tecnológica
- Prioridad en licitaciones públicas
- Asistencia para expandirse internacionalmente
No será fácil. Como advierte Nguyen Khac Giang, del ISEAS–Yusof Ishak Institute de Singapur, hay resistencias internas entre los conservadores del partido y los beneficiarios del sistema estatal.
Una ventana que se cierra por el tiempo y el clima
Vietnam debe actuar deprisa. Su ventaja demográfica, conocida como la “ventana dorada”, se cerrará antes de 2039. La población en edad laboral comenzará a declinar alrededor de 2042, según la Oficina General de Estadísticas de Vietnam.
A eso se suma el desafío climático. Un informe del Banco Mundial alerta que el país podría perder hasta el 14.5% de su PIB cada año hasta 2050 si no atiende los riesgos climáticos. En 2024, el tifón Yagi causó estragos valorados en $1.6 mil millones, golpeando el corazón industrial del país.
Empresas como DEEP C Industrial Zones ya están adoptando medidas de protección, desarrollando parques industriales resistentes a inundaciones para convencer a inversionistas de que sigan apostando por Vietnam.
El dilema geopolítico: ¿bendición o bomba de tiempo?
Vietnam también camina sobre una cuerda floja estratégica. Es uno de los principales beneficiarios de la guerra comercial entre EE. UU. y China, pero eso también lo convierte en objetivo. Donald Trump ya impuso aranceles del 20% a productos vietnamitas, con una amenaza inicial del 46%.
Durante las tensas negociaciones, Daniel Kritenbrink, ex embajador estadounidense, declaró: “Mientras los aranceles estén en la misma zona que los de sus vecinos, Vietnam puede vivir con eso.”
Sin embargo, el problema ahora es mayor: ¿en qué medida el contenido de origen chino en los productos exportados puede provocar nuevas sanciones?
Vietnamiana 2045: ¿en sueños o en cifras?
La visión del gobierno es clara: un país próspero, moderno y sostenible para 2045, año que coincide con el centenario del nacimiento de la República Democrática de Vietnam. ¿Podrá lograrlo?
Todo dependerá de su habilidad para integrar al sector privado, reducir la corrupción, innovar tecnológicamente, y preparar a su sociedad —envejecida y frágil ante el cambio climático— para una nueva era.
Como dijo Mimi Vu, consultora de Raise Partners: “Es momento de que todos estén a bordo. Ya no hay tiempo para perder.”
La revolución silenciosa del dragón del Sudeste Asiático podría marcar el reinicio de una Asia multipolar donde el futuro económico no solo se escribe en Shanghái o Tokio, sino también en Hanói.